Comercio entre Colombia y Venezuela podría triplicarse en 2022 tras victoria de Petro
La reapertura de los pasos fronterizos que conectan Táchira con el Norte de Santander sería un factor fundamental para reavivar el comercio entre Colombia y Venezuela, bajo el supuesto de que Gustavo Petro y Nicolás Maduro estén de acuerdo en retomar relaciones con normalidad
Con la contienda electoral culminada en Colombia, el país afronta un nuevo panorama bajo la presidencia de Gustavo Petro, exguerrillero de izquierda que plantea un cambio radical en la manera de gobernar tras un siglo administraciones de derecha.
La presidencia de Petro supone un giro en la política colombiana, que seguramente retumbará en todos los aspectos posibles de la sociedad. Pero, más allá del impacto que tendrá para el pueblo colombiano, no hay que ignorar la importancia que suponen estos resultados para Venezuela.
Colombia y Venezuela tienen un vínculo naturalmente estrecho por su cercanía y lazos históricos, por no mencionar la mezcla poblacional que incluye a aproximadamente a dos millones de venezolanos residiendo en Colombia, según datos de Migración Colombia.
Pese a esta cercanía, la relación entre ambos países se ha deteriorado progresivamente en la última década, hasta el punto de cortar relaciones diplomáticas y consulares, además de mantener el intercambio comercial más bajo en su historia como países hermanos.
La crisis económica en Venezuela y la enemistad entre las administraciones de Iván Duque y Nicolás Maduro propiciaron un colapso en el comercio que perjudicó a ambos países y redujo a apenas el 5% de lo que se comerciaba hace 13 años.
En números crudos publicados por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DENA) de Colombia, la suma de las importaciones y las exportaciones entre ambos países para 2021 totalizó un intercambio de $393,7 millones, una cifra minúscula frente a los $7.211 millones de intercambio entre Venezuela y Colombia para 2008, cuando se alcanzó el apogeo de la relación comercial binacional.
Aunque la contracción del intercambio tiene un origen multifactorial, el evento clave que sentenció la relación comercial fue el cierre de la frontera que conecta el estado venezolano Táchira con el departamento colombiano Norte de Santander.
A mediados de 2015, Maduro tomó la decisión de restringir progresivamente los pasos fronterizos, debido a la supuesta presencia de fuerzas paramilitares colombianas en Venezuela. La operación acabó por incrementar la tensión entre ambos gobiernos y el posterior cierre vehicular del paso fronterizo más importante del país.
Con el tiempo se reactivó el paso fronterizo a través de ‘La Raya’, la vía que conecta al estado venezolano Zulia con el departamento colombiano La Guajira. El comercio formal se redireccionó hacia este sector de la frontera, pero alrededor del 60% del intercambio mercantil entre ambos países se concretaba a través de la frontera de Táchira y el Norte de Santander.
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Muchos comerciantes no pudieron soportar el incremento de costos que significaría trasladarse hacia el paso fronterizo que conecta Zulia con La Guajira y simplemente rompieron relaciones o dieron un salto a la informalidad, que ahora reina en la frontera.
La presencia de Petro en el Ejecutivo colombiano aporta nuevas fichas en el terreno comercial. El presidente electo de Colombia afirmó durante su campaña que una de sus prioridades sería restablecer las relaciones comerciales con Venezuela.
Por esta razón, el sector comercial que depende de las relaciones binacionales se muestra «moderadamente optimista» ante la posibilidad de que el comercio incremente en el mediano plazo.
Así lo manifiesta el presidente de la junta directiva de la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana (Cavecol), Luis Alberto Russián, quien afirma que en un escenario positivo, el intercambio comercial de 2022 podría cerrar en un total de entre $800 millones y $1.200 millones, con lo que se triplicaría el comercio total del año pasado.
«Después de tanto tiempo y tantas cosas que han pasado, hay siempre algo de temor, pero las señales indican que podría funcionar porque hay mucha afinidad. Hemos hecho cálculos y el comercio formal podría crecer», considera.
Desde el otro lado de la frontera, las cuentas coinciden. La Cámara Colombo Venezolana (CCV) estima que el comercio binacional de 2022 puede cerrar en un margen de entre $1.000 millones y $1.200 millones si se levantan las restricciones en la frontera.
Si bien se desconoce cómo evolucionará la relación entre las administraciones de Petro y Maduro, la apuesta de los empresarios es que se retome la normalidad en el corto y mediano plazo. Por este motivo han adelantado gestiones, de manera que solo necesiten luz verde para reactivar el comercio.
Russián asoma que incluso las oficinas de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) en Colombia y el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat) en Venezuela están preparándose para retomar operaciones en las zonas fronterizas.
