Colette Capriles: A Venezuela le hace falta pensar más en la reconstrucción institucional
La oposición se enfrenta a un escenario que ya ha explorado otros años: una negociación con el régimen de Nicolás Maduro. Bajo esta premisa, la psicóloga social Colette Capriles invita a pensar más allá de la realidad electoral. La reconstrucción de las instituciones debe estar incluida en un proceso de este tipo, donde la población pueda ver cambios a la actual crisis
La oposición y oficialismo venezolano, tras un cambio reciente del poder Electoral, exploran nuevamente el terreno de las negociaciones. En el campo opositor, tal como lo ha expresado Juan Guaidó, -reconocido como mandatario interino por parte de la comunidad internacional-, se busca procurar un acuerdo que incluye elecciones (presidenciales, parlamentarias, regionales y municipales) libres, consecución de ayuda humanitaria, garantías para la reinstitucionalización, liberación de presos políticos, entre otros aspectos, bajo la condicionante de conversar con los aliados para disminuir o retirar las sanciones que pesan sobre la administración de Nicolás Maduro.
En la otra acera, Maduro pide el “levantamiento inmediato” de las sanciones, reconocimiento pleno de la Asamblea electa en 2020 y los poderes establecidos, así como la devolución de activos y cuentas bancarias internacionales.
Bajo este escenario, Colette Capriles, psicóloga social y filósofa, jefa de la sección de ciencia política de la Universidad Simón Bolívar, recuerda que estos procesos de negociación exigen un periodo previo de mucha discreción entre los actores, pues en la construcción de la agenda se juega casi todo el destino del proceso. “Se precisa que sea una agenda unitaria, consensuada, eso lleva su tiempo”.
Ambos sectores, en todo caso, se ven obligados a atender a aquellos radicalismos, especialmente del lado de la administración Maduro, que va a una nueva negociación porque “tiene que gobernar”, dice la psicóloga social.
Por ello plantea a la oposición aprovechar esta negociación para introducir sus demandas de democratización. “A Venezuela le hace falta pensar más en la reconstrucción institucional, que significa simplemente la reconstrucción de las reglas del juego político y de convivencia social, la manera en que la gente se relaciona con el Estado y con lo público”, dice tajante Capriles.
La filósofa también advierte que estas reconstrucciones van a llevar años, pues “hay que inventar nuevos discursos y narrativas para poder estar juntos y esos son procesos largos. Esos procesos exigen justicia transicional, este tipo de justicia reparativa, de justicia retributiva; pero hay un núcleo que es muy inmediato y muy importante que está relacionado con las instituciones del poder público. Nosotros tenemos que recuperar la confianza en las instituciones para poder recuperar la confianza entre nosotros como venezolanos. No es algo que simplemente pueda decretarse”.
– ¿En qué sentido ve la unidad de la oposición en estos momentos? ¿En criterios, propósitos o ejecución de objetivos?
— No sabemos. Lamentablemente lo que podemos inferir es a partir de lo dicho y lo hecho. No sabemos las intenciones ni cómo funciona eso, pero creo que se están mostrando unos esfuerzos importantes por consolidar una coalición de nuevo. Hay que valorar los comunicados que los partidos hicieron en días pasados, y que considero no son propiamente sobre el acuerdo de salvación nacional, pues esos comunicados tienen la virtud de mostrar la voluntad de ponerse de acuerdo más que estar promocionando directamente una propuesta.
Hay que valorar además que es una propuesta que debería arrancar o preliminarmente está asociada a una negociación de alto nivel o integral, a una negociación política que es evidente que todos los venezolanos entienden es la vía de salida al conflicto.
Esto es insuficiente aún, porque esa coalición que se forma con los partidos mayoritarios de la oposición aún no cubre lo que puede llegar a ser una verdadera coalición de oposición. Hay otros factores que tienen una vida política que probablemente no coinciden con las líneas estratégicas de la mayoría pero van a tener que ser incluidos de alguna manera en la negociación.
El tema de la negociación yo lo evaluaría más sobre quién está negociando, y un poquito menos acerca de qué se está negociando. Creo que lo importante es que se está dando ese espacio para una interlocución de alto nivel, con reglas entre el gobierno de Maduro y las fuerzas de oposición en general.
– ¿Cómo conciliar a estos sectores de la oposición que son considerados más radicales con esta propuesta de negociación?
— Hay que verlo por ambos lados. Aunque hay sectores radicales que han rechazado la negociación, aunque no lo hayan dicho de forma explícita, así como ese sector también hay otros como esta oposición minoritaria no beligerante, que existe y que tiene que ver de qué lado de la mesa se sientan, qué pasa con ellos.
Por ello veo que hay un esfuerzo grande por articular algo, no digo que sea unirse y conformar un frente común sino que hay fuerzas políticas que por ahora están fuera de este esquema de negociación que pueden convertirse en obstáculos.
