China, ¿mercado o ideología?
China se proyecta como uno de los grandes productores del mundo. Para ello buscan materias primas entre ellas el petróleo
Autor: Eloy Torres Román
Hace algún tiempo en el Consejo venezolano de Relaciones internacionales (COVRI) realizamos un curso acerca del papel de China en el siglo XX y su proyección sobre el XXI. En ese escenario pedagógico, discurrimos varias ideas, tanto el Dr. Kenneth Ramírez, Presidente- fundador de nuestro centro de reflexión (think tank) como el suscrito. En primer lugar destacamos el papel que ha ido adquiriendo China en la actualidad. Ella, es perseguida por la modernidad, pero, al estilo chino. No todas las modernidades son iguales. La china responde a sus características. No ha sido fácil para ella. Hubo de pasar mucho tiempo; aún bajo el comunismo de Mao Tse Tung, ese país la buscó, repito, a su manera.
Pero, desde 1978 asumió un vertiginoso empuje. Teng Xiao Ping, la impulsó. Su teoría: “No importa el color del gato; lo que importa es que cace ratones”. Hoy, China se presenta cual guía del mundo, pues disfruta de una enorme posibilidad. Su hegemonía crece. Sus tentáculos se expanden por el mundo: Europa, Asia, África, Oceanía y América Latina y particularmente en nuestro país.
Hemos dicho, parafraseando a Martín Jacques, historiador inglés quien dice que China motivará el ascenso de un nuevo orden mundial. Su impacto será, y ya es, grande, muy grande, pero no mayor que el norteamericano durante el siglo XX. China ha controlado su realidad, gracias a sus tradiciones culturales; ha introducido una economía de mercado, bajo el signo chino para evitar la conflictividad social. Disfrutan, dicen ellos, de una sociedad armoniosa. Ellos, se proyectan como los grandes productores del mundo. Para ello buscan materias primas. En este escenario aparece Venezuela. Nuestro país, mejor dicho el gobierno bolivariano ha endeudado al país con el gigante asiático con la promesa de entregar petróleo a futuro.
China, sabe de las “debilidades” bolivarianas en el manejo poco pulcro, para no llamarlo poco ortodoxo, de las finanzas públicas del país. Conoce de su corrupción. Por tal razón China ha amarrado a Venezuela a un nefasto esquema. Han entregado dinero a raudales que poseen en sus bolsillos para endeudar al país. Hoy Venezuela está comprometida con el gigante asiático. ¿Cómo pagaría Venezuela? China busca, como todo actor que observa, en primer lugar su interés nacional, salir ganancioso de un acuerdo. China busca petróleo, oro, plata u otro tipo de producto, pero barato y a raudales a fin de logar la satisfacción y el bienestar de su inmensa población. Son más de 1.300.000.000 de habitantes. Una nimiedad, como quien dice.
En todo caso, nos proponemos explicar, algo que los bolivarianos- por no conocer los intríngulis de la historia, pues se limitan a copiar dogmáticamente, frases vacías que otros han pronunciado – no hacen. China, debe su éxito económico, en parte por aplicar el mercado como emblema, por un lado; pero, por otro lado, por promover un modelo que se origina en el concepto: el estado-civilización. Mientras que en Occidente, y nosotros con ellos, abordamos la historia desde el punto de vista del Estado- nación. Occidente se ha formado mediante ese esquema; en tanto, China ha sido consecuente con su visón del mundo; incluso, bajo el comunismo de Mao Tse Tung. China asumió no sólo su historia, sino su civilización. Es un proceso vivo y dinámico; en lugar de ser estático y sin vida. Como aquellos, cuyo objetivo es observar el pasado. China, piensa en su país y no en individuos, no importa si están vivos o muertos. Su último Dios: Mao Tse Tung, ya murió; por cierto, no es venerado para nada.
Hoy, China es una pujante nación que se aproxima a ser la gran potencia del siglo XXI. Su adelanto es inobjetable. Ya veremos si logra adelantarse al poderío de los EEUU. Según todo indica, a China le falta adelantar su manejo en materia bélica. Por otro lado, y esto es muy importante, China no quiere ser solamente vendedor de mercancías. Su papel crece y muta en la medida que el mundo lo hace también. China, como cualquier potencia observa al mundo a través de su propia historia y buscará, dependiendo de las naturales restricciones actuales, rehacer al mundo a su imagen y semejanza. Ella, verá al mundo como un “estado-civilización”, con sus características, en lugar de hacerlo cual “Estado-nación”. Ello cambiaría la naturaleza del mundo.
