Cinco Temas: Un apagón sin fin, por Fernando Luis Egaña
Las cosas son como son. No es que el colapso del sistema eléctrico venezolano produzca multitud de apagones en todas partes del país. No. Es que hay un mega apagón indefinido, dentro del cual, en algunos lugares y por cierto tiempo, hay luz. Pero lo primero, es decir, el apagón sin fin, es la regla; y lo segundo, o los llamados «alumbrones» la excepción. Por eso ya pasamos el umbral de la crisis eléctrica al del colapso eléctrico.
Todo por causa de la hegemonía que abandonó al sistema eléctrico, y no contenta con eso lo depredó, y no contenta con eso, se sirvió de la debacle para hacer unos negociados que dejarían pasmados a los jefes de la mafia rusa o a los jefes de los carteles mexicanos del narcotráfico. Es la pura verdad. Venezuela está sumida en un apagón sin fin, que sólo podrá empezar a superarse, cuando sea superada la tiranía corrupta que lo causa.
El apoyo de China y Rusia
Las relaciones de la hegemonía roja con China y Rusia no tienen nada que ver con el desarrollo de Venezuela sino con el continuismo de la propia hegemonía. En un contexto completamente distinto, esas relaciones serían transparentes y podrían colaborar con los intereses nacionales. Eso es imposible con Maduro y también lo era con su predecesor. Lo que buscan son aliados políticos que además le presten plata al poder, a cambio de empeñar, si fuera necesario, el Panteón Nacional.
¿Puede el apoyo de China y Rusia, por tanto, apuntalar a Maduro? La respuesta que daría es que sí, al menos por un tiempo. Son como bombonas de oxigeno para un enfermo terminal. No curan pero permiten que el cuerpo siga aguantando. Me refiero, desde luego, al cuerpo de la hegemonía despótica y depredadora que aún impera en Venezuela. No me refiero a la nación venezolana, asolada sin piedad por los mandoneros que la destruyen.
¿Quién manda más?
A la pregunta de quién manda más en Venezuela, creo que la respuesta es obvia: el general Raúl Castro, mandamás, así mismo de Cuba. Después viene Ramiro Valdez, segundo de Raúl Castro y uno de los llamados Comandantes Históricos de la Revolución Cubana. Funge como Virrey de Venezuela desde hace años. Luego viene la controversia incesante entre Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Pero ninguno de los dos últimos nombrados es autónomo de la sujeción cubana. Acaso uno lo sea encantado de la vida, y otro porque no tiene alternativa. En lo fundamental la cuestión del poder en nuestro país, lamentablemente, sigue siendo la misma. Hay unos patronos colonialistas que continúan teniendo la sartén por el mango.
Represión y más represión
No fue por una casualidad de la vida, que Venezuela se transmutó en uno de los países más violentos del mundo a lo largo de esta centuria. La naturaleza violenta del poder que ha sojuzgado a la nación y lo sigue sojuzgando, así lo explica. La violencia engendra violencia. Y la violencia político-social engendra violencia político-social. Para nadie es un secreto que la criminalidad organizada es un componente central del poder, luego éste tiene que ser violento.
La represión es una expresión de esa violencia intrínseca. O es que ya nos olvidamos de la jactancia aquella del «gas del bueno», o sea de la represión brutal en contra de las manifestaciones estudiantiles. Lo que viene es más y más represión. Sólo podremos buscar y alcanzar la paz cuando haya un cambio efectivo en Venezuela.
Las amenazas de Washington
Una persona muy experimentada solía decir que nunca se debía plantear una amenaza que no se estuviera dispuesto a cumplir. Tenía razón. Sobre todo en la dinámica de la lucha política donde la credibilidad es esencial. Cuando me entero que el senador Rubio amenaza con esto y aquello, y que otro tanto hace el secretario de estado Pompeo, y otros voceros del poder público de Estados Unidos, en relación con los crímenes que a diario perpetra la hegemonía y, sin embargo, las amenazas no se traducen en resultados concretos de carácter político, entonces me recuerdo del sabio consejo de la persona experimentada.
Hablar mucho no cuesta nada… Si lo sabremos en Venezuela, con cadenas diarias y rebosantes de mentiras durante ya 20 años. Pero hablar mucho y más nada, trae como consecuencia la erosión de la credibilidad. Eso me luce que está ocurriendo con las numerosas declaraciones originadas en Washington.