«Están recontratando o reasignando personal. Los están adiestrando en todo lo que tiene que ver con los sistemas y se han puesto de acuerdo en los protocolos, el tema logístico de la mercancía y en materia sanitaria. Se evaluó la estructura de los puentes, que están bien. Todo eso ha estado, lo que ha faltado es la decisión política de la presidencia de Colombia, que no ha dado autorización», resaltó.
El panorama no es claro y el desafío de retomar las relaciones tras siete años de ruptura será difícil. Ambos países deben recorrer mucho terreno para regresar al comercio de antaño, pero el historial comercial colombo-venezolano sugiere que esta reconciliación es necesaria.
Pasado no muy lejano
Mirar hacia atrás es un ejercicio práctico en el caso de la relación comercial entre Colombia y Venezuela, ya que deja un ejemplo de cómo deberían evolucionar los intercambios de ahora en más.
El cierre fronterizo ordenado por Maduro fue un paso más en el proceso de aislamiento internacional buscado por el mismo chavismo, ya que fue un paso complementario después de que el expresidente Hugo Chávez anunciara su retiro de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), con lo que Venezuela quedó al margen de diferentes tratados comerciales que beneficiaban a los países miembros.
Cuando Venezuela pertenecía a la CAN, Colombia era utilizada como tránsito para enviar mercancías a otros países andinos. Por aquel entonces, el 22 de mayo de 2007, el chavismo publicó en la Gaceta Oficial 38688 el Certificado de Demanda Interna Satisfecha a, un requerimiento solicitado a los exportadores que consistía en comprobar que la demanda del bien exportado era satisfecha en el territorio nacional.
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Estas decisiones conformaron una política que consistió en romper lazos comerciales y perjudicar a los exportadores, acciones que pasarían factura una década más tarde.
«En algún momento, hubo medidas en Venezuela desde el sector público que afectaban las exportaciones a Colombia y al mundo. Íbamos en contra de nuestras propias exportaciones. Eso no suele ocurrir», destacó Russián.
Tras el cierre fronterizo de 2015, los problemas se intensificaron. El intercambio comercial formal disminuyó, pero las operaciones para estas empresas debían continuar, por lo que la informalidad creció y toda clase de ilegalidades se apoderaron de la frontera.
Así lo recuerda el presidente ejecutivo de la Cámara Colombo Venezolana, Darío Germán Umaña, quien recalca el incremento de violaciones a los derechos humanos presenciado desde que se ordenó el cierre fronterizo.
«El cierre de la frontera por el Norte de Santander y Táchira implicó hacer el mínimo comercio binacional por la frontera legalmente. No ocurrió lo mismo por la frontera ilegalmente. Incrementaron las prácticas desleales de todo tipo que vimos en ese comercio informal: el contrabando, el lavado de activos, la corrupción y las violaciones de derechos humanos, especialmente a mujeres y niños», sostuvo.
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Coincide la Cavecol al insistir en que muchos productos llegan a Venezuela desde Colombia, pero no por vías formales, sino mediante el comercio ilegal que pasa a través de las trochas establecidas a lo largo de la frontera colombo venezolana.
«Muchas cosas vienen, pero no por el comercio formal. Podríamos plantear que, a efectos del sector agrícola, muchos insumos vienen de Colombia, como semillas, agroquímicos o plaguicidas, pero muchos pasan por el mercado informal», explicó Russián.
Otra consecuencia que dejó el cierre, principalmente para Venezuela, fue el éxodo de un grupo importantes de empresas colombianas que no sintieron confianza suficiente para permanecer en el país. Con menos empresas, se redujo el abastecimiento, elemento que acabó caracterizando a la economía venezolana entre 2015 y 2018.
Algunas marcas optaron por quedarse para mantener la presencia de la marca, pero redujeron sus operaciones al mínimo. Ahora tienen un margen de posibilidades para incrementar nuevamente sus actividades.
«Son empresas que ahora estarían evaluando ver cómo hacen para volver, porque se mantuvieron, especialmente en los sectores de alimentos y medicamentos, donde siempre hay consumo. También hay empresas del sector textil y de construcción que están haciendo evaluaciones en Venezuela», analizó el representante de Cavecol.
Este regreso de empresas podría impulsar la economía venezolana, pero para que las compañías consideren invertir de nuevo en Venezuela, necesitan un mínimo de seguridad jurídica, algo en lo que deben enfocarse los gobiernos de ambos países para facilitar el comercio binacional.
Construyendo las relaciones binacionales
Los actores fronterizos coinciden en que esta nueva etapa de las relaciones binacionales deben estar acompañadas por un proceso de reinstitucionalización, mediante el cual se delimiten las reglas y condiciones para entenderse mutuamente.
