Cinco Temas: Un demagogo mexicano, por Fernando Luis Egaña
Ser de izquierda o de derecha o de centro, es una cosa, y ser demagogo es otra. Se puede ser demagogo de izquierda o de derecha o de centro. La ideología, o la supuesta ideología es un tema, y otro la disposición a prometer mentiras para halagar o cautivar a las audiencias. Ojalá y esté equivocado, pero ese me parece el caso del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; Amlo como le dicen por allá.
Si en efecto se trata de un gran demagogo, entonces le vienen tiempos muy difíciles a México, lo que ya es bastante
El chileno Ricardo Lagos fue un gobernante de izquierda que detestaba la demagogia. Igual se puede decir del centrista tico, Oscar Arias. O del derechista salvadoreño, Alfredo Cristiani. Bajo el embrujo de un demagogo irremisible, ningún país puede salir airoso. Ni siquiera México.
Noticias falsas
Las redes sociales han puesto de moda el concepto de «noticias falsas» que se aplica, desde luego, a supuestas noticias que salen en cualquier medio de comunicación, incluso en algunos de abolengo periodístico. En verdad, la cuestión no es nueva, aunque el auge alrededor de ella sí lo sea. Hace más de 25 años se planteó en Venezuela, en la Comisión Legislativa para la Reforma Constitucional, incorporar a la Constitución el principio de la información veraz. No como una fórmula regulatoria sino como un mandato ético.
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El escándalo político-mediático fue de marca mayor. Y lo siguió siendo cuando en 1997, el entonces presidente Caldera, propuso que el principio de la información veraz fuera incluido –como en efecto lo fue– como uno de los principios éticos de la democracia, tema central de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Margarita. Como vemos, el asunto de las noticias falsas tiene una antigua trayectoria en nuestro país.
¿Regresarían los emigrantes?
Depende. Si Venezuela no cambia radicalmente para bien, no regresarían sino que se incrementarían. Pero si Venezuela empezara a cambiar a fondo, en sentido afirmativo, una parte de los emigrantes podría regresar, y otra parte, me temo, no. Los que no regresarían son los venezolanos que sólo conocieron al país del siglo XXI. Consideran, en general, que Venezuela es un caos sin remedio, y no confiarían en la durabilidad de un cambio.
Los que tienen la memoria de un país distinto –no ideal, sino al menos normal–, sí podrían regresar. No para tratar de restaurar el pasado, lo cual es imposible. Pero sí para trabajar en la construcción de un futuro diferente, que ellos consideran se puede lograr. Como vemos, unos regresarían y otros no. Siempre y cuando, claro está, la hegemonía sea superada.
La familia Chávez en la mira
Abundan los comentarios sobre investigaciones foráneas a miembros reconocidos de la familia Chávez, la del predecesor. Son comentarios que pueden tener asidero por varias razones. Planteemos al menos dos de éstas. Una, que hay investigaciones sobre buena parte de la constelación de los jerarcas del chavismo, por lo que no sería extraño que también las hubiera sobre la referida familia.
Otra, que desde hace muchos años se ha dicho y redicho en Venezuela, que miembros de este grupo familiar venían aprovechando el poder de manera abusiva, e incluso delictiva. No me corresponde enjuiciar ni mucho menos condenar, pero al parecer hay instancias jurisdiccionales –en el exterior, por supuesto– que tienen a la familia Chávez en la mira.
Locura económica
Ya no es desatino o improvisación o crasa ignorancia o ideología fosilizada o depredación masiva. Es todo eso y mucho más. Verdadero delirio. Nada tiene sentido común, nada es defendible, nada lleva a ninguna parte que no sea la ruina total. ¿Será eso lo que buscan? ¿Será eso de depaupera e impera?
Quien más sufre por todo esto es el pueblo venezolano, y mientras más necesitado, el padecimiento es mayor. Todo en medio de una bonanza de los precios internacionales del petróleo. No hay derecho