Caso Saab: ha cumplido el periodismo, por Gregorio Salazar
Twitter: @goyosalazar
Por la larga expectativa que antecedió a su extradición desde Cabo Verde hacia los Estados Unidos, el caso de Alex Saab terminó por copar toda la atención mediática internacional y hacer reventar las redes sociales. No obstante, los procesos en España a la extesorera Claudia Díaz y del general Hugo «el Pollo» Carvajal no son de menor monta y vendrán a arrojar nuevas luces sobre el fangal de corrupción y delitos de diversa naturaleza en el que sucumbió el régimen socialista de Chávez desde sus primeros años.
En el caso de Saab, el régimen, que tiene por costumbre ignorar, minimizar o tergiversar en su amplia plataforma mediática todo aquello que pueda seguir afeando su rostro ya bastante desfigurado –como vimos con la insólita muerte en prisión del general Baduel– fue quien más hizo por poner a girar globalmente el nombre de quien, a medida que se ahondó en las investigaciones, tomó el cariz de un superministro para los manejos económicos más colosales y oscuros del madurismo.
Y esa promoción a quien ahora vemos en videos viralizados esposado y vistiendo el traje naranja de las prisiones estadounidenses, la catapultó exponencialmente el propio régimen con la inaudita pretensión, reducida finalmente a pirueta tragicómica, de solicitar la incorporación de Saab –convertido in extremis en diplomático– a la mesa de diálogos en México, bajo amenaza de retirarse de la discusión que se adelanta con un sector de la oposición venezolana.
Los largos tentáculos de Saab aparecen, desde los tiempos de Chávez, en un sinfín de actividades económicas necesarias para la sobrevivencia económica y política del régimen como la importación de alimentos para los CLAP, algunos de dudosa calidad, la construcción de obras públicas (muchas nunca entregadas), compra de gasolina iraní y otras menudencias.
Pero no son precisamente esas gestiones las que lo condenan sino aquellas ficticias «realizadas» por sus empresas de fachada con la finalidad, dice la justicia norteamericana, de lavar ingentes cantidades de dinero proveniente de la corrupción, de donde se favorecieron miembros y el entorno de la más íntima cúpula chavista. Su dilecta amiga, la exsenadora colombiana Piedad Córdoba, quien lo trajo ante Chávez, tendría mucho que aportar sobre esa interminable trama.
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Mientras tanto, ya se han aprobado las extradiciones desde España del exdirector de Contrainteligencia de Chávez y Maduro, Hugo Carvajal, sindicado de tráfico de armas, narcóticos y lavado, y de la exenfermera de Chávez, Claudia Díaz, quien dio muestras de su sentido de la previsión y buen criterio para la inversión, dedicando los millones de dólares mal habidos durante su pasantía por la Tesorería Nacional en barras de oro.
Hablemos claro. Carantoñas aparte de Maduro, todo estos desvelos por Saab, proveyéndole de credencial diplomática y de una asistencia pagada en millones de dólares del bufete de Baltazar Garzón, obedecen al fundado temor de que las nuevas pistas que, sin duda alguna, ahora suministrará (porque va en su propio beneficio penal), desentrañarán los lazos de la amplia urdimbre en múltiples casos de corrupción y apuntarán a lo más alto de la jerarquía del régimen.
Por eso, entre otras razones, han reaccionado con tanta saña contra los periodistas del portal periodístico Armando.Info, quienes con sus investigaciones han develado minuciosamente los intríngulis de estos casos y, por ello, todos ahora son perseguidos judicialmente y en el exterior.
Mayores niveles de perversión han alcanzado los ataques contra Roberto Deniz, cuando la persecución va contra su propia familia en Venezuela. Paralelo a la extradición de Saab se produjo el allanamiento a la casa de su familia en Caracas, de donde inicialmente se llevaron a su hermano.
Deniz ha sido, además, tildado de» agente de la CIA», insultado en campañas tuiteras guiadas por lo más pornográfico de los voceros oficialistas, como los impresentables esperpentos de Zurda Konducta. Ahora acrecientan sus ataques con la acusación de «instigación al odio», como si el repudio que generan las corruptelas del sector gubernamental, dentro y fuera del país, se debiera al cumplimiento de la acuciosa labor informativa de los periodistas y no a los crímenes de quienes gobiernan en perjuicio directo a las condiciones de vida de la población.
Preocupación extrema debe invadir a los personeros del régimen sabiendo que las coordenadas que sin duda suministrarán personajes como Saab, Carvajal y Díaz, se cruzarán con las que en su momento aportaron los también extesoreros nacionales Alejandro Andrade y Rafael Isea o el exmagistrado Aponte, solo por mencionar algunos. De allí saldrán tomos de peripecias delincuenciales que seguirán apretando el lazo corredizo alrededor del cuello de un régimen fracasado, corrupto y autocrático que va rumbo a su hundimiento final.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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