Cerrado hasta nuevo aviso, por Teodoro Petkoff
De no ser por el aspecto que nos proponemos comentar más adelante, la designación de esa banalidad que es un comando de campaña electoral, no merecería más que una pequeña crónica del acto en que se produjo. Pero la presencia, entre el comando central y los regionales, de nueve ministros, quince gobernadores, el jefe de la CVG, el alcalde de Libertador y el responsable del Bandes –quien seguramente sería el tesorero del flamante comando así como del presidente de la Asamblea Nacional, configuran una perversión político-organizativa incompatible con una sociedad democrática. Esta es la primera concreción material de la sentencia de José Vicente de lanzar todo el peso del Estado contra la oposición. El comando de campaña es el Estado. De aquí al 15 de agosto todos esos funcionarios a quienes la República les paga para ejercer los cargos, abandonarán éstos para operar como activistas político-partidistas.
De aquí al RR, el gobierno bajará la santamaría y se dedicará a intentar el milagro de impedir la derrota de Hugo Chávez. La política informativa y mediática del comando, que es una dimensión decisiva de una campaña electoral, se confundirá con la del gobierno, puesto que en la persona de Jesse Chacón se funden ambas funciones. De modo que desde Venpres, supuesta agencia de prensa del Estado, hasta el canal 8, pasando por todos los medios estatales y paraestatales (cadena YVKE, por ejemplo) estarán al servicio de la campaña de Hugo Chávez. La campaña mediática de éste la pagará la Tesorería Nacional. El Bandes, con Nelson Merentes al frente, obviamente tendrá a su cargo el trasvase de dineros públicos a las arcas del comando. Es, pues, un acto de corrupción cantado. Seguramente, Rafael Ramírez, ministro de Energía y Minas, será el enlace entre el comando y Pdvsa, que es el cuero de donde salen todas las correas y que ha sido privatizada por Hugo Chávez. La «nueva Pdvsa» ya no es de la nación sino de Hugo Chávez, quien dispone de ella a su antojo, de un modo que ni siquiera un empresario privado podrí;a hacerlo con su empresa. Plata para la campaña sobrará porque además de Pdvsa el Seniat continuará cerrando panaderías para asegurarse de que los impuestos que pagan los venezolanos alcancen para financiar la campaña de Hugo Chávez.
El signo de estas designaciones es el fracaso. Fracaso de los partidos que sustentan al gobierno, fracaso de la organización de la base. Ahora se coloca en órbita una nueva figura organizativa: las «patrullas» que constituyen la confesión de la irrisión en que han devenido los círculos bolivarianos, marchitados por el escepticismo creciente que embarga a un pueblo al cual ya le suenan huecos los discursos que dejan para un mañana impreciso, cada vez más lejano, las ofertas de la «revolución bonita».