Como ayer, ¡indigna este ataque vil!, por Beltrán Vallejo
Para pisar suelo firme en relación a la canalla emboscada que sufrieron efectivos de la guardia nacional en el Estado Amazonas, con el sardo lamentable de muertos y heridos, se hace necesario voltear hacia nuestro pasado histórico para calibrar la gravedad del asunto y revisar quienes son en verdad los enemigos de la patria.
Al respecto, la reciente acción armada de Puerto Ayacucho nos lleva a aquel dantesco hecho denominado “masacre de Cararabo”. Recuerden que este suceso maldito fue un 25 de febrero del año 1995, durante el gobierno de Rafael Caldera, cuando ocho infantes de la marina venezolana fueron atacados por más de cien guerrilleros homicidas del ELN, comandados por un traidor, desertor de la guardia nacional, de apellido Paolini. Resulta que estas hienas realizaron sobre nuestros soldados las mayores atrocidades: fueron degollados, sus lenguas arrancadas, se llegó hasta la castración. En verdad una locura homicida de la narcoguerrilla se cebó sobre nuestros muchachos, generando la indignación y la repulsa nacional.
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Reacciones de aquella época y extrapolación con el reciente hecho en el Estado Amazonas: Recordemos que Rafael Caldera lo primero que hizo fue deportar colombianos ilegales en la zona de la Sierra de Perijá, y se produjo entonces un momento de alta tensión entre los dos países. Desde la perspectiva actual, es indudable que con este hecho también la radicalización nacionalista está a la orden del día. Estamos en momentos en que las cancillerías de ambos países viven circunstancias cruciales, y lo que lamento es que no veo estadistas; sólo veo agitadores de lado y lado, escucho lenguaje prebélico por todas partes y en el aire hay un mal olor a trincheras.
Más referencias del pasado, y cuidado con el presente: Después de Cararabo, las incursiones del ejército venezolano en tierras colombianas estuvieron a la orden del día, quizás por venganza. Se habló en aquellos momentos de que nuestras Fuerzas Armadas penetraron en Colombia y cometieron todo tipo de atropellos; se habló de una incursión peligrosa de nuestras tropas en el Norte de Santander; y el Presidente colombiano de aquella época, Ernesto Samper, estuvo hasta el límite de una respuesta militar.
Viendo la mirada a lo de hoy, yo en verdad no sé qué estará gravitando en la cabeza del Alto Mando Militar venezolano; ojalá que no exista algún ánimo de retaliación que tenga como objeto a los más débiles de la zona, sea de la nacionalidad que sea; más bien, si buscan responsables, ellos tienen también la culpa debido a su maridaje con los victimarios de ayer y de hoy; y con eso me refiero al maridaje con el elemento ELN (guerrilla de izquierda), debido a babosadas ideológicas, por extravíos politiqueros, por sinverguenzura y contubernio bandoleril.
Digan lo que digan, no busquen pendejos para retaliaciones; no paguen con campesinitos de la frontera, como lo hizo Caldera; vean sus culpas, omisiones, complicidades y discursos
¿Por qué los comunicados oficiales de las Fuerzas Armadas hablan genéricamente de “paramilitares”, derechizando así la autoría, y no señalan con precisión la identidad de los bandoleros, consiente esta institución de que la acción se produjo como respuesta a la captura de un comandante de esa organización por parte del ejército venezolano?; por eso digo lo que digo.
Si alguien de las Fuerzas Armadas lee este artículo, le ratifico con rabia que desde hace años esa institución tiene un enemigo que le ha hecho mucho daño, que se ha bañado con sangre de soldado venezolano, que ha mancillado el territorio patrio, que nos odia: la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional. ¡Maldito sean sus cómplices, también!