Cohabitación y oposición ¿lo mismo?, por Estilito García

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De corta data para acá, un nuevo término o vocablo aparece en el uso de la política venezolana, con fuerte tendencia a cotidianizarse como sustituto del clásico, del natural y de ejecutorias obligadas en el ejercicio de la democracia como sistema conceptual para la procura del poder, tal cual lo es, el de opositor (oposición) por el de cohabitador (cohabitación).
Buena parte de los actores políticos venezolanos contrarios al régimen de gobierno, han decidido, admitido y anunciado su conversión y nuevo papel de cohabitadores.
Veamos que dice la RAE sobre estos vocablos.
OPOSITOR(A):
- adj. Perteneciente o relativo a la oposición. Labor opositora.
- adj. En política, partidario de la oposición. Una voz opositora.
- m. y f. Persona que se opone a otra.
- m. y f. Persona que concurre a unas oposiciones.
COHABITAR. COHABITACIÓN.
- intr. Habitar juntamente con otra u otras personas.
- intr. Hacer vida marital.
- intr. Dicho especialmente de partidos políticos, o miembros de ellos: Coexistir en el poder. (Negrilla nuestra)
Procuremos ahora el análisis y busquémosle el sentido a esto, no solo el semántico, que como podemos ver, es de claro antagonismo; sino, el que pudiera justificar algún cambio de práctica política tan diametralmente opuesta.
*Lea también: Un barullo y pocas nueces, por Simón García
Los conceptos no tienen discusión, lo que es, ES.
«Al rompe», lo primero que apreciamos es que, desaparece la función propia de oposición política en Venezuela: «nos resignamos señores del poder, coexistamos». «Capitulan» hasta los más acérrimos opositores, también los más esperanzadores, en términos medidos, incluso.
¿Qué pudiéramos decir entonces? ¿Qué etapa se abre?… «A pepa de ojo» se gesta una acefalia de representación opositora a todo evento, al estar clarísimo que cohabitar no es oponerse; el que lo quiera disfrazar pierde no solo tiempo, sino que, además amplía y ensancha sus inmoralidades.
Cada vez, es más válido decir, que el accionar de la política en Venezuela, el supuestamente contrario al régimen, es más y más dadivoso, complaciente, sometido, dominado, y controlado.
¿Cohabitación es contrapeso, tal cual sí lo es oposición?… definitivamente, el margen para asegurarlo es poquísimo, casi cero. Sepamos que, sin contrapeso jamás será democrático sistema alguno.
¿Qué significa todo este nuevo rumbo? ¿Resultará en solución para, los cada vez más profundos problemas sociales ocasionados al pueblo por un régimen devastador, violador de derechos de toda índole y causante de miseria extrema a los venezolanos? ¿Se recuperará la economía real? y sobre todo ¿Recobraremos la libertad y la democracia? ¿Alcanzarán, los cohabitadores, el cambio político que los venezolanos ansiamos? ¿Será esa la ruta que ofrece mayores garantías?
Que nadie olvide los legados libertarios: En democracia, (habiéndola) la alternancia en el poder es absolutamente imprescindible para el desarrollo, el progreso y la felicidad de los pueblos… Si esa aspiración la posponemos o claudicamos, estamos dando paso a la tiranía o permisamos su estadía.
Satírico sonará, pero lo más reflexivo y moralizante que se nos ocurre es el honroso epigrama:
«Aquí yace, aquí reposa aquella frondosa oposición venezolana que grandes frutos dio»
(6D2015=112X53)
Cohabitación y oposición, ¿igual?… R: ¡¡jamás!!
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