Chismes de septiembre, por Marisa Iturriza
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Usualmente, el mes de septiembre era el de regreso a clases y la Historia relata que el día 18, como este viernes de 2020, fue cumpleaños del emperador romano Domiciano, cuyo mandato se hubiera eternizado como por supuesto él, como todo dictador, aspiraba, si no hubiera sido porque unos allegados se lo impidieron asesinándolo abruptamente.
Hace años, este mes solía oírse cantar por radio Hoy volvemos a la escuela anhelantes de saber/Cual bandada de palomas que regresan al vergel, lo que aparte de que ya era complicado por deficiencias tales como locales inadecuados sumados a formación deficiente de docentes añadida a la falta de salarios dignos, no será posible porque llegó el covid-19 como roja-rojita guinda del pastel, y solo acudirán a la escuela los que tengan con que pagar, o la privilegiada progenie oficial que pueda ir al exterior a prepararse para cuando hereden el poder.
Históricamente poco se sabe de cómo vivían los habitantes originales de Caracas antes de los 400 y pico años de su fundación, pero desde entonces fue avanzando hasta tener agua corriente, electricidad, alumbrado público, gas, vías transitables, estructuras, banca, instituciones educacionales y hospitalarias tanto públicas como privadas, empresas, empleo, (in)ciertos niveles de seguridad, transporte ¡Metro! gasolina, prensa, radio, TV, teléfono e internet aunque intermitente, mas una notable actividad cultural y recreativa, etc., todo mejorable pero asombrosamente interrumpido para involucionar a capitanía general de un terreno anclado en el Mar Caribe.
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Así que no debe asombrar el retroceso a paso de vencedores de tener que cargarla en peroles si no se puede pagar el agua de una de esas cisternas importadas porque las tuberías rotas no se reparan, alumbrar con velas que están carísimas si la luz se va, cocinar con leña para desforestar y además contaminar el ambiente, curarse del coronavirus con un guarapito de esos que recomienda pero no ingiere la nomenclatura si se contagia, poner en el tanque del carro esa especie de tecito importado que huele raro y -como en la Era Previa a La Rueda- desplazarse a pie tal como antepasados prehistóricos que emigraban y hasta atravesaron continentes.
Tras las innumerables metidas de pata que aún se siguen cometiendo desde ese pasado oscuro como algunos cielos de Septiembre, esos parientes prehistóricos unieron trabajo y talentos aspirando futuros tan libres y luminosos como otros de esos mismos cielos. Ojalá los logremos.
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