Colombia, sin excusas, por Griselda Reyes
Twitter: @griseldareyesq
Por años la polarización política delimitó las fronteras invisibles que señalan los límites territoriales de dos pueblos hermanos. La falta de entendimiento entre Miraflores y el Palacio de Nariño ha mantenido por mucho tiempo la frontera binacional cerrada, eliminó las respectivas representaciones diplomáticas en ambos países y cercó el tema consular. ¿Los afectados? Los pueblos de ambas naciones que el Libertador llegó a consolidar como una sola.
El choque entre ambos gobiernos y el estancamiento de las relaciones entre quienes históricamente han sido los principales socios comerciales; trajo consigo una serie de mafias, principalmente en la zona de la frontera. Amén del tema guerrillero que han aprovechado la coyuntura para colarse en nuestro país.
Ante esta breve radiografía, hoy debemos ver con buenos ojos lo que supone una restitución inminente de relaciones entre ambas naciones. A partir del pasado domingo, cuando Gustavo Petro y su propuesta de izquierda progresista se alzaron con un triunfo histórico en una República gobernada por décadas por la oligarquía; la realidad con la nación vecina y hermana es otra.
Si, se acabaron las excusas y señalamientos entre ambas administraciones. Entendiendo que luego de un cruento pasado y que en Colombia empieza a consolidarse la paz, no habría razones para no articular a ambos países en función del progreso y el bien común de sendos pueblos.
Soy nacida e hija de los andes venezolanos, y siempre vi con profundo respeto la cercanía de mis paisanos con los vecinos de los estados limítrofes. Conozco, de primera mano, cómo la crisis humanitaria que nos ha agobiado por los últimos años nos hizo más dependientes aún del suelo paisa. Me explico: Pacientes crónicos venezolanos que recurren a tratamientos médicos del otro lado de la frontera, nuestros niños estudiando en colegios del vecino país; son solo una muestra de ello.
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Se trata de una realidad que debe normalizarse, pero cuando habló de normalizarse no puede ser desde la anarquía o, peor aún, desde la ilegalidad. El presidente Gustavo Petro y Nicolás Maduro deben centrar sus mayores esfuerzos en blindar nuestras fronteras. Los cientos de kilómetros que nos separan no pueden ser tierra de nadie.
Para ello, es vital que los ejércitos de ambos países de alineen para sacar de allí a grupos irregulares, mafias de tratas de personas, y todo el contrabando que ha imperado en la zona por los últimos años.
Mención especial me merecen hoy, ante el cambio de escenario, los dos millones de compatriotas venezolanos que se han visto a buscar refugio y asilo en latitudes del país hermano. Agradecemos profundamente las gestiones del mandatario Iván Duque en pro de estos ciudadanos venezolanos y planteamos a la administración entrante mantener y respetar todos los avances en materia migratoria que se han logrado hasta ahora.
También debemos hacer votos desde ya por la pronta reapertura de consulados en ambas naciones. Los millones de colombianos que hemos albergado por años en nuestro país, así como todos los venezolanos que se han residenciado en Colombia merecen tener las garantías que las leyes de ambos países estipulan.
No quiero cerrar estas líneas sin reconocer, como miembro del Comité de Mujeres Líderes de América, el rol de Francia Márquez, primera mujer afrodescendiente en un cargo de tal envergadura. Confíanos en que como activista velará profundamente por los más desposeídos de su país, por esa gente que confío en ella y que viene cansado de exclusiones y falta de oportunidades.
Colombia y Venezuela son un solo pueblo, por eso apostamos a que sus gobiernos puedan entenderse y respetarse para que, nunca más, vuelvan a ser víctimas sus pueblos de divisiones y fracturas estériles, cuando naturalmente deben evolucionar juntos.
Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.
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