Casi un cuarto de siglo, por Freddy Núñez
Twitter: @nm_freddy
Ha muerto mucha gente desde aquel mes de febrero de 1999 cuando tras elecciones pulquérrimas, el teniente coronel Hugo Chávez asumió la presidencia. Había fracasado en el sangriento golpe de estado del 4 de febrero de 1992, donde utilizó, engañados, según testimonios escritos, a jóvenes soldados venezolanos.
Ya hace casi un cuarto de siglo que se instaló esta neo dictadura continuada por Nicolás Maduro, tras la muerte de quien fuera llamado por el historiador Manuel Caballero con abundancia de sarcasmo, «el héroe del museo militar».
Este contubernio militar-civil, copia fiel del modelo cubano, ha arrasado con el país. Destruyó las empresas del estado, dentro de ellas, Pdvsa que fue la segunda o tercera en importancia mundial, y está convertida hoy en un cachivache incapaz de proveer al país del petróleo, la gasolina o el gas que necesita.
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El régimen instituyó la mentira como política de estado. Acabó con el sector privado de la economía y son pocas las empresas que con enorme sacrificio y vocación patriótica de sus dueños, siguen luchando. Seguramente porque como muchos de nosotros están convencidos de que se acerca el final de esta tragedia saturada de odio, demagogia, corrupción y destrucción.
Entregaron el país a Cuba y sus responsables deberán ser juzgados por traición a la patria. La adopción de un modelo probado y universalmente fracasado condujo a un final predecible, al caos que sufre la isla después de más de 60 años de dictadura, ignominia, hambre y miseria.
La violación sistemática de la constitución nacional ha colocado al régimen al margen de ella. Los llamados poderes del estado están a su servicio, dentro de ellos el CNE. Pero la terca realidad se va imponiendo. Los infames despropósitos adelantados en nombre de una revolución imbécil, expropiaciones, confiscaciones etc., solo produjo la ruina de sus propietarios, desempleo y desabastecimiento. La carestía de la vida es indetenible, el malestar popular crece mientras el hambre según señala la encuesta Encovi, se refleja en la pérdida de peso del venezolano.
Pareciera que hoy es menor la capacidad de manipular la realidad. Seis millones de compatriotas aventados fuera del país como parte de una política destinada a quitar presión a la demanda interna de bienes y servicios, tampoco ha resultado.
El malestar colectivo crece, urge sin duda, articulación, organización y unidad, para crear una fuerza capaz de producir el cambio cada vez más urgente y necesario. En estos momentos hay movimientos opositores convencidos de que la vía electoral es la única para salir del régimen.
En otras ocasiones he dicho sin ambages, que convencer al venezolano de ir masivamente a elecciones será imposible sino se cumplen dos requisitos: La creación de una poderosa unidad nacional que vaya más allá de los partidos, capaz de lograr el renacer de la esperanza; y segundo, el compromiso de la dirigencia nacional a defender sin tapujos el triunfo.
No dudo de que si estos supuestos se cumplen, el voto opositor arrasa en cualquier elección. Hay que convencer al ciudadano de que lo ocurrido en el 2015, no se repetirá, y su voto será respetado.
Esa majadería de que se obtuvo la mayoría, pero era «una mayoría circunstancial», es un argumento deleznable, que colinda con la convalidación de la violación a la voluntad expresa del ciudadano.
Por cierto, quisiera recordar que la constitución establece claramente las vías que deben tomarse para restituir su vigencia cuando esta haya sido violada, no es verdad que estemos exclusivamente frente al dilema de guerra o elecciones.
Veamos a fondo lo de las condiciones electorales, pero también anunciemos la disposición política de hacer respetar el derecho al voto.
Antes de iniciarse este desastre, teníamos una edad que nos hacía mirar con optimismo la posibilidad de una vejez sencilla y tranquila, no ha sido así hasta ahora, pero seguiremos luchando para que nuestros hijos y nietos tengan una patria civilizada, que logre inmunizarse contra la estupidez y la barbarie.
Para los que ya no están con nosotros pero nos dejaron su ejemplo de constancia y lucha, nuestra eterna admiración y respeto.
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