¿Cómo recomponer a la fracturada oposición venezolana?, por Alexander Cambero
Twitter: @alecambero
Lo primero que tenemos que determinar es que la oposición no es una franquicia. La misma no tiene dueños, aunque un grupo pretenda su secuestro, todo aquel que no comparta el modelo que desgobierna a Venezuela, es un miembro opositor.
Es tan heterogéneo, este mayoritario segmento nacional, que comienza en la izquierda y termina en la derecha extrema, la administración de Nicolás Maduro, logró que ideas diametralmente opuestas, coincidan en lo conveniente que es derrotar al régimen en el proceso comicial presidencial del 2024. Allí se alcanza un enorme margen de crecimiento, si logran apartar los egoísmos, las pequeñeces, dejando atrás las viejas facturas por cobrar, es posible un éxito electoral que cambie el rumbo.
Comprender que son distintas visiones que convergen en la misma necesidad, que no existe una logia iluminada, con el sello de los dioses, que tenga la potestad de ser exclusivamente la dueña del membrete opositor.
¿Qué nos sugiere esto? Que debe abrirse un amplio debate en donde todos los sectores estén representados. Comenzando con dos estadísticas fulminantes. El 70% por ciento de los ciudadanos no cree en los partidos políticos, no se sienten representados por liderazgos de marketing. Por grupos que no gozan de una adhesión popular, que los haga ser sus intérpretes.
La otra: es que ninguno de los precandidatos presidenciales, obtiene números suficientemente atractivos, bajo esa perspectiva se necesita de una confluencia de factores para lograr, con desprendimiento y honestidad, que se produzca el hallazgo del abanderado, pero lo primero es que se cobije bajo el manto de un programa de una profunda reconstrucción nacional, donde quepan todos. Que se garantice los plenos derechos constitucionales, sin acorralamiento, que se ejerza la justicia para que paguen los verdaderamente culpables. Un proyecto seductor que enamore al electorado.
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Hasta ahora nuestro liderazgo, con las excepciones de rigor, no habla de los problemas de la gente, no logra conectarse con los urgentísimos anhelos ciudadanos, cuando exponen ideas es para hablar de sus particulares ambiciones políticas. El lenguaje que se habla es ajeno al bienestar colectivo, ni entusiasta, tampoco enamora al ciudadano. Eso es la crucifixión de la esperanza. La realidad es que corren en desventaja.
Un pésimo gobierno que funciona: como una máquina trituradora para ganar elecciones, aguarda. Un régimen despiadado, cargado de dinero y abusos, con la musculatura del estado al servicio del PSUV, es el oponente. Para contrarrestarlo es necesario un proyecto unitario que convoque al país total, sin mezquindades, hacemos falta absolutamente todos, incluyendo a los factores disidentes del gobierno, allí existen grupos que esperan que el desprendimiento sea de verdad.
El abanico de posibilidades es amplio de actuarse con honestidad. Que todos se reconozcan como miembros de una salida democrática. Poniendo en primer lugar a la nación, dejando para eventos futuros, los legítimos intereses particulares. Un encuentro de exclusiva dedicación a Venezuela, poniendo énfasis en el diagnóstico de las primeras debilidades a corregir.
Que los partidos políticos puedan recobrar su antiguo vigor, hoy muchos son siglas sin alma. Que resurja el interés del ciudadano por la participación. Escuchar a las bases, que los nuevos liderazgos retomen su protagonismo. Ir al encuentro de millones venezolanos que se sienten defraudados por el gobierno y la oposición.
La academia debe ser oída con el respeto de saber aprovechar las sugerencias, no solamente para la fotografía. Poder conquistarlos con un proyecto de unidad nacional para lograr que Venezuela no se muera. Una respuesta económica que consiga revertir la brecha de la injusticia social. La promesa de un país moderno, autogestionario, que siente las bases de un desarrollo sustentable que nos coloque en la cima.
Desde hace años los venezolanos esperan una visión distinta a lo actual. Organizar la convocatoria del país, interpretar sus sueños es fundamental. Con amplitud es posible lograrlo. Entendiendo que somos los venezolanos, sin salidas mágicas, lo que podemos hacerlo posible.
Alexander Cambero es periodista, locutor, presentador, poeta y escritor.
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