China acomoda su lugar a palos, por Luis Ernesto Aparicio M.

Twitter: @aparicioluis
El Congreso del Partido Comunista Chino, en su edición número 20 no ha ofrecido mayores sobresaltos, mucho menos novedades, más allá de lo que es la confirmación de un liderazgo que se va convirtiendo en el más fuerte de esa nación de unos 1.426 millones de habitantes (aunque la India luce como el país que tendrá la mayor población del mundo para finales de 2022) y que puede ser la envidia de cuanto dictador pulula en el mundo.
El ahora presidente Xi Jinping ha ido escalando hasta el poder absoluto desde una personalidad más bien gris y golpeada por su infancia y adolescencia vivida en el campo, pero que con su estilo tiránico y una notable habilidad podría estar, en esa posición, por más años que cualquier otro líder chino, más allá del tiempo que estuvo el fundador Mao Zedong o Tse-Tung.
El actual presidente, de 69 años, podría estar ocupando el cargo por todos los años que restan de su vida ya que una reforma constitucional de 2018 así se lo permite. Es uno de los tantos casos de dictadura que anula la libertad, con el sueño de una vuelta atrás para su país. Y cuando decimos vuelta atrás es porque Xi Jinping seguro que empeñará todo su esfuerzo en la ideologización de la nación, pese a su crecimiento gracias al capitalismo, para consolidar, según sus palabras: «el nuevo socialismo».
En ese mismo orden, se enfocará en uno de sus objetivos: desplazar a los Estados Unidos como potencia. Pero, qué podría significar para el mundo un cambio de la relación del poder en el ámbito internacional. Desde nuestra óptica mucho más de lo que hasta ahora podemos visualizar. Las maniobras internacionales de China y su consabido crecimiento económico, tecnológico y militar, sin duda están dirigidas a consolidar ese proyecto.
La China de Xi, por lo visto en la escena donde es empujado el exlíder y su antecesor Hu Jintao hasta sacarlo del muy coreografiado acto del partido, tiene todos los detalles acomodados «a palos», al estilo del, para muchos, deslumbrante líder. Ya ha logrado esquivar una guerra arancelaria declarada por el anterior presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y ha doblegado a una pandemia que parecía consumirle en corto tiempo. Ahora se está preparando para avanzar hacía otras etapas que le ayuden a sobresalir en el mundo, incluso en este lado del hemisferio donde ya tienen una influencia bastante considerable.
No obstante, la China exitosa de hoy es la referencia menos indicada para que el mundo pueda tomar al pie de la letra todas sus lecciones. Con la pandemia, la dictadura china ha quedado al descubierto con los probados abusos en el uso de la tecnología para el control y seguimiento de los ciudadanos, ya que su uso excede los límites del resguardo de la salud y el combate de una enfermedad, convirtiéndola en una excelente arma contra de las libertades. La inteligencia artificial usada por China para el control de la pandemia ha permitido al partido fiscalizar todo aquello que se publique y que no sea satisfactorio en su línea, lo que hace pensar a más de un autócrata en métodos, sino iguales, al menos parecidos para el control de sus ciudadanos.
Además el avance comercial en pleno terreno de juego de los Estados Unidos hace pensar que el dragón asiático tiene muy claro lo importante que ha sido y será el abrir nuevas relaciones comerciales con el continente americano. De allí que hoy escuchemos sobre la apertura de zonas comerciales como la que intenta con Uruguay y que amenaza los tratados comerciales en el Mercosur y con los Estados Unidos, país que luce más interesado en Europa que en su continente.
Insistiendo, la idea fundamental del líder chino es mantener su proyección de poder más allá de sus fronteras y así intentar, junto con otros socios como Vladimir Putin, obligar un cambio en el orden mundial. No obstante para convencer, antes debe resolver sus acciones sobre temas sensibles para la humanidad como lo son: frenar los recortes de libertades, participación activa en el cambio climático, la ya descubierta red de explotación pesquera en aguas suramericanas (barcos chinos se encuentran explotando la diversidad marítima muy cerca de Ecuador) y el uso de equipos de rastreo a grupos sociales.
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Ahora mismo, China ha soltado todas sus redes en el mundo por lo que se encuentra dispuesta a depredar todo lo que consigue a su paso, con un autócrata dirigiendo y arrasando una sociedad que está entregada al capitalismo, con toneladas de atún y calamares en aguas lejanas, pasando por grandes reservas de petróleo, carne de ganado, software y programas digitales de seguimiento continuo, hasta el control, así sea con el uso de la fuerza, como lo ha anunciado Xi Jinping (refiriéndose a Taiwán). Siendo todo esto lo que menos desearía un mundo libre de una nación que aspira a convertirse en el nuevo centro de poder mundial.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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