Para lograrlo, es vital solventar obstáculos que exceden lo comercial. Retomar las relaciones diplomáticas y consulares puede ser una condición imprescindible para progresar en el terreno comercial.
Es a través de los canales diplomáticos que las administraciones de Maduro y Petro podrán avanzar hacia otras áreas, como el fortalecimiento de los tratados y acuerdos comerciales binacionales o regionales.
«El tema de las relaciones diplomáticas seguramente significará un inicio de conversaciones entre los dos países. Tendrán que definir las reglas de juego y la institucionalidad, así como la seguridad jurídica para fortalecer acuerdos internacionales como los de la Aladi (Asociación Latinoamericana de Integración) y la OMC (Organización Mundial de Comercio)», argumentó Umaña.
El representante de la Cámara Colombo Venezolana acotó que los gobiernos se verán en la obligación de trabajar en temas de seguridad y coordinar entre las fuerzas armadas de ambos países, así como las cancillerías, para impulsar la lucha contra prácticas desleales que existen en la frontera.
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La necesidad última es mejorar las condiciones de vida de las poblaciones de Venezuela y de Colombia, especialmente con los niveles de migración presentes en estos dos países. Esto solo puede ser posible si se restituyen los consulados.
«Hay que proteger tanto a ciudadanos como empresas venezolanas en Colombia y a ciudadanos colombianos y empresas colombianas en Venezuela. Por lo tanto, debe mejorar muy rápido la creación y funcionamiento de los consulados. Como se ven las cosas, va a ser prácticamente inmediato», agregó Umaña.
La clave, para Russián, es entablar conversaciones y alcanzar acuerdos que permitan definir cómo hacer las cosas, así como replantear los terrenos afines del pasado, como la Comunidad Andina, donde se logró unificar un mercado regional.
«Nos hemos distanciado y cada vez las diferencias son mayores. Trabajar en ese acercamiento es importante. Podríamos insistir en un acuerdo de promoción y protección de inversiones recíprocas para garantías para quienes inviertan aquí o allá que perdimos al salir de la Comunidad Andina», planteó Russián.
Otro cabo a atar será el de las sanciones de Estados Unidos, dada la cercanía comercial entre el país norteamericano y Colombia, que en teoría no podría comerciar con instituciones públicas venezolanas sin quebrantar las medidas estadounidenses.
Aunque las sanciones son un obstáculo, los eventos recientes parecen indicar que cada vez son más laxas y permisivas con el gobierno venezolano. Las expectativas desde Colombia están puestas en que no sea un problema inflexible a futuro.
«Muchas cosas están cambiando en Venezuela. Las negociaciones con Estados Unidos no han dado resultado, pero vemos un cambio de tendencia que seguramente signifique una flexibilización de las sanciones. Está cambiando la geopolítica de la relación gracias a la guerra de Ucrania», predice Umaña.
La frontera la marcan las inversiones conjuntas, que no serán posibles entre tanto no se destape el andamiaje legal creado por el chavismo para proteger sus inversiones, sin responder a ningún tipo de transparencia o auditoría.
«El límite grande, por ahora, tiene que ver con las inversiones conjuntas. La Ley Antibloqueo no brinda una seguridad jurídica clara para inversionistas distintos a los que ya están en Venezuela, como China, India, Rusia o Turquía», subrayó el ingeniero industrial.
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Para la internacionalista Beatriz de Majo, este escenario es posible por mera estrategia del chavismo, que se estaría preparando para las elecciones presidenciales de 2024, evento en el que buscará reconocimiento internacional. Hasta entonces, Maduro y su cúpula darán concesiones en un intento para lavarse la cara.
«Lo que sucede ahora es que, como tenemos las elecciones a la vuelta de la esquina y Maduro y su séquito quieren validarse con unas elecciones en apariencia libres, van a hacer las cosas más increíbles tratando de reducir el totalitarismo de manera que todos a escala internacional crean en esas elecciones dentro de dos años», planteó.
Economía venezolana: la gran barrera
Incluso con un marco jurídico idóneo, no será posible aprovecharlo si la economía venezolana no crece. Colombia necesita que la actividad económica en Venezuela incremente para tener un aliado comercial de peso. De lo contrario, el intercambio no variará.
La economía venezolana ha sufrido una contracción del 80% en los últimos nueve años. Tras la descomunal caída, empezó a ver brotes verdes y recuperar terreno irrisoriamente con un leve crecimiento en 2021.
El discurso del chavismo se orienta hacia el crecimiento económico en los próximos años, en lograr la «recuperación económica» que añora el oficialismo, pero ninguna mejora en el corto o mediano plazo puede elevar a Venezuela a ser una potencia regional de la noche a la mañana.