Además hay fuerzas sociales que se han venido activando y organizando, que han tenido un papel importante en la reactivación de la atmósfera política ante una negociación de otro nivel con el Gobierno o entre la propia oposición sobre problemas específicos que tiene que ser abordados, por ejemplo la escogencia de un nuevo Consejo Nacional Electoral. Allí se produjo algún tipo de negociación entre fuerzas políticas pero con mayor posición de las fuerzas sociales que pusieron candidatos inobjetables muy claros políticamente. Allí se produce la irrupción de fuerzas que no están en partidos pero que tiene un papel importante para articular las distintas partes de la oposición y la sociedad, para crear redes y mecanismos para un proceso de consulta en cuanto a la negociación, y también pudieran fungir como mediadores para atraer a otras fuerzas de la oposición que están fuera.
Sobre todo en el lado más radical, refiriéndome al partido Vente y María Corina Machado, han sido críticos de todo pero en los últimos días han mencionado la negociación pero poniendo condiciones que ellos no ven, pero eso es interesante porque hay un guion. Lo que está permitiendo la unidad de la que hablamos y lo que podría permitir una unidad mayor es que es necesario construir un espacio de negociación. Los detalles es lo que hay que trabajar para que no sea divisivo, sino que unan.
Hay mucha preocupación en toda la clase política, incluyendo la de Maduro, acerca de la representatividad de todos estos procesos, porque la gente está tan distanciada de la política que realmente hay un gran temor de todos los factores políticos de perder su pie, su conexión con la población.
– ¿Y cómo considera el estado actual de la oposición desde el punto de vista de sus militantes activos?
— Nadie sabe, porque el gran problema que tenemos ahora en todos los partidos, quizás en el PSUV en menor escala, es que están deteriorados en términos de organización. Esa es una de las razones por las cuales muchos militantes piensan que es muy conveniente aprovechar la oportunidad de que hay una coyuntura favorable en el Consejo Nacional Electoral para realmente rearticular todo el aparato electoral y participar incluso en las elecciones regionales. Eso lo único que saca músculo político, ejercerlo y organizarse para elecciones.
Hay propuestas de renovación de liderazgo dentro de la oposición también. Hay una cantidad de cosas que se están moviendo, pero yo creo que lo más prudente es observar y tomar nota de todos estos cambios que se están dando. Hay algo que está cambiando en la atmósfera política. Eso es más importante que tratar de predecir qué va a pasar o que no va a pasar. Todo lo que conduzca a una formación de coalición más amplia, más unitaria, es bueno. Todo lo que conduzca a reinstitucionalizar a los partidos de la oposición o de cualquier otro tipo de sector político es bueno, yo creo que son buenos signos, muy incipientes y con los cuales se puede ser escéptico, pero también prestarles mucha atención y estimularlo como ciudadano.
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Creo que los ciudadanos también tienen que exigir qué tipo de liderazgo quieren. Hay ciertos procesos todavía muy incipientes que pueden ser buenos, que pueden movilizar todo este elefante político que tenemos, donde todo es absolutamente predecible y al mismo tiempo no. Hay mucha más conciencia en el sector político de que la situación de Venezuela tiene que cambiar, y eso lo digo responsablemente por lo que he oído de actores políticos tanto de oposición como del gobierno de Maduro.
Algunos están preguntando qué incentivo tendría Maduro para ir a una negociación, pero en realidad es obvio cuál es y es que tiene que gobernar. El caos en el que está sumido el país es ingobernable para cualquiera. El costo de gobernar ese caos es demasiado alto, no basta ni siquiera la represión.
Por eso el Gobierno está en urgencia de reconstruirse, de reconstruir unas instituciones y gobernar. Lo que ocurre es que busca una reconstrucción que le favorezca su permanencia en el poder. Pero le toca a la oposición que se siente a negociar aprovechar esa necesidad que tiene el Gobierno para allí mismo introducir sus demandas de democratización, de estabilizar al país en una dirección democrática, recuperando las instituciones democráticas.
Hay procesos que van a velocidades distintas, tenemos que ver si empiezan a coincidir, si empiezan a ocurrir cosas concretas por ejemplo con el CNE, con decisiones electorales que puedan tomar los partidos, el apoyo internacional a la negociación.
– El gobierno de alguna forma ha cedido con la conformación del CNE…
— No solo con eso, está la Mesa Técnica de Vacunación, no está totalmente desarmada, no ha avanzado bien, pero tampoco la han tumbado porque le interesa tener un plan nacional de vacunación. Pero a su manera, estamos viendo que tanto le cuesta o no políticamente hacerlo.
Hay otras iniciativas que van a venir en las próximas semanas con negociaciones sectoriales que está haciendo el Gobierno y pueden dar signos de pequeña apertura. Ahí es donde la sociedad civil y la oposición en cualquiera de sus matices puede actuar e ir cambiando cosas.
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El Gobierno tiene una necesidad de legitimación. No le sirve volver a tener unas elecciones como las de diciembre. No le sirve para consolidar su base electoral que ya es muy baja ni le sirve para legitimar internacionalmente ni para mandar señales políticas de ningún tipo. La única señal política que manda el gobierno si repite unas elecciones como la de diciembre es que es la típica dictadura tropical.
