Cinco Temas: Guaidó, por Fernando Luis Egaña
Ha sido valiente y centrado en aspectos principales. Sin ser un orador especial, ha logrado reanimar las expectativas con su proceder. La «mala tarde» –como se dice en términos taurinos– que tuvo el 23 de febrero, fue compensada por su regreso al país y sus palabras de entusiasmo. El profesor y escritor Francisco Plaza señala que la disyuntiva venezolana es entre la vida y la muerte. La ayuda humanitaria es vida. El cambio político es vida. El continuismo del presente es muerte.
Maduro y los suyos intentan proyectar que la disyuntiva es entre la guerra y la paz. Guaidó sería la guerra y Maduro la paz. Una gran falsedad que está envuelta en malevolencia. Hay que enfrentarla. El desafío es darle oportunidad a la vida, es decir al cambio, a un futuro distinto, a la superación de la catástrofe
La guerra de Bernal
Freddy Bernal dice que estamos en guerra… Supongo que no se refiere a la guerra del poder hegemónico en contra del pueblo venezolano, sino a las acciones nacionales e internacionales de legítima defensa y presión a ese poder hegemónico que, además, él también representa. Desde el poder se observa todo de una manera radicalmente distorsionada. Es como un mundo al revés. Lo bueno es malo, lo malo bueno, y lo peor es lo mejor.
No sé si Bernal se interesa por la relación entre la manipulación del lenguaje y los hechos concretos. Pero de eso se trata la actuación de los jefes de la hegemonía, comenzando por sus patronos en La Habana, auténticos expertos en esa materia. La guerra del poder en contra del pueblo es cruel, incesante y cada vez más violenta, en lo político, económico y social. Esa es la verdadera guerra que padece Venezuela.
Masacre en la Gran Sabana
Conozco a una persona que conoce como pocos a la Gran Sabana. A su gente, en especial a los Pemones, a toda su geografía, a sus vastos recursos y a la tragedia que está sufriendo por la depredación minera y por la represión política, en particular en Santa Elena de Uairén. Los medios de comunicación, o más bien las redes sociales, no alcanzan a transmitir la gravedad de la situación, que esta persona muy conocedora de la región, si la expresa con angustia y dolor.
Gustavo Tarre Briceño, el representante de la Asamblea Nacional ante la OEA, califica esa realidad como un genocidio. No exagera. Un genocidio es un exterminio de un grupo social. Eso es lo que ocurre con los habitantes de la Gran Sabana. Tanto por la minería destructiva que instiga el poder político y militar, como por el asesinato de los líderes Pemones que defienden sus legítimos derechos. Hay una masacre en la Gran Sabana, que se agrava día a día.
Historiadores serios
En Venezuela los ha habido y los hay. En tiempos recientes, se debe mencionar al finado Manuel Caballero y al todavía activo Germán Carrera Damas. Elías Pino Iturrieta se ha preocupado no sólo de escribir historia sino de formar a personas con deseos de convertirse en historiadores. Conozco a varios, muy jóvenes por cierto, y los aprecio por la calidad de sus trabajos y por su vocación académica, incompatible, desde luego, con el mercadeo comercial.
Inés Quintero es una figura que sobresale, así como también Carole Leal Curiel, quizá una de las mejores especialistas en el proceso genésico de nuestra Independencia. Destacan Rafael Arráiz, Tomás Straka y Gehard Cartay entre los historiadores de generaciones intermedias. Faltan muchos nombres, ciertamente. Nombres de historiadores serios, tanto profesionales como aficionados. No faltan, por otra parte, los nombres de los que no lo son.
Bernie Sanders y Maduro
El senador por el estado de Vermont y aspirante a la candidatura presidencial del partido Demócrata, Bernie Sanders, se ha convertido en el símbolo político del ala más a la izquierda de su partido. Es un intelectual de garra y de opiniones polémicas, y se le reconoce su honradez como servidor público. Hace poco declaró sentirse incómodo con el régimen de Maduro, pero se negó a utilizar la palabra «dictador» para calificarlo. Es una lástima que ello sea así, porque el criterio del senador Sanders tiene peso en círculos donde aún la hegemonía de Maduro mantiene cierta entrada.
El que en Venezuela se mantenga alguno que otro disimulo de ropajes seudo-democráticos, no significa que Maduro no sea un dictador. Significa que no necesariamente es un dictador convencional sino uno que se disfraza de justicia social y de democracia revolucionaria para engatusar a los incautos o para facilitar las interesadas justificaciones de (parte) de la llamada «izquierda caviar». Bernie Sanders no es un incauto ni tampoco un trapacero. Por eso sus comentarios son tan dañinos para la causa democrática de Venezuela.