¿Cómo (sí) debe ser el proyecto de reforestación en parques nacionales?
Canaima, Yapacana y Caura han sido algunos de los parques nacionales afectados por la minería ilegal. Estos tres en conjunto suman aproximadadamente 4.967 hectáreas deforestadas. Por esta causa, en el país se ha dejado de producir diariamente oxígeno para 89.406 personas, siendo que cada día una hectárea de árboles es el pulmón de 18 personas
El Ministerio de Ecosocialismo informó el 3 de febrero que inició la reforestación de áreas afectadas por la minería ilegal en tres parques nacionales de Venezuela: Canaima (Bolívar), Yapacana (Amazonas) y Caura (entre Bolívar y Amazonas); los tres en los que el Proyecto Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) afirma que ocurrió una mayor pérdida de bosques primarios entre 2017 y 2020, a causa no solamente de la extración minera —promovida por el decreto presidencial del Arco Minero— sino también de la expansión de la actividad agrícola y los incendios.
Josué Lorca Vega, jefe de esa cartera ministerial, anunció en redes sociales con bombos y platillos que en Yapacana reforestaron con 400 árboles y 1.000 avíos, pero esa cantidad, han considerado investigadores ambientales, es insignificante tomando en cuenta la magnitud de la degradación ambiental.
Allí hay 3.200 hectáreas impactadas —equivalentes a 50 veces el Parque del Este— que representan apenas el 1% del total del parque (320.000 hectáreas). Pero el daño ni siquiera debería existir en un área protegida como esta, que además forma parte de la selva amazónica, productora del 9% del oxígeno de la Tierra.
Cálculos hechos por la ONG SOS Orinoco para TalCual muestran que para recuperar la cobertura vegetal de ese parque debe plantarse un árbol por metro cuadrado, es decir 32.000 millones de árboles, tomando en cuenta que cada hectárea equivale a 10.000 metros metros cuadrados.
«De ellos (los árboles), el 50% va a morir porque no se va a adaptar y necesitarías los reemplazos. Y eso sabiendo qué vas a plantar (…) Un programa de reforestación puede durar entre cinco y 10 años. Sin embargo, para poder decir regresaron los ecosistemas de Yapacana son 20 años como mínimo», explica el grupo de investigadores ambientales pertenecientes a esa organización.
«Anunciar que están sembrando 400 árboles en una zona donde hay 3.200 hectareas deforestadas es de chiste», afirma el equipo de SOS Orinoco.
El número de árboles, sin embargo, no es el único factor a contemplar en un proyecto de plantación.
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José Rafael Lozada, ingeniero forestal y docente de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la Universidad de los Andes (ULA), explica que también deben considerarse las especies vegetales a plantar. ¿La razón? No debería alterarse la composición florística nativa de los ecosistemas de los parques con la introducción de especies exóticas, como lo es el árbol de acacia —usado en el actual plan de reforestación —, porque de ello depende que se creen las condiciones necesarias para un proceso de sucesión ecológica.
«Esta especie (la acacia) está reportada como una de las más invasoras. No estoy de acuerdo con que se esté haciendo reforestación con plantas exóticas.En todos esos lugares debería investigarse las especies autóctonas pioneras, que son las que se dan a campo abierto, a plena luz y tienen crecimiento rápido, porque en poco tiempo pueden dar cobertura al suelo, retenerlo y evitar erosión. Y paulatinamente esas especies crean las condiciones para que luego se establezcan otras especies típicas del bosque nativo. Es decir, que haya un proceso de sucesión vegetal por la intervención», detalla.
Lozada considera que recuperar la diversidad florística original va a tardar decenas de años, pero cree que lo importante es iniciar el proceso, sobre todo porque, según dijo, con las aproximadadamente 4.967 hectáreas deforestadas por la minería en estos tres parques nacionales, en el país se ha dejado de producir diariamente oxígeno para 89.406 personas, siendo que cada día una hectárea de árboles es el pulmón de 18 personas.
