¡Cómo hace falta en estos momentos un Luis Razetti!, por Beltrán Vallejo
La Historia es la madre de todas las lecciones.
En el contexto de la pandemia del COVID19, reflexionamos sobre las acciones que ejecuta Maduro, y en verdad nos inquietamos con el predominio de su retórica política bastarda, con la preponderancia del militarismo y con el auge de la propaganda en voceros tan ineficaces, como el propio Nicolás, Jorge y Delcy; pero sobre todo, nos aturde la escasa “vocería” del Ministerio de sanidad y la casi nula presencia de alguna voz científica y epidemiológica respetable en los canales del Estado para exponer estrategias y sembrar certidumbres. La cosa es tan pervertida en esos medios de comunicación oficiales, que hasta el “Mazo dando” no da tregua.
Pues hablo de las lecciones de la Historia cuando hago referencia de que un tiranuelo “analfabeto”, como Juan Vicente Gómez, instaló una comisión de altísima sabiduría médica, en el lejano año de 1918, para enfrentar una de las pandemias más pavorosas de la historia de la humanidad, como lo fue la mal llamada “gripe española”, que había entrado a Venezuela por el puerto de la Guaira, provocando una inmensa mortandad jamás vista en este país.
Resulta que, en vez de poner cosas, así como Padrino López y Jorge Rodríguez a hablarle a los venezolanos sobre lo que se está haciendo aquí con la pandemia, el “benemérito”, quien por cierto había sufrido la pérdida de uno de sus hijos por el efecto devastador de aquel virus, más bien nombró al eminente doctor Luis Razetti para presidir lo que se denominó como “Junta de Socorro del Distrito Federal”, que estuvo integrada, imagínense ustedes, hasta por el “siervo de Dios” José Gregorio Hernández, y por el médico margariteño Francisco Antonio Rísquez, que en ese momento era Presidente de la Academia Nacional de Medicina; y por otras personalidades, tipo el arzobispo Mons. Felipe Rincón González, quien quizás ayudó a que los curas colaboraran con la suspensión de misas y aglomeraciones religiosas, algo que no se logró por cierto en la propia España debido al fanatismo, y he ahí los pavorosos números de 200 mil muertos en ese país.
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El doctor Luis Razetti luchó como un león junto con su equipo en una nación devastada por la más atroz miseria y con una población arrodillada por el paludismo, desnutrida casi que colectivamente y analfabeta en un 80% de sus habitantes.
En esa Venezuela luchó Razetti contra un virus desconocido en el mundo y cuyo efecto letal llegó a superar planetariamente los 50 millones de personas fallecidas. De Razetti y su equipo se sabe que lograron hacer censos en los sitios donde la epidemia causaba más estragos, llegando a la conclusión de que donde había más pobreza, mala alimentación y falta de higiene, el virus se volvía agresivo; considerando también que en el país no había prácticamente hospitales, había poquísimos médicos y escasísimas enfermeras. Aun así, Razetti y sus muchachos batallaron e instalaron hospitales en casas de familia, así sea para pelear con las manos porque no había cura. De esta manera Razetti y los suyos amortiguaron la expansión del virus, ya que aportaron información científica sobre la realidad del fenómeno y desplegaron organización por doquier, y levantaron un amplio movimiento nacional en esa lucha. Finalmente, ese coronavirus se fue.
En 1924, Razetti siguió con su cruzada en pro de la salud pública, y a raíz de denunciar la altísima mortalidad infantil, el tirano Gómez lo expulsó de Venezuela.
¡Cómo hace falta la reciedumbre científica, el liderazgo y la denuncia social de un Razetti en estos tiempos de Coronavirus!