Chávez vs Bernal, por Teodoro Petkoff
¡Cómo estará Caracas de sucia y descuidada que ayer Chávez se consideró obligado a llamarle la atención públicamente al alcalde Freddy Bernal! Hasta amenazó con ponerse él mismo a cumplir las funciones de burgomaestre de la ciudad capital.
Chávez, desde luego, no está descubriendo América. Caracas, ciertamente, es un desastre.
Pero está así desde hace algunos años. La negligencia e ineficiencia de Bernal no son ninguna novedad.
¿Por qué ahora ese templón de orejas? De pronto viene a la memoria un hecho que, sorprendentemente, pasó por debajo de la mesa:
el discurso de Freddy Bernal en el aquelarre chavista del pasado 13 de abril en el Teresa Carreño.
Ese día, como quien no quiere la cosa, coloquialmente, Freddy echó el cuento de sus “vivencias” la noche del 11 de abril de 2002. Con una cervecita virtual en la mano, como si de una amable charla entre panas se tratara, el alcalde pintó a un Chávez abatido, casi mudo, sin saber qué hacer, rendido, muy distante esa imagen de la del épico guerrero que la propaganda chavista ha querido vendernos después y que el propio Chávez, en sus bombásticos relatos sobre aquella noche, ha hecho rodar. Bernal se fijó hasta en el detalle de que siendo zurdo el presidente tenía la pistola al alcance de su mano derecha, lo cual, para el hombre de acción que es el alcalde, era como la evidencia de su escasa disposición para el combate. Lo cual, con saña exquisita, Bernal hizo constar ante los fervorosos asistentes al acto.
Más tarde, Chávez, en su discurso de clausura, hizo cinco veces la promesa de que el jamás “traicionaría”. A alguien debía tener en mente como “traidor” potencial. ¿Sería a Freddy Bernal? ¿Está la “revolución” próxima a tragarse a otro de sus hijos?
Ya meses antes, en el Teatro Municipal, en ocasión de la designación a dedo de las autoridades del MVR en Caracas (porque en el partido de la “revolución” no se elige a los dirigentes sino que los jefes de arriba designan a los de más abajo), los boinas rojas de Chávez habían pitado ruidosamente a los boinas rojas de Bernal, que éste, a imagen y semejanza de El Supremo, había impuesto como “dirigentes”.
A todas estas, sin embargo, es cierto que la ciudad de Caracas da asco. No sólo está sucia sino que parece asolada como por un ejército invasor, no siendo el menor de sus males la implacable hegemonía del hampa sobre sus habitantes. Sólo que Freddy, quien ya debe estar rumiando su venganza, seguramente pensará que Santiago de León no está peor que el país y que, de hecho, buena parte de sus males no son sino extensión y consecuencia de los problemas macro. Y no se equivocaría. La anarquía y suciedad de las calles no son sino fruto de una política económica giordano-perecista (de Felipe, no de CAP), que tiene al 20% (cifra oficial) de los trabajadores sin empleo y los obliga a la precariedad de la buhonería. Además, ya Bernal nos dijo que a él se le ha ido el 80% del tiempo defendiendo la “revolución” y que el 20% restante no le alcanza para nimiedades como esa de recoger la basura. !