China y la lucha contra la pobreza, por Víctor Álvarez R. / Davgla Rodríguez A.
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El pasado 26 de febrero de 2021, el presidente de China, Xi Jinping, anunció: «Hemos completado la ardua tarea de erradicar la pobreza extrema». En 1980, casi el 90% de la población china estaba por debajo del umbral fijado por el Banco Mundial. A finales de 2019, solo un 0,6 % de la población —equivalente a 5,5 millones de personas— vivía por debajo de este umbral, según estadísticas verificadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
El estándar establecido en 2011 por el gobierno chino considera pobres a residentes en zonas rurales cuyos ingresos no superen los 1,2 $/día en vez de los 1,9 $/día que establecen otras instituciones internacionales y no tengan un acceso básico a vivienda, agua potable, alimentos, vestido, sanidad y educación. Los responsables de la Oficina de Reducción de la Pobreza de China aseguran que el umbral del país calculado en poder adquisitivo real ronda los 2,2 $/día.
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Según la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, en 2017 China puso en marcha más de 12.000 proyectos de reubicación para avanzar en su lucha contra la pobreza. Los realojamientos son necesarios para el acceso al agua, comida y educación. Un total de 22 provincias recibieron fondos de reubicación por más de $ 38.240 millones provenientes del presupuesto central, créditos de gobiernos locales, fondos de alivio de la pobreza y créditos del gobierno central.
Los aldeanos aprenden nuevos oficios y aprovechan las oportunidades que brindan las nuevas tecnologías para promocionar los productos de su tierra a través de las plataformas digitales. Estas promueven el «consumo de productos de áreas pobres».
Los influencers recomiendan los productos de las regiones pobres a fin de promover un nuevo patrón de desarrollo donde las áreas rurales participan cada vez más. Un ejemplo es la de venta de trajes típicos que se bordan según la tradición milenaria. Gracias a la colaboración de las empresas especializadas en ventas online, los pedidos aumentan y así crecen los ingresos de las familias pobres.
En China, la desigualdad entre las zonas urbanas y rurales, entre las provincias occidentales y costeras, entre los condados más ricos y los más pobres de la misma provincia, y entre los diferentes grupos de la sociedad fueron motivos para planificar minuciosamente la erradicación de la pobreza. Esta tarea se sustentó en el impulso a la industrialización que generó millones de nuevos y mejores empleos.
Desde 1980, China es el país con el mayor crecimiento económico del mundo y llegó a registrar por varios años tasas de aumento interanual superiores al 10%. El gigante asiático espera seguir creciendo y ser la locomotora que impulse el crecimiento de otras economías. A lo largo de estos 40 años, el aporte de China a la economía mundial ha pasado del 1,5 % al 15,4 % actual y el PIB per cápita se ha multiplicado por casi 65.
El sostenido crecimiento y diversificación de la economía permitió sacar oficialmente de la pobreza a más de 800 millones de personas. La magnitud de los logros obtenidos por China ha sido muy significativo y fue posible gracias a una planificación de largo plazo.
Víctor Álvarez es Economista. Investigador/Consultor. Premio Nacional de Ciencias.
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