Chávez y Maduro fraguaron una deuda pública externa más compleja que la argentina
Expertos recuerdan que el caso venezolano consta de un abanico de diferentes acreencias, por lo cual la reestructuración de la deuda será una de las más complicadas de la historia del mundo
“Venezuela tendrá una de las crisis de deuda soberana más complicadas del mundo”, afirmó en julio de 2017 Lee Buchheit, abogado del Middlebury College y doctor en derecho de la Universidad de Pensilvania, cuyos servicios fueron contratados por el presidente de la Asamblea Nacional (AN), el diputado Juan Guaidó, para asesorar, ad honorem, la reestructuración de una deuda externa que durante los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro escaló hasta los 150.000 millones de dólares.
El asesor de Guaidó sabía lo que decía. Su extenso currículum incluye trabajos con casi todos los casos de reestructuración soberana, entre ellos de Argentina, cuyo presidente Mauricio Macri recibió en 2015 un país aún endeudado hasta la médula.
Al igual que el caso venezolano, la crisis de la deuda de la nación sureña -que además corre el riesgo de cerrar el año con una inflación de hasta 30%, según el Fondo Monetario Internacional-, obedece a problemas de liquidez y de insolvencia del Estado para asumir sus compromisos externos
No obstante, la estructura de la deuda externa argentina, adquirida por el gobierno central y por gobiernos locales que emitieron títulos en dólares y algunos en euros, era muy diferente a la deuda que adquirió Venezuela en menos de dos décadas de chavismo. Esto a pesar de que entre 1999 y 2014, el país recibió 960.589 millones de dólares por exportaciones petroleras, un promedio de 56.500 millones de dólares anuales durante 17 años, según el economista Carlos Miguel Álvarez.
Un abanico de acreencias
“Nuestra estructura es aún más compleja”, afirmó el economista Leonardo Vera, profesor titular de la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Por lo que refiere que un proceso de reestructuración de la deuda venezolana será difícil de abordar, debido a la gran cantidad de acreedores que tiene.
“Por un lado, tenemos la deuda soberana, emitida por la República, y la de Pdvsa, que están representadas por bonos cuyos tenedores se encuentran alrededor del mundo. A eso se le suma la deuda con países que prestaron a Venezuela al menos hasta el año 2014 o 2015, como Brasil y Rusia”.
En cuanto a China, señaló, la deuda es con el Banco de Desarrollo de ese país (CDB, por sus siglas en inglés), que es público, por lo que se puede considerar que es una deuda con el gobierno asiático.
Pero esos compromisos no son los únicos que adquirió Venezuela en menos de 20 años. La nación también tiene una deuda pendiente con empresas multinacionales como Rosneft, cuyos préstamos a Pdvsa habían ascendido a 6.500 millones de dólares. Sin embargo, en un informe financiero publicado el 5 de febrero de 2019, la petrolera rusa informó que durante 2018 Venezuela redujo su deuda hasta 2.300 millones de dólares.
El título más emblemático emitido por Pdvsa es el bono 2020, pues la junta directiva de la estatal, designada por Maduro, otorgó como garantía prendaria 50,1% de las acciones de su filial en Estados Unidos Citgo Petroleum Corporation. Si en algún momento Pdvsa dejaba de pagar el bono, inmediatamente los acreedores podían tomar la garantía. No obstante, es el único título que Maduro ordenó pagar, dejando a otros 26 papeles que cayeran en default.
El 16 de mayo pasado, la junta administradora ad hoc de la petrolera, designada por el Parlamento, informó que canceló un pago por 71,5 millones de dólares en intereses del bono.
El experto dijo que Venezuela también tiene pendiente notas promisorias y una deuda contingente, que es la que está apareciendo a raíz de los procesos judiciales a cargo del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi), institución del Banco Mundial con sede en Washington, que obliga a Venezuela a pagar una compensación a varias empresas multinacionales que poseían activos y proyectos en Venezuela y que fueron expropiadas por el gobierno de Chávez, como las petroleras estadounidenses ExxonMobil y ConocoPhillips.
Así que tenemos una estructura de deuda bastante compleja y en ese sentido, ese sería una de las primeras razones por las cuales el proceso de reestructuración de la deuda venezolana podría lucir muy complicado, incluso bastante más complicado que el caso argentino”, advirtió
El economista Alejandro Grisanti, director de Ecoanalítica e integrante de la junta directiva ad hoc de Pdvsa nombrada por Juan Guaidó, coincide con Vera al afirmar que cada caso de reestructuración es diferente y que el venezolano será totalmente distinto al argentino por los diferentes tipos de deuda que tiene. Considera que ante el abanico de diferentes acreencias, la reestructuración de la deuda del país se convertirá en una de las más complicadas de la historia.
