¿Cómo financiar una política social más activa en Venezuela?, por Ángel Alvarado
Twitter: @AngelAlvaradoR
Llegar a tener la pandemia bajo control podría llevar a la humanidad de tres a cuatro años más según Soumya Swaminathan, directora científica de la OMS. Teniendo en cuenta que el único virus que ha sido erradicado de la humanidad es la viruela, nada nos permite presagiar que lo peor haya pasado. Las variantes del virus, las dificultades para llevar vacunas a todos y el bajo financiamiento del Covax nos alejan de la normalidad.
Los ciudadanos de los países pobres todavía tienen un largo camino que recorrer hasta ver a sus economías recuperadas por completo. Ellos se van a seguir enfrentando a la cruel disyuntiva de contagiarse del virus o ser flagelados por el hambre.
Restringir la movilidad de las personas, sin ningún horizonte claro de vacunación y sin medidas económicas compensatorias, son señales de una gestión sanitaria donde la gente no está en el centro de la acción gubernamental.
Mientras en los países de la región han congelado las tarifas de los servicios públicos, en Venezuela la tarifa de aseo urbano ha aumentado más de 100.000% en el último año. Mientras en otros países se facilitan líneas de crédito a las empresas y se hacen trasferencias a los hogares, en Venezuela el sistema financiero tiene tres años deshaciéndose por la hiperinflación y un encaje legal de 100% y los hogares apenas reciben míseras transferencias de solo de tres o cuatro dólares al mes.
Los salarios siguen deprimidos, especialmente los de la administración pública que promedian 4$ mensuales, como hemos estimado en el Observatorio Venezolano de Finanzas. El salario promedio del país es de 55$, aún por debajo de la canasta de supervivencia que sobrepasa los 60$ mensuales.
La hiperinflación ha hecho que el 13% de los niños menores de 5 años en Venezuela tengan retardos en el crecimiento, y es que la negación de la emergencia humanitaria ha generado una deuda social con una generación desnutrida que tiene seriamente comprometido su desarrollo.
El ejemplo de Togo
Encontrar soluciones fuera de la caja no es un tema de recursos sino de enfoque. Países pobres como Togo se han movido más rápido que muchos países desarrollados para proteger los ingresos de sus ciudadanos a través de transferencias directas casi universales, con pagos quincenales a monederos móviles donde hay confinamientos.
Según el Banco Mundial, las transferencias de efectivo representaron en torno al tercio de todas las políticas de protección social relacionadas con la pandemia. Es fundamental que en los países pobres no se pierdan por completo los medios de subsistencia. Es urgente conseguir dinero para financiar las transferencias de efectivo de la misma forma que ha ocurrido en las economías avanzadas.
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El Congreso de Estados Unidos aprobó, en marzo de 2020, de forma casi unánime una ley de ayuda ante la covid que incluía una disposición para el envío sin condiciones de cheques de hasta 1.200 dólares a la mayoría de los ciudadanos adultos (a finales de año hubo una nueva ronda de cheques). Los residentes de Hong Kong recibieron pagos por valor de casi 1.300 dólares; los de Japón, unos 950 dólares; la mayoría de los adultos de Singapur, unos 425 dólares.
Programa Mundial de Alimentos (PMA) y las transferencias directas
Que el PMA abra una oficina en Venezuela es una noticia alentadora para el pueblo venezolano. El comienzo de un programa para llevar alimentos a 1.500.000 de niños de las escuelas de los estados Falcón y Zulia debe ser el primer paso para escalar una intervención que llegue a los 10 millones de venezolanos en riesgo alimentario.
Que este programa esté financiado 80% por los Estados Unidos, y que el presidente del programa sea un exgobernador republicano nombrado por Trump, puede ser el comienzo de un camino hacia el entendimiento que tanto necesita el país.
Frente a la emergencia que vive el país el Banco Interamericano de Desarrollo ha propuesto «intervenciones específicas para mejorar el ingreso y la nutrición de la población, el acceso a salud y educación y también la adopción de reformas que permitan el retorno de la inversión privada y la dinamización de la economía».
Las transferencias directas son el mejor medio para lograr este fin. En este momento no hay ningún programa social del que se esté hablando más en el mundo que de las transferencias de dinero universal no condicionadas, el cual se ha venido implementado en fase de prueba en 119 países con mil millones de beneficiarios.
Estos programas son menos costosos que los programas focalizados, más efectivos en Estados débiles sin capacidad de identificar y focalizar la pobreza, al reducir los errores de inclusión en la selección de beneficiarios.
Esto lo ha convertido en un programa defendido por distintos grupos del espectro académico, desde los liberales (impuesto negativo de Friedman) hasta las escuelas más intervencionistas que ven en él una política efectiva en la búsqueda de la equidad.
La evidencia empírica sobre los beneficios es abundante, robusta y aceptada por la literatura especializada. A modo de resumen podemos reportar los siguientes hallazgos:
- Mejoras en la nutrición y gastos en salud y educación.
- No hay aumentos en el gasto de tabaco o alcohol.
- Aumentos en los gastos de comida.
- Empoderamiento de la mujer. Si el dinero se la da a la mujer se le ayuda a empoderarla.
- No hay evidencia que indique que las personas trabajen menos al recibir las transferencias. De hecho, un poco más de dinero los lleva a trabajar más, a asumir más riesgos o buscar nuevos trabajos.
- Es una manera de proveer liquidez o financiamiento a personas excluidas del sistema financiero.
- Aumento de la banda ancha mental, ya que mitiga el impuesto mental que implica la pobreza, aumenta la confianza propia y la estima personal.
- Reducción de delincuencia, mortalidad infantil, embarazo precoz, absentismo escolar, violencia doméstica
¿Cómo pagar un programa de transferencias directas?
Obtener financiamiento sin tener un gobierno reconocido internacionalmente es el principal obstáculo que debe sortear el pueblo venezolano para financiar internacionalmente un programa con estas características. Teniendo en cuenta que el Estado venezolano está quebrado desde hace mucho y que no existe un gobierno reconocido por toda la comunidad internacional, una alternativa para implementar un programa de transferencias directas es buscar «donaciones» entre los países desarrollados.
El comienzo del PMA es una oportunidad para ayudar con transferencias directas al pueblo venezolano mientras se realizan elecciones libres y se tiene un gobierno legítimo universalmente reconocido. Escalar el proyecto de alimentación desde las escuelas, hacia un esquema de transferencias directas mas amplio es una agenda en la que todos debemos comprometernos para que la disyuntiva de la gente no sea entre morir de hambre o morir del virus. Es el momento de que todos pongamos como prioridad a la gente.
Ángel Alvarado es Economista-UCAB con Maestría en Estadística-USB. Electo diputado a la Asamblea Nacional en 2015.
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