¿Cuánto cuesta un proyecto reforestación y qué otros factores debe contemplar?
SOS Orinoco afirmó a TalCual que un proyecto de este tipo en Yapacana podría costar millones de dólares.
Pero como cada parque posee ecosistemas propios y registra magnitudes de daños diferentes, los requerimientos en cuanto a técnicas y especies vegetales son también distintos. Además, las acciones recogidas en un plan para recuperar Canaima, por ejemplo, no necesariamente funcionan para Caura o Yapacana.
Aun así hay un aspecto que todos tienen en común: para llegar hasta ellos hay que tomar las vías fluviales y las interacciones son hostiles debido a quienes practican ilegalmente la minería en estos espacios.
Lozada, también doctor en Biología Vegetal por la Universidad de Valencia, España, comentó que debido a que en los tres parques las áreas impactadas están dispersas, los costos de reforestación pueden ser elevados.
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«No hay un solo sector con las hectáreas afectadas parejitas. Si fuese a gran escala, la plantación, por hectárea, saldría entre 400$ y 500$, pero si están esparcidas, ahí los costos pueden subir y llegar hasta 1.000 dólares (…) Después viene el otro problema, que es el tipo de planta a producir en viveros y su transportación. Si es una como el eucalipto, en un canasto puedes meter 50 o 60. Ahora, si vas a producir especies nativas, estas no se dan en tubetes. Se producen en una bolsa con peso mínimo de dos kilos. Cuando tienes que trasladarlas, puedes meter en un canasto unas 20, no 60 ni 80. Nada más por ahí, por ser otra técnica, te aumentan los costos enormemente», explica el investigador en intervenciones en ecosistemas vegetales.
Usando esa data como base, la recuperación de Canaima —donde la minería ha arrasado con 1.540 héctareas y se ha expandido 8.4 veces más desde el 2000, con 80 hectáreas deforestadas anualmente— tendría un valor de 1.600.000 dólares o de 3.120.000 si se toma como referencia el rango máximo. En Caura, con entre 200 y 500 hectáreas destruidas, la suma, por la «medida pequeña», alcanzaría los 100.000 dólares.
La fabricación de avíos, que son las bolas de semillas de especies arbustivas, herbacios, pioneras y plantas, también tiene otro precio, pero actualmente Lozada no los maneja. Solo acotó que se debe considerar la transportación de los mismos y su lanzamiento, que dependerá de lo que cobren las aeronaves por hora de sobrevuelo.
Pero no solo los recursos monetarios son importantes para que un programa con fines de reforestación ambiental reverdezca, también hay un componente social y jurídico que tiene que tomarse en cuenta. La ONG SOS Orinoco dijo a TalCual que también debe contemplarse la creación de trabajos en esas regiones, con prioridad para las comunidades indígenas aledañas a los parques. Si el plan no incluye este aspecto «está condenado al fracaso».
Para el experto de la ULA, la anulación de las actividades degradantes y destructivas de los ecosistemas tiene que pasar por el proceso completo que está en las leyes y reglamentos. «Hay una Ley Penal del Ambiente que tiene que ser aplicada (…) No estoy viendo en las noticias ni por redes sociales ni un detenido. Hay una especie de impunidad con estos delitos ambientales porque no sancionan de acuerdo a lo que establece la normativa», lamenta Lozada.
¿Quién debe estar a cargo de un programa de reforestación?
«Porque son parques nacionales tienen que ser administrados por autoridades del Instituto Nacional de Parques (Inparques), adscrito al Ministerio de Ecosocialismo. La pauta política, recursos financieros y todo lo que necesiten debe salir de ese ministerio. Pero Inparques en Amazonas, por darte un ejemplo, es un grupo de personas que no sale de Puerto Ayacucho. Ahí (en Inparques) no hay gente que sepa diseñar eso (el plan de reforestación), y en el ministerio tampoco. En la FAN mucho menos. También necesita (Inparques) una buena caja de dinero, todo el apoyo del ministerio, y la parte científica, que no la tiene ni tiene por qué tenerla».