Aunque las cosas no son tan fáciles. El mundo respira, pero, con dificultades. Creemos estamos ante una “guerra fría” no declarada. Trump sabe lo que tiene al frente. No es casual su postura frente a China y, la guerra comercial, por ahora, la confirma. No sabemos luego. E incluso, podemos decir que una “guerra fría” entre los EEUU y China, no sería igual que la que hubo entre la extinta URSS y los EEUU. El crecimiento económico, sus progresos en el manejo tecnológico y científico indican ser una seria amenaza para el poderío norteamericano. Esa realidad no acompañó al enfrentamiento de los soviéticos con los americanos. La URSS, nunca fue un peligro real para los EEUU. Hoy, es distinto y se impone construir una narrativa que englobe esa relación anómala y difícil. ¿Cómo detener al dragón que viene con fuego en la boca y quema todo lo que toca? No se trata de la “coexistencia pacífica ni del equilibrio del terror (MAD)”. Esos, como elementos conceptuales, son insuficientes.
Mientras esto ocurre, se observa, y los EEUU no son indiferentes a ello, como China se mueve muy lentamente, pero a pasos agigantados sobre el mundo, particularmente sobre América Latina. China habla de “nuevas oportunidades de cooperación entre China y América Latina”. Pekín busca fortalecer sus lazos mediante la inversión de recursos para dominar el mercado latinoamericano. Se comenta que hay la posibilidad de invertir en la región cuantiosos recursos, mediante la intensificación del intercambio comercial. Recuérdese que China es una afanosa “consumidora” de materias primas y Venezuela posee en su subsuelo, justamente el “commodity” más buscado durante el siglo XX y de lo que va el XXI: petróleo.
En todo caso hay un drama geopolítico para los EEUU. Ellos, en 2017, modificaron su “Estrategia Nacional de Seguridad” para ponderar la “hipercompetitividad china”. Ella, es vista como una amenaza real. Sus acciones son consideradas un serio peligro para los intereses de los EEUU y de sus aliados en la zona. Evidentemente se refieren a los actos unilaterales chinos, en el Mar de China del Sur, en el cual ésta, ha construido un conjunto de islas artificiales, que les permitan a Pekín utilizarlas como bases y aeropuertos militares con una elevada técnica para desplazamientos rápidos.
Por lo que los EEUU, para mantener una superioridad militar han debido introducir demandas internas para acrecentar su fuerza en esa área. Busca modernizar las fuerzas navales. Quizá, Trump asimiló, lo que sentenciase Napoleón Bonaparte en una ocasión: la guerra se gana con recursos y más recursos. Todo ese esfuerzo apunta a ponderar un posible conflicto con China. Para ello debe contar con unas fuerzas navales, en primer lugar, bien “aceitadas” y listas para un rápido desplazamiento, ante un eventual escenario de confrontación con las fuerzas chinas en la región.
Esta decisión de Trump ha irritado a Pekín. También hay otro capítulo que acrecienta su “molestia” y es el que se refiere al supuesto espionaje chino para adquirir material tecnológico militar y científico. Para los norteamericanos, China es una nación extranjera que busca imponer una sola dominación. Pretende ser una superpotencia, por encima de los otros actores globales. No es casual que los EEUU hayan adoptado medidas muy duras para fortalecer su sistema cibernético. Busca fortalecer su sistema y el de sus aliados en la zona. El gobierno americano se ha concentrado en seguir, paso a paso, las actividades de los ciudadanos de origen chino en su país, e igualmente en los países aliados. No es una confrontación ideológica, pero si es una confrontación que apunta a un desenlace peligroso.
Trump está listo para seguir adelante. China deberá estar preparada para enfrentar la furia del presidente de pelo amarillento, como amarillo es, supuestamente el color de los pobladores de China. La globalización pasa por definir el rol de China y de los EEUU. Trump se apresta a conducir el caballo norteamericano para derrotar a China. Ella, se puede esperar por una mayor presión tanto militar como económica de parte de Trump. Repetimos: no es una confrontación ideológica; sino una que busca mostrar cuál es la nación más poderosa. El mercado lo decidirá. Para Trump, es claro que América; por lo que durante su campaña electoral, no bromeaba, cuando, decía: ¡America First!
*Eloy Torres Román es diplomático, profesor UCV, analista internacional y miembro del COVRI