Ciencia e innovación en tiempos de inteligencia artificial, por Marino J. González R.
Twitter: @marinojgonzalez
Luego de leer que un senador del estado de Massachussets había introducido una propuesta de ley preparada con el apoyo del chatbot de inteligencia artificial, ChatGPT, me quedó bastante clara la alta velocidad de utilización de esta invención, disponible desde hace apenas dos meses a escala global. En la última semana se ha reportado su uso para conocer el desempeño ante las pruebas de selección universitaria en España, y en el desarrollo de múltiples tareas, desde discursos hasta rutinas de programación. Solo para citar algunos ejemplos.
Visto que esta invención se ha hecho un fenómeno social, con las específicas connotaciones en países y regiones, es relevante examinar sus aplicaciones, y especialmente, las perspectivas en lo que se refiere a la enseñanza y la creación de conocimientos.
Las primeras reacciones demandando la prohibición del uso de ChatGPT han chocado con la realidad. Más que prohibir su uso, el problema es identificar la mejor forma de usarla. En el ámbito de la enseñanza, el reto consiste en aprovechar su potencialidad para ayudar a las personas a plantearse y formular mejores preguntas sobre sus realidades.
Esto implica, en la práctica, un mayor énfasis de la docencia en el acompañamiento de los estudiantes para la generación de preguntas. En todas las fases del ciclo educativo, incluyendo la formación que se realiza en empresas, organizaciones sociales y culturales, entre otras. Lo que antes requería la consulta de libros o fuentes diversas disponibles en internet, ahora es «ordenado» por ChatGPT y sus “colegas”. De tal manera que, si la enseñanza no ayuda a construir el marco de referencia para interpretar esas respuestas ordenadas de ChatGPT, no se obtendrá el objetivo central que es la elaboración de interpretaciones críticas y diversas de la realidad. Obviamente, esto supone para los docentes conocer las virtudes y limitaciones de este nuevo instrumento para la formación.
De igual manera, para los investigadores, sean los que tienen experiencia y los que están en formación, la utilización de ChatGPT sin haber elaborado la conceptualización de los problemas, podría conducir a una situación en la que no se tiene la capacidad crítica para analizar los resultados de sus consultas. Dada la forma que tiene ChatGPT para ordenar el conocimiento disponible, es posible que sus resultados sean incompletos, equivocados, no especializados. En realidad, ChatGPT puede ser utilizados como una herramienta poderosa para ponderar el conocimiento disponible, pero no para identificar el conocimiento necesario. Dado que este último proviene de la interpretación y la anticipación, es clave la elaboración conceptual previa que hagan los investigadores, sea de manera individual o asociativa.
El amplio uso de ChatGPT en las últimas semanas pone de relieve aspectos centrales para la difusión de la inteligencia artificial. En primer lugar, la alta demanda por recursos financieros para seguir mejorando estos inventos. Las dimensiones de esos requerimientos pueden ser extraordinarias. Están sujetos a las tendencias de la innovación global, y seguro obligarán al cambio en las estrategias de empresas creadoras de estas tecnologías, y, consiguientemente, a la aparición de nuevas empresas.
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Un segundo aspecto está relacionado con la importancia de que estas alternativas sean de uso abierto. En la medida que exista la posibilidad de recabar y analizar las múltiples interacciones con estos chatbots, se expande de manera astronómica la información derivada de esas interacciones, las cuales se pueden mejorar «inteligentemente». Es decir, que en los próximos tiempos es lógico esperar que estos chatbots producirán mejores resultados con mayor cantidad de información analizada. Lo que nos lleva al tercer aspecto, el cual es la competencia creciente por diseñar mejores chatbots, con las expresiones de la gran brecha entre los países y empresas que pueden participar, y aquellos que no tienen posibilidades de superar estas fronteras tecnológicas. Habría que agregar esta brecha a las ya existentes en el mundo en lo que respecta a la creación y utilización de conocimientos.
Si se pudiera señalar en pocas palabras el mayor impacto que tiene la aplicación abierta de modalidades de inteligencia artificial, como el ya célebre ChatGPT, yo diría que es la inmensa posibilidad de refinar y ampliar preguntas relacionadas con la creación de conocimientos. Lo que implica valorar el proceso de elaboración de preguntas, y la entidad de las propuestas de investigación.
Aplicar el inmenso potencial de estos chatbots para tales tareas, puede generar mejores preguntas para encontrar mejores respuestas a los grandes problemas del desarrollo. Y en línea con eso, fortalecerá la docencia basada en preguntas, con la puesta de moda de las conversaciones, sean presenciales o a distancia, y con el regreso del examen oral para conocer lo que efectivamente piensan los estudiantes y los investigadores. Es decir, la mayor utilización del diálogo como estrategia para la creación de conocimientos. Esas son realmente excelentes noticias para la ciencia y la innovación.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).
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