Chávez como estilo político, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Nuestro continente siempre está mostrando novedades como si estuviera siendo explorado nuevamente y sorprendiendo con algo diferente al resto del mundo. De eso no escapa el desarrollo del universo político-social que en este se mueve. Sin embargo, no todo ha resultado para su beneficio, sobre todo en materia de crecimiento y desarrollo, por el contrario, ha sido como aquel ejemplo que no hay que seguir.
Solo América del Norte, ha salido ilesa, más por la fortaleza de sus instituciones y la inmediata reacción de su sociedad ante aquello que se vea como un notable factor que les impida llevar su vida rutinaria, o sencillamente que los lleve a ser desplazados como referentes en el mundo. En el resto de América, van dando bandazos de lado a lado en su intento de conseguir superar su ya depauperada y critica condición económica-social y política.
Latinoamérica ha subido las apuestas políticas, pero de forma pésima, causando más retroceso en sus procesos de desarrollo y con ello en sus condiciones de vida. La sociedad de esta parte de América, que en todo caso me refiero a la Central y Sur, ha buscado superar su pobreza y baja capacidad de desarrollo tal y como lo hacen sus vecinos del norte, apuntando sus objetivos en el mundo político que es donde se tejen todos los hilos desde donde se puede alcanzar el verdadero desarrollo, pero también el caos, la crisis y la miseria material e intelectual.
Con Chávez, el populismo comenzó su vertiginosa ascendencia como forma de manejar y utilizar la política. Los ejemplos más destacados, al principio del siglo XXI, fueron Evo Morales en Bolivia, quien decía de sí mismo que era el “hijo de Chávez”, Rafael Correa en Ecuador, Manuel Zelaya en Honduras a quien los vientos no le fueron tan favorables y Daniel Ortega en Nicaragua, eran los destacados ejemplos de ese populismo autoritario que pretendía confundirse con el progresismo democrático o las izquierdas de centro, y también de derecha, para dar rienda suelta a sus instintos autocráticos, lo que sigue en vigencia hoy día.
Luego de ese quinteto, la muerte se encargó de quien lo encabezaba y de los otros tres las instituciones, las dificultades entre ellos y sus pueblos. Ellos se ocuparon de sacarlos del camino; mas sin embargo seguía la búsqueda de la piedra con la cual tropezar de nuevo.
América latina sigue permeable en el tema de la tentación que ofrece el populismo y hoy, como si Chávez estuviera vivo, los populistas con clara tendencia hacia el autoritarismo y el personalismo exagerado, siguen en avanzada en cada uno de sus países. Si es difícil de entender, solo basta echar una mirada y los veremos con pasos firmes para cumplir sus objetivos de convertirse en los creadores de un nuevo sistema político diferente a la democracia.
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Pero veamos los ejemplos: Nayib Bukele en El Salvador, lleva adelante su propósito de modificar la Constitución de su país y para ello la gente le ha concedido la posibilidad de lograrlo al dejar bajo su control a la Asamblea Legislativa de ese país, comenzando un, acelerado, proceso de desalojo de todo aquello que pueda significar un contrapeso o equilibrio, en su propósito de ser un Chávez más. Pero uno superado. Al menos en cuanto a tiempos para afectar el sistema y consolidar su poder personal.
En el caso de Bukele, llama poderosamente la atención el señalamiento que se hace a un grupo de venezolanos que, aseguran muchos en El Salvador, son los asesores directos del actual presidente. En lo personal, si eso es cierto, no me extraña que esté ocurriendo.
En el extremo, se encuentra otro populista amenazante para la democracia de su país: Jair Bolsonaro. Una especie de imitador autócrata procedente del estamento militar, lo que ya deja mucho que desear para cualquier sistema civil donde exista libertad.
La lista continua, desde los que anuncian cambios constitucionales, hasta los que atentan contra la base fundamental de la democracia: el voto. Por lo que se hace urgente que los demócratas del mundo, sobre todo quienes nos encontramos en este hemisferio, iniciemos una cruzada para detener este ciclón de deterioro democrático que se cierne sobre nuestro Continente.
Luis Ernesto Aparicio M. es Periodista Ex-Jefe de Prensa de la MUD
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