Chávez humilla al CNE, por Teodoro Petkoff
El artículo 210 de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política (Lospp) dice: “En el lapso de cualquiera de las campañas electorales previstas en esta ley, el gobierno nacional, estadal o municipal no podrá hacer publicidad o propaganda favor o en contra de ninguna individualidad u organización que conlleve fines electorales y se limitará a los programas estrictamente informativos” . Además, taxativamente, obliga al CNE a actuar para garantizar el cumplimiento de ella: “El Consejo Nacional Electoral tomará las previsiones pertinentes para impedir o hacer cesar interpretaciones desviadas o interesadas de esta disposición” .
En su último «Aló Presidente», Chávez insultó del modo más desconsiderado y agresivo al gobernador del Zulia, Manuel Rosales, descalificándolo como mandatario y llamando a votar por el candidato chavista, general Alberto Gutiérrez. Fue claramente, sin atenuantes, propaganda en contra de un candidato y a favor de otro, en clarísima violación de la Lospp. Durante largo rato el Presidente estuvo violentando abiertamente las normas legales. No es la primera vez que lo hace, aunque la brutalidad del ataque a Rosales excedió todo límite. Antes que a Rosales también agredió groseramente a Enrique Mendoza en un mitin en la redoma de Petare, donde aupó, además, a sus candidatos locales. Probablemente son provocaciones calculadas, dirigidas a prevenir en votantes chavistas cualquier posibilidad de voto cruzado, por mandatarios que lo han hecho bien. Sin embargo, se salta la ley, de cuyo cumplimiento es garante el CNE. ¿Este no tiene nada que decir al respecto? ¿Puede este organismo hacerse el loco ante tamaña violación de la ley electoral por parte del jefe del Ejecutivo? ¿No perciben los integrantes de este organismo que el Presidente los deja como unos verdaderos bolsas cuando viola la ley en sus propias narices? Porque, en fin de cuentas, tanto como a Rosales o a Mendoza, también es al CNE a quien Chávez irrespeta con su comportamiento. A sus integrantes los deja muy mal parados cuando pone en evidencia que no se atreven a llamarle la atención. Hace poco, en Brasil, el máximo organismo electoral de ese país multó a Lula con el equivalente de 17 mil dólares porque en la reciente campaña municipal, en un breve discurso de ocho minutos, aludió elogiosamente a la candidata de su partido a la alcaldía de Sao Paulo. Así se procede en un país de instituciones o al menos en un país donde se esfuerzan por fortalecerlas. Aquí el primer zapador de la institucionalidad es Hugo Chávez. No hay norma ni regla que respete. Todas las instituciones públicas las ajusta a su voluntad y a su capricho. Pero lo más deplorable es que en el seno del gobierno no hay nadie que se atreva a reprochárselo y a exigirle una conducta cónsona con su condición de jefe del Estado. Ahí está el CNE como demostración de esa falta de entereza