Chapucería, consecuencias y señales, por Luis Manuel Esculpi
Teníamos una idea de todo cuanto eran capaces. Ya no se ocupan ni de guardar las apariencias. No disimulan su carácter dictatorial. Su desprecio por las disposiciones constitucionales y la legalidad es manifiesto. Las formalidades no importan si se trata de lograr objetivos. Sin embargo algunos de sus actos no dejan de sorprender, con este régimen esa capacidad pareciera inagotable.
Lo sucedido el domingo cuando por disposición constitucional debería elegirse la directiva de la Asamblea Nacional, constituyó una viva demostración de hasta donde pueden llegar la arbitrariedad, la barbarie y el caradurismo de los representantes del régimen.
No les bastó el constante acoso, atropello, persecución permanente a los parlamentarios y la violación permanente a su fuero e inmunidad, el ofrecimiento millonario en dólares y la compra de algunos personajes impresentables, con el propósito de intentar dar un golpe de estado contra el parlamento, intento afortunadamente frustrado, por la instalación, cumpliendo con todas las formalidades reglamentarias exigidas para ese acto, como verificación del quórum y votación nominal de la directiva tal como está contemplado en el instrumento legal que rige el funcionamiento de la Asamblea Nacional.
El intento frustrado contrastó con el realizado legítimamente, no se contabilizó la asistencia, por lo que no se verificó el quórum, ya que no existió y ni siquiera hubo votación. Lo que sí hubo fue una autojuramentación, no se cumplió con lo establecido en el reglamento interior y de debates en cuanto a que la sesión debe ser instalada por el Presidente de la Asamblea, a quien le impidieron el ingreso al Palacio Federal, como consta en el abundante material gráfico que ha circulado profusamente por las redes sociales.
Apelaron a un artilugio solo válido para instalar el primer período de sesiones, trajeron del estado Carabobo al diputado electo de mayor edad, el mismo personaje que hace cinco años pronunció un discurso incoherente e incomprensible.
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En uno de los vídeos se observa nítidamente como el operador del oficialismo Francisco Torrealba le da órdenes al supuesto «presidente», al que hace un mes había calificado de corrupto, develando su verdadero juego. En los cálculos quizás no midieron acertadamente las consecuencias en el plano nacional e internacional de sus actos, además del rechazo a las pretensiones oficialistas de los países que han reconocido a Guaidó, el comunicado del Grupo de Lima fue suscrito por Guyana y Santa Lucía, miembros del Caricom y lo que es más significativo aún es la declaración de los gobiernos de Argentina y México que por sus características podían ser considerados por Maduro como aliados.
En el plano nacional, en la denominada «mesita» surgieron contradicciones importantes disminuyendo aún más su rol como aliado del oficialismo, quien ahora privilegiará a los tránsfugas tarifados protagonistas de la chapucería del domingo.
Posiblemente Juan Guaidó no pudo pronunciar el discurso que tenía previsto para un sesión sin los avatares conocidos, sin embargo en las palabras pronunciadas después de ser reelecto, hay un hecho que conviene destacar, la solicitud al partido, luego admitida por su organización política, de ser liberado de disciplina partidista; enviando una importante señal, que le permitiría en lo inmediato realizar algunos gestos hacia sectores sociales y políticos más allá de los que hasta ahora lo han respaldado.
Igualmente podrá conducirse con mayor amplitud y flexibilidad para asumir la dirección, acompañado de la mayor suma de voluntades, permitiéndole la confección de una dirección política colectiva a tono con las exigencias planteadas para despejar la ruta del cambio político.
Esperamos que el talento y la consecuencia de la actual conducción apoye los pasos y comprenda la oportunidad que pese a todas los dificultades y obstáculos a vencer ofrece la coyuntura actual.