“Venezuela tiene deudas soberanas, de empresas públicas, en este caso Pdvsa. Tiene deudas multilaterales como con el BID, que está en default, deudas bilaterales con China y Rusia, deudas garantizadas que tienen como garantía activos de Pdvsa en el extranjero, deudas con suplidores, tiene además notas provisorias y deudas comerciales. Este es el legado que nos dejan Chávez y Maduro, un legado de muchas acreencias que harán que el caso venezolano sea único”, dijo Grisanti.
15 años de agonía
Días después de que Macri resultó electo en el balotaje del 22 de noviembre de 2015, el mandatario argentino prometió que revitalizaría la economía del país, que sufría las consecuencias de años de gastos realizados por el Estado mayores a sus ingresos no financieros, de una ininterrumpida depreciación del tipo de cambio y del incremento acelerado de precios. Su victoria puso punto final a los 12 años ininterrumpidos de la era Kirchner.
El 19 de febrero de 2016, el juez federal Thomas P. Griesa del Distrito Sur de Nueva York, levantó una orden que impedía al país suramericano adquirir más dinero en los mercados de bonos y poder pagar a sus acreedores. Posteriormente, el gobierno de Macri y cuatro fondos de cobertura llegaron a un acuerdo y Argentina convino en pagarles 4.650 millones de dólares, lo que significó el principio del fin de 15 años de agonía.
La restructuración de la deuda argentina no es un modelo para nadie, por el contrario, es un doloroso y larguísimo proceso que comenzó a principios de la década del 2000”, señaló Vera. En 2001, el país incumplió pagos por 132.000 millones de dólares en préstamos
“Pero cerró un largo ciclo con la negociación que hizo el gobierno de Macri hace apenas tres años con los llamados fondos buitre en Argentina, que no se habían acogido al acuerdo que el ministro Lavagna había propuesto durante la época de Néstor Kirchner y que durante muchos años estuvieron litigando contra Argentina. Al final ganaron una batalla en un tribunal norteamericano”, relató el economista. En 2012, Griesa ordenó a Argentina pagar a los fondos buitre el valor total de los bonos (4.650 millones de dólares).
A la hora de reestructurar la deuda externa venezolana, indicó, se debe tomar en consideración su heterogeneidad por las características de los bonos emitidos por la República y de los otros emitidos por Pdvsa, que son diferentes y no tienen las mismas cláusulas de acción colectiva. Además, los contratos con los acreedores China, Rusia y Rosneft también son distintos, aunque son contratos no transparentes porque nunca fueron presentados ante la Asamblea Nacional.
Se debe encontrar una solución en términos bilaterales, pues no hay una solución general para la reestructuración de estos distintos tipos de deuda. Venezuela no puede decir que cambiará todos por un bono con unas características, tiene que ir y sentarse en negociaciones bilaterales con cada uno de estos acreedores y tratar de llegar a un acuerdo de reestructuración que implicaría lo que siempre implica una reestructuración: modificación de plazos, modificación de intereses y quizás reducción de deuda”, explicó el miembro de la Academia de Ciencias Económicas
Por último, añadió que la reestructuración de la deuda externa argentina y la de la deuda venezolana son dos procesos muy complejos y con sus singularidades. El experto considera que “la alternativa democrática en Venezuela” se está preparando correctamente para un proceso de reestructuración. “En este momento está tratando de lidiar con una fase que ha llamado de protección de activos para, de alguna manera, entrar una vez que haya las condiciones políticas y económicas, además del soporte y la cooperación de la comunidad internacional, en un proceso de reestructuración”.
Entonces, a pesar de que “el daño que podrían causar los acreedores en Venezuela en un litigio es considerablemente mayor que el que Argentina ha enfrentado”, como advirtió Buchheit en 2017, cabe esperar que el proceso de reestructuración de la deuda externa venezolana no siga el mismo camino que el argentino y se prolongue por 15 años.
El FMI informó el 7 de mayo que está dispuesto a contribuir a la recuperación de Venezuela, país cuya actividad económica ha caído más de 50% desde que Maduro asumió la Presidencia en 2013. “Estamos haciendo trabajos, estudiando la economía venezolana, pensando en cuáles serían las políticas adecuadas para restablecer un proceso de crecimiento sostenido. Nosotros siempre estamos listos para ayudar a nuestros países miembros cuando ellos lo soliciten”, dijo el director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner.