Chávez sigue ganando, por Ariadna García
En 2012 cuando el fallecido expresidente Hugo Chávez estaba en su cuarta campaña presidencial, su discurso era otro; era evidente que el cáncer que padecía era la razón de ese giro, atrás había dejado el “patria, socialismo o muerte”, para aferrarse a la vida y para penetrar aún más en una sociedad que le veneraba. Hoy cinco años después de su muerte todavía gana.
En uno de sus tantos discursos dijo: “Chávez ya no soy yo, Chávez es un pueblo, Chávez somos millones, tú también eres Chávez mujer venezolana, tú también eres Chávez joven venezolano, tú también eres Chávez niño venezolano, tú también eres Chávez soldado venezolano, tú también eres Chávez pescador, agricultor, campesino, comerciante, porque Chávez no soy yo, ¡Chávez es un pueblo!”.
Veo muchos tipos de Chávez en el país y cuando esto ocurre me recuerda que su legado es real, que sigue vivo, que le permitimos que se regara en la población como una metástasis. Ustedes se preguntarán de qué hablo, parece mentira a estas alturas, pero no, es quizá la verdad más amarga y la que menos uno espera.
En los trabajos a veces impera el despotismo, se le bota a un empleado sin garantizarle sus derechos, se le fiscaliza la hora de llegada, de salida, se le requisa hasta el pensamiento, cuando eso ocurre allí veo un Chávez.
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Esto se repite en organizaciones civiles que buscan ser una esperanza para los jóvenes, se respira un clima de absolutismo donde no hay espacio para el diálogo, el intercambio de ideas, sino que se les impone, se les ordena, se les limita, allí también gana Chávez.
Cuando nos aprovechamos del más débil, cuando quemamos basura sin pensar en la salud de nuestros vecinos o en la del medioambiente, allí gana Chávez, ¿Qué diferencia tiene esto al que opera en el Arco Minero?
Cuando la tiranía viene del que hace la diferencia, del que defiende DDHH ¿Qué podemos esperar del otro que se supone es el opresor? Cuando todos estos rasgos son visibles en nuestra Venezuela, sabemos que esa mujer sí es Chávez, que ese hombre también lo es y que en definitiva hay muchos Chávez y que hay muchos porque como dije antes abrimos la puerta, dejamos que penetrara en nuestros valores, en nuestras acciones. Sin detenernos a pensar nos hemos convertido en lo que reprobamos.
Acabar con estos pequeños Chávez es una tarea individual, es apostar todo por la libertad de pensamiento, es procurar espacios democráticos en los lugares donde tengamos competencia, es respetar a tu empleado, a tu vecino, es respetar la Carta Magna, aunque sepas que el Estado no lo haga. Es permitir la pluralidad, es rescatar los valores, es hacer país desde adentro, es dejar de ser tan Chávez