Casas Moribundas, Calabozo 2040, viva la palabra, por Eduardo López Sandoval
Miguel Otero Silva en sus Casas Muertas en 1955, escribió lo que hoy es viva palabra.
Contextualizar, por favor, donde se lee: “Los estudiantes dejaron sus casas y sus libros y sus novias, para hundirse en los calabozos de La Rotunda y del Castillo, para que los mataran de un tiro…”, sustituir La Rotunda por Ramo Verde y La Tumba. Donde dice “somos tres millones”, léase treinta millones.
“Yo no vi las casas, ni vi las ruinas. Yo sólo vi las llagas de los hombres. Se están derrumbando como las casas, como el país en el que nacimos. No es posible soportar más. A este país se lo han cogido cuatro bárbaros, veinte bárbaros, a punta de lanza y látigo. Se necesita no ser hombre, estar castrado cómo los bueyes, para quedarse callado, resignado y conforme, como si uno estuviera de acuerdo, como si uno fuera cómplice.
“Los estudiantes dejaron sus casas y sus libros y sus novias, para hundirse en los calabozos de La Rotunda y del Castillo, para que los mataran de un tiro, para que los mandaran a morirse en Palenque. Sería un crimen dejarlos solos.
“Los que mandan son cuatro, veinte, cien, diez mil. Pero los otros, los que soportamos los planazos y bajamos la cabeza, somos tres millones. Yo sí creo que se puede hacer algo. Yo no soy un iluso, ni un poeta del pueblo, sino un llanero que se gana la vida con sus manos, que ha criado becerros, que ha domado caballos. Y sé qué se puede hacer algo.
“Yo no soy partidario de la guerra civil como sistema, pero en el momento presente Venezuela no tiene otra salida sino echar plomo. El civilismo de los estudiantes terminó en la cárcel. Los hombres dignos que han osado escribir, protestar, pensar, también están en la cárcel, o en el destierro, o en el cementerio. Se tortura, se roba, se mata, se exprime hasta la última gota de sangre del país. Eso es peor que la guerra civil. Y es también una guerra civil en la cual uno solo pega, mientras el otro, que somos casi todos los venezolanos, recibe los golpes. (Miguel Otero Silva, Casas Muertas, 1955).”
Y las casas del 2020 en la Villa de Todos los Santos de Calabozo, hoy, están moribundas, no muertas. Esperamos que para el 2040 estén vivas, gracias, –esperemos repito–, a la ONG en formación CalaboZO40.
En el año 2015, con los profesores Alfredo Sanabria y José Alayón a la cabeza de una cátedra de la carrera Arquitectura de la Universidad Simón Bolívar realizó como requisito para aprobar la materia un trabajo comunitario que tenía como objeto la proyección urbanística del Club Campestre Calabozo, los muchachos se pasaron del objeto primero e incluyeron al Barrio Carutal, aledaño al Club, en el proyecto que alcanzaba las mejoras urbanísticas hasta el año 2040, pero en el trabajo final se pasaron aún más e incluyeron a la ciudad de Calabozo toda. La maravilla de trabajo nos dice cómo debe ser esta ciudad colonial en el 2040.
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Un grupo de calaboceños, después de dos Alcaldes que no han oído aún el grito esperanzador -y por demás desinteresado-, que nos obsequió este grupo de 17 estudiantes y dos profesores de la USB, se han empeñado en hacerse oír, es así que el 12 de enero se constituyeron en ONG que se denominó, haciendo caso al objeto principal de esta novísima persona jurídica, como CalaboZO40, donde la Z y la O de la última silaba de la palabra Calabozo son también los primeros dígitos del año 2040. Aporte creativo que también es un desinteresado regalo de los para ese entonces estudiantes, hoy Arquitectos no de Venezuela, son profesionales del mundo en tanto todos se fueron del país bolivariano.
En los mismos tiempos en que este Grupo se estaba conformando, quizás en el mismo minuto de este domingo, se estaba produciendo del otro lado del mundo, en España, una noticia que por lo íntima relacionada con el objeto de esta ONG la relatamos, se trata de que uno de los estudiantes que le hizo el obsequio a esta ciudad, hoy Arquitecto, es premiado en el Viejo Continente por su trabajo como urbanista, como hacedor de ciudades, sin duda un buen augurio, he aquí la buena nueva:
Uno de los integrantes del equipo de estudiantes en referencia, hoy Arquitecto, Miguel Fernández, de familia calaboceña, quien participó en la formulación de la propuesta CalaboZO40_USB obtiene segundo premio en el concurso Europan 15 España, concurso de ideas para arquitectos menores de 40 años, con el proyecto “Even a brick wants to be something” para el Rajolars, Oliva, en la comunidad Valenciana, España, realizado junto con Adrián de Arriba, Estela Darriba y Guillermo Pomar.
Fernández relató que Europan 15 es uno de los concursos “más importantes para jóvenes arquitectos en Europa, fue propuesto como actividad en el MAAPUD por el profesor Rafael Temes en la asignatura de Regeneración Urbana, donde nos dio sus opiniones y críticas hasta conseguir el resultado final”.