Ese es un mensaje que el Gobierno no quiere seguir mandando. Por eso abre el juego electoral hasta cierto punto porque también tiene presiones internas dentro del chavismo, que sencillamente le parece un horror que haya ocurrido. Es una jugada de riesgo.
– Menciona que la oposición debe aprovechar estos momentos políticos, ¿cree que se están ofreciendo incentivos desde este sector para que Maduro se siente a negociar?
— No estoy segura de que eso sea así. Hasta ahora el discurso público no es muy favorable a eso, no se siente que se le esté hablando al Gobierno en términos de invitación a negociar, sino que en el discurso público, al menos del gobierno interino, sigue habiendo mucho de desafío. Pero lo mismo hizo Maduro cuando salió a decir unas cosas muy agresivas, pero eso es como diplomacia de micrófono, eso es decirle a sus sectores radicales que van a negociar pero tampoco vamos a ceder. Es malo que eso pase en las condiciones en que estamos, aunque se entiende que tienen que manejar a sus sectores que están en contra de la negociación. No lo justifico pero lo entiendo, y esperemos que ese discurso público vaya cambiando de parte de la oposición.
Maduro mencionaba algo interesante cuando dijo que van a la negociación, eso es verdad. No es por presión externa que Maduro se sienta a negociar.
– La presión interna y externa de la que habla Guaidó
— No, ahí no es necesario porque la presión interna que sí le importa al Gobierno es su propia supervivencia y capacidad de gobernar. Lo que tiene que buscar la oposición, retomando la pregunta, es cuáles son los incentivos, qué quiere obtener el Gobierno a cambio de que me de otras cosas a mí.
– Tal como está planteando en este momento, ¿el acuerdo de salvación es viable?
— Bueno, yo no lo llamaría acuerdo de salvación, porque es un término que está muy cargado políticamente, con muy malos antecedentes porque el Comité de Salvación Pública fue el que montaron revolucionarios franceses en 1792 para perseguirse unos a otros y para instaurar el llamado reino del terror. Fíjate que ahora se ha empezado a hablar de un acuerdo nacional y eso es fundamental. Pero no un acuerdo nacional sobre cuándo son las elecciones, sino un acuerdo sobre cómo reconstruir el sistema político. Es lo que yo haría.
Propondría una reconstrucción de las instituciones para que nosotros podamos tener un régimen político como está marcado en la Constitución del 99. Eso no está planteado así en estos momentos. Lo que se plantea es una agenda que tiene que ver con tiempos para elecciones, condiciones electorales, competitividad electoral en general, además de pequeños acuerdos sobre ciertas áreas como petróleo, activos de la República, sanciones, poder Judicial, seguridad. Alguna cosa más compleja habrá.
Pero no se está pensando en una negociación demasiado larga lo cual, por supuesto, ya limita lo que se puede obtener en ese en ese espacio.
– Pasando al plano electoral, se están planteando actualmente unas elecciones regionales y municipales. Hay sectores que quieren participar. ¿Para qué votar en estos momentos?
— Hay un órgano del Estado, que es el Consejo Nacional Electoral, que ofrece posibilidades que antes no estaban planteadas. Esta configuración del CNE no había sido tan favorable a la institucionalidad desde hace casi 20 años. Por supuesto, recuperar la estructura del CNE también llevará años porque es evidente la destrucción de las instituciones. Hay necesidad de los partidos de reconstruirse, y las elecciones son favorables para ello, independientemente que sirvan para obtener cargos. Lo demás es no hacer nada, esperar, y eso no es hacer política.
Todo eso está sujeto a un condicional, porque en definitiva no sabemos si estas elecciones van a poder reparar el daño que se ha hecho estos años a todo ese sistema. Pero la política también trata de asumir riesgos, y a lo mejor se va a esas elecciones con la esperanza de recuperar bastiones, de renovar liderazgos, de incorporar a más jóvenes a la política, allí hay un montón de cosas por hacer. No se mide la política solo por el éxito electoral, todo lo que avance para el proyecto democrático es bueno, aunque el avance se vea con el tiempo.
– Si se deciden los opositores a participar, ¿podría estar incluido dentro del escenario el referendo revocatorio?
— Personalmente no tengo claro cómo sería el panorama, por lo difícil que es la normativa. Es sencillo dañar esa iniciativa debido a las complicaciones que tiene la misma ley del revocatorio. Puede ser un esfuerzo muy grande que genere mayor frustración, pero puede también servir para organizar. Habría que ver en qué términos, condiciones y con qué fuerza se propaga esta iniciativa.
No es descartable a priori porque es un derecho constitucional, lo que hay que ver si es conveniente. Se pueden reunir las firmas, incluso ganarlo pero cómo nos deja eso. ¿La gente está preparada para unas elecciones presidenciales? ¿Hay candidatos?. Si tiene éxito nos lleva a un escenario complicado y si fracasa también. Entonces lo veo como una jugada demasiado riesgosa en este momento. Ya veremos qué pasa y si se puede completar esa diligencia.