Claroscuros de las plataformas sociodigitales en México, por Raul Anthony Olmedo Neri
Las plataformas sociodigitales e Internet ya están acopladas a la vida cotidiana; han encontrado sus espacios y participan de manera estratégica en diversas actividades diarias como la comunicación interpersonal o la relación entre gobiernos y ciudadanía, por mencionar algunos ejemplos. En nuestro caso, cobra relevancia las singularidades de su uso en el terreno político pues desde la segunda década del siglo XXI las plataformas sociodigitales e Internet se han integrado aceleradamente tanto en las campañas electorales como en los procesos de comunicación gubernamental.
Lo anterior significa que partidos, políticos y gobiernos, independientemente del proyecto político-ideológico que impulsen, han adoptado y adaptado los recursos tecno-info-comunicativos para establecer una relación más estrecha con los ciudadanos y cumplir con sus funciones sustantivas dentro de los sistemas de gobernanza. En el caso mexicano, particularmente en la elección presidencial de 2018, estos recursos cobran relevancia pues no solo fueron estratégicos durante las campañas por llegar a la silla presidencial, sino que además se han convertido en canales predilectos de información y difusión de las acciones hechas en el marco del proyecto denominado la Cuarta Transformación (4T), encabezado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
En su discurso de victoria en 2018, AMLO reconoció que «las benditas redes sociales» fueron estratégicas para amplificar su discurso político y multiplicar la difusión de su proyecto de nación. Esta frase alberga un cambio estructural en términos comunicativos de grandes magnitudes que hoy obligan a los estudiosos de la Comunicación Política en México a mirar no sólo los resultados, sino los procesos que de ella emanan.
Las redes sociales y la política
Si bien, los antecedentes analíticos de la relación entre redes sociales y política ya se encuentran en las campañas de Obama de 2008 en los Estados Unidos, la distancia temporal con el caso mexicano responde no sólo a las brechas digitales existentes, sino a su integración progresiva por parte de los actores políticos quienes gradualmente empezaron a aparecer en las plataformas sociodigitales y a hacer figurar éstas en sus estrategias de comunicación en campañas electorales.
¿Cuál ha sido el efecto de la incorporación del uso instrumental de las redes sociales en la cultura política mexicana? ¿De qué manera el creciente protagonismo de las nuevas herramientas mediáticas tiene efectos particulares en la forma de entender la política y participar en ella?
Internet y las plataformas sociodigitales generan una fractura en el ecosistema mediático que obliga a repensar las perspectivas analíticas de la comunicación política. Esta innovación tecnológica se impone como un nuevo espacio y medio que disputa el ingreso económico de la difusión de los spots políticos. En términos comunicativos, las plataformas sociodigitales ofrecen a los actores políticos la posibilidad de que sus mensajes lleguen a grupos cada vez más específicos, que en el caso de medios como la televisión sigue siendo ambigua por su incapacidad de extraer información de sus audiencias en tiempo real.
Esto obliga a estos actores a producir su mismo mensaje en múltiples formatos con el fin de establecer un vínculo ideológico y emotivo con sus respectivos grupos de interés. De esta manera hay políticos que difunden videos de sus campañas en Facebook, inician discusiones en Twitter y replican las tendencias en Instagram; todo ello con el fin de hacerse presentes y mantenerse en la mente de cada potencial votante. Esto ha llevado a ver la espectacularización y personificación de la política.
Por otro lado, los usuarios tienen la posibilidad de «incrementar» su participación en tiempos electorales pues a la par de su capacidad de consumir los mensajes políticos, pueden contribuir a su alcance mediante su capacidad de gestionar los flujos de información e incluso de participar en la producción y resignificación de dichos mensajes.
El uso de estos instrumentos de comunicación también produce una dilatación del debate político y la participación ciudadana, algo especialmente notable durante la llamada “Cuarta Transformación” del gobierno de AMLO, cuando estos elementos no sólo han permitido que se creen de forma exponencial canales y «medios» que defienden esta administración, sino que a la par ha decantado en la permanente politización de la vida cotidiana.
