Casas muertas, por Teodoro Petkoff
¿Cómo podrá un gobierno tan ineficiente como este, que sólo construye el 15% del total de viviendas edificadas en el país, llevar a cabo la terminación de los complejos habitacionales que ha intervenido? Si de intervenir y expropiar se trata, Chacumbele debería realizar la operación surrealista de intervenirse a sí mismo. ¿Quién responde por el fracaso de la política habitacional del gobierno? ¿Se sabe acaso de algún ministro del ramo que haya sido objeto de sanciones? ¿A Diosdado, a Carrizales, a Julio Montes, al inefable Farruco Sesto, se les ha pedido siquiera cuentas sobre la enorme masa de recursos que manejaron para construir las viviendas más caras del planeta? Por supuesto que no es nada improbable que algunos promotores y constructores de viviendas hayan incurrido en prácticas indebidas y retrasos injustificables en la entrega de sus obras.
Pero cualquier gobierno medianamente serio, en primer lugar habría mantenido un monitoreo permanente sobre la construcción privada de viviendas y, además, habría atendido las cinco mil y pico de denuncias que reposan en Indepabis sobre prácticas irregulares por parte de algunos constructores.
Nunca lo hizo y, como siempre, actúa tardía y torpemente, empeorando el problema. En segundo lugar, ese gobierno medianamente serio sancionaría a los infractores, pero no tomaría una medida general, de obvio filo político y demagógico, que afecta por igual a constructores correctos y a los pillos.
El resultado de todo esto será el hundimiento de la industria de la construcción. El déficit de viviendas, tanto de carácter social como las destinadas a la clase media, se va acentuar bárbaramente a partir de este mismo año. Todo esto comenzó con el grave error de anular la aplicación del Índice de Precios a los de la vivienda. Por muy justa que luzca para la medida para sus beneficiarios, lo cierto es que ella comporta impedir que los constructores ajusten sus precios a la inflación (de la cual, de paso, es responsable el propio gobierno), haciendo económicamente inviable la construcción de viviendas.
Allí comenzó la ruina para unos, los respetuosos de la ley, así como la parálisis de obras (nadie trabaja a pérdidas) y las tracalerías de los vivos, para burlar la aplicación de la disposición.
La medida provocó ya el retiro de muchos constructores y con las recientes intervenciones y expropiaciones, sólo a un loco se le ocurrirá continuar construyendo complejos habitacionales. Esto es pan para hoy y hambre para mañana. Por supuesto, este gobierno de inútiles no está en capacidad de sustituir ni al 1% de los constructores que se vean obligados a dejar sus operaciones. Para la clase media, que ahora Chacu quiere seducir, el destino luce sombrío. Ni hablar de los más pobres. ¿Se acuerda Chacumbele de los verbos «revisar» y «rectificar» que alguna vez ordenó conjugar? Bueno, «revise» y «rectifique» antes de que este país termine de volverse definitivamente una réplica de Zimbabue. Multe y sancione, con debido proceso, a los que sea menester y deje a los demás trabajar.