En este sentido, incluso si se normalizan las relaciones entre ambos países, Colombia no podrá exportar todo lo que puede a Venezuela porque el consumo nacional no estará a la par de la oferta. De igual manera, si Venezuela no produce más, no podrá aprovechar estas condiciones para llevar productos a Colombia.
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Umaña resalta que entre la caída del producto interno bruto (PIB) y las dificultades con los medios de pago en un país con controles cambiarios, las condiciones no estaban servidas para incrementar el comercio. Ahora, con la industria en recuperación y la liberación del dólar, el panorama a futuro podría ser más esperanzador siempre y cuando las fronteras abran nuevamente.
«Es claro que hay una recuperación leve por parte de Venezuela. De seguir así, hay expectativas moderadas sobre el crecimiento de la demanda, pero dependiendo de un factor fundamental, que es la apertura del norte de Santander y Táchira», expuso.
De tener las condiciones óptimas, Colombia recibiría con los brazos abiertos las exportaciones que tenga Venezuela por ofrecer. Umaña cree que la balanza comercial debe equilibrarse, ya que cada vez es más ventajosa para Colombia.
Resaltó que la cámara mantiene una alianza estrecha con la Asociación Venezolana de Exportadores (AVEX), por lo que construyen puentes para agilizar las importaciones desde Venezuela tan pronto como se den las condiciones.
«En la medida en que haya oferta venezolana, la demanda de productos venezolanos en las industrias será importante. Lo básico es que se recupere el sector productivo venezolano. Con AVEX estamos trabajado en la posibilidad de comprar todo aquello que produzca Venezuela en cuanto a todo lo que tenga que ver con productos de valor agregado», resaltó.
Por su parte, Beatriz de Majo no es tan optimista. Sus dudas emergen ante la falta de confianza hacia el gobierno de Maduro y el interés de la cúpula chavista de verdaderamente reponer la economía venezolana, pese a creer que se producirán cambios en el accionar político del oficialismo en el corto plazo.
«Vamos a ver algunos cambios en Venezuela. ¿Eso va a producir como resultado tener una economía liberar orientada a la exportación, diversificada en producción y exportaciones, desvinculada del petróleo para el desarrollo? Eso no existe dentro del espectro madurista», advirtió.
En este sentido, la internacionalista cree que no puede existir un progreso económico binacional real sin un cambio de Gobierno en Venezuela, pues nunca tendrán una intención real de impulsar una economía libre.
«Lo que sería necesario es que Venezuela entrara en un nivel de ortodoxia que este Gobierno no tiene y nunca ha querido tener. Siguen interesados en desactivar a las empresas que son capaces de producir crecimiento en Venezuela porque quieren una economía íntegramente controlada», razonó.
Colombia y Venezuela: un mercado distinto
Indistintamente de las intenciones políticas subyacentes en la reestructuración de las relaciones comerciales entre Colombia y Venezuela, los actores se encontrarán con un escenario distinto y con un mercado nuevo al cual deberán adaptarse.
Russián advierte que el mercado colombiano ha cambiado y se abre un enorme marco de posibilidades, ante un país que ha crecido económicamente y cuya clase media posee un mayor poder de compra.
«Hay muchas cosas que hacer porque el mercado ha cambiado, se ha hecho más sofisticado. Hay mucho más poder adquisitivo ahora. La clase media colombiana se ha fortalecido y tiene muy buena capacidad de compra y las remesas se han incrementado», explayó.
Por este motivo, cree que ambos países deben enfocarse en actualizarse y poner énfasis en nuevos hitos del comercio y de la economía mundial, ponerse a la par con las empresas de los países desarrollados que trabajan en los avances tecnológicos y la automatización de procesos.
«El mundo está complicado, pero ha avanzado mucho con el tema de la sociedad del conocimiento, los servicios, la digitalización. Son temas que debemos tener en la agenda porque todo el mundo los tiene en la agenda. Vamos a quedar muy rezagados. Cualquier cosa que se pueda hacer para mejorar las condiciones y desarrollo productivo, son bienvenidas», insistió.
Durante los últimos años, Colombia ha añadido a sus exportaciones a Venezuela 620 códigos arancelarios. Umaña amplía que ha cambiado la composición de este intercambio, y han tomado protagonismo sectores que antes no figuraban.
La potencialidad está en la recuperación de los sectores petroquímico, automotor y siderúrgico, que pueden destacar si la industria venezolana logra recuperarse, especialmente solventando sus problemas con el servicio eléctrico.
«En año y medio podría haber una complementación productiva e industrial importante entre ambos países. En frontera puede haber una complementación importante en el servicio e intercambios de frontera, que van a generar una nueva dinámica», asomó.