El discurso del presidente
Así, la experiencia de también llamada «4T», recibe el apoyo y defensa constante de sus simpatizantes, quienes replican el discurso emanado desde el poder de AMLO, multiplicando su alcance mediante la lógica reticular que yace en estas plataformas. Investigaciones previas apuntan cómo los usuarios diseñan y emplean mecanismos para fortalecer sus redes y con ello coordinar sus acciones de índole comunicativa e incrementar su impacto en la esfera pública digital.
Todo ello conlleva a que el proyecto político lopezobradorista haya sabido aprovechar la arquitectura de Internet para construir un flanco de ataque indirecto y sutil a grupos opositores y al ecosistema mediático que hoy forman parte de esos contrapesos ideológicos que cuestionan la hegemonía de dicho proyecto.
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En otras palabras, el oficialismo actual ha sabido aprovechar de mejor manera estos recursos pues no solo ha construido una base sólida de usuarios-operadores que no escatima tiempo ni voluntad en defender a AMLO y la 4T, sino que a la par ha evidenciado la incapacidad de la oposición de adherir a más ciudadanos a su proyecto político dentro del espacio digital.
Semejante instrumentalización de las redes sociales también proyecta una sombra institucional sobre la futura calidad de la comunicación política democrática en México. Las lógicas de interacción de las comunidades en Internet formadas alrededor de la política mexicana alimentan dinámicas que constantemente apelan a la lucha y exacerban el conflicto. Se genera así una conformación discursiva y simbólica que sobre-enfatiza una insistente lucha por nombrar al enemigo político e imputarle los problemas del pasado reciente. Es esta lógica clásica de la diferenciación lo que ha permitido que la polarización se exacerbe en los tiempos de la 4T.
La instrumentalización política de las redes sociales también se expresa en la multiplicación de perfiles cuyo comportamiento sociodigital se asemeja a una potencial cuenta falsa que aprovecha el marco de la descorporización de la participación ciudadana para estimular de manera artificial tendencias, conversaciones o ataques. Así, el contexto de la 4T ha sido fértil para que cualquier opositor pueda ser objeto de un ataque virtual masivo, todo depende de que sea lo suficientemente transgresor para aparecer en las mañaneras y ser nombrado por AMLO para desatar la indignación digital. Tierra fértil para que surjan nuevos actores que intervienen en la opinión pública y pasen a desplegar mecanismos que pueden ser usados desde o contra el poder.
La preocupación más importante de este contexto es la erosión de la esfera y la opinión públicas. La polarización, aunque siempre ha existido, cobra relevancia en tiempos de la comunicación política digital porque se vuelve un recurso que desgasta la sociabilidad y promueve la fragmentación social. Por si fuera poco, la lógica reticular de Internet puede deteriorar el debate público pues los algoritmos moldean los flujos de información para acentuar una posición, generando así bucles de retroalimentación afirmativas que al colisionar con otras comunidades exacerba la polarización.
Ello genera que el espacio común alimentado por las plataformas sociodigitales en realidad pase a estar fragmentado y en permanente conflicto. El resultado de esto es una clara erosión de la cultura política pluralista y democrática pues las formas clásicas de [re]producción de sentido y comunidad están reconfigurándose como consecuencia de las innovaciones info-tecno-comunicativas del presente común.
En conclusión, Internet y las plataformas sociodigitales irrumpen en el ecosistema mediático y penetran en las formas empíricas de la comunicación política, lo cual abre un campo enriquecedor para el análisis de las formas de entender y explicar el ensamblaje entre la comunicación y la política bajo un profundo proceso de digitalización.
Texto presentado en el marco del acuerdo entre WAPOR Latinoamérica y la Revista Mexicana de Opinión Pública
Raul Anthony Olmedo Neri es doctor en ciencias políticas y sociales por la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). Profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en la UNAM.
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