¿Cómo ve China las democracias occidentales?, por Luis Cermeno
Si miramos por el lente que define a la democracia como un sistema político intrínsecamente predominante y a través del cual interpretamos lo que es correcto o incorrecto de otros países y que incluso demarca la política exterior de aquellos que buscan democratizar otras naciones, corremos el riesgo de caer en sesgos que incluso limitan el propio avance y reflexión a lo interno de nuestros países.
Indudablemente, la democracia tiene atributos positivos que están arraigados a nuestra historia e identidad cultural. Sin embargo, la historia y la cultura de otros países puede no involucrar la asimilación de valores democráticos y esto no determina una falta de legitimidad de estos sistemas por parte de sus ciudadanos. A este respecto vale la pena preguntarse cómo, de acuerdo al Pew Research Center, un 95% de los Chinos tiene una visión favorable de su país y 92% manifiestan confianza en el liderazgo de sus autoridades, mientras que la confianza de los estadounidenses en su liderazgo apenas llega a un 46% y ni siquiera vale la pena mencionar Latinoamérica cuyas cifras van del 5% al 20%.
Como todo es relativo, hoy quise colocarme los lentes para ver del otro lado de la acera y entender cómo ven los Chinos nuestras democracias.
En principio, históricamente China ha sido gobernada por dinastías que ejercían absoluto control sobre su población. La necesidad por el orden, la estabilidad y la alimentación legitimaban el ejercicio de ese control que trajo épocas de progreso e innovación. Los momentos históricos donde las dinastías perdieron su autoridad y poder central eran seguidas de períodos de guerras y hambrunas. A esto hay que agregar la influencia del confucionismo que tipifica la autoridad como un ser supremo, benevolente, el padre y guardián de la civilización China. Y esto es así, hasta nuestros tiempos.
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A un gran amigo Chino le comentaba sobre los estragos de la situación económica en mi país, le comentaba que el pueblo se organizaba para protestar. El me pregunto: «¿y porque hacen eso?». Le dije: Porque queremos un nuevo gobierno. El me respondió: «acá nosotros haríamos que el gobierno rectifique y haga lo correcto».
Para los chinos, las democracias son inestables y poco competentes en mantener crecimiento económico y líneas de desarrollo a largo plazo. De hecho, las épocas de mayor crecimiento económico en las principales democracias del mundo se dieron en momentos en el que no existía el derecho al sufragio o estaba limitado a grupos minoritarios, estos derechos se adquirieron una vez que estos países despegaron sus economías y fue cuando se iniciaron procesos de descentralización y democratización.
Por otro lado, otra de las grandes limitaciones de las democracias desde la perspectiva China tiene que ver con los grupos de interés. A este respecto, el empresario Chino Eric Li Ka-cheung explica que las mayores limitaciones de la democracia estadounidense son los grupos de interés corporativos, ya que los mismos se ven favorecidos por los atributos mismos del sistema: la transparencia, la sociedad civil, el estado de derecho y la libertad.
Él argumenta que demasiada transparencia es perjudicial ya que el sistema queda cautivo por los grupos de interés que manipulan la opinión pública. A su vez, la sociedad civil es el terreno preferido de estos grupos que generalmente usan esta plataforma para presionar al gobierno por políticas que los benefician y que no necesariamente están conectados con líneas de desarrollo a largo plazo.
También afirma que la legislación ayuda a los grupos de interés a «legalizar la corrupción» al detener o dar luz verde a proyectos o leyes en el congreso que favorecen a las grandes corporaciones. Dado que esta práctica es legal, entonces es imposible tomar medidas enérgicas. Por último, se refiere a la libertad, ya que esta conlleva al privilegio y como no todos tienen el mismo acceso a los recursos y la acumulación de capital, entonces aquellos que tiene más dinero tienen más que decir en la sociedad.
Volviendo al lado de mi acera, puedo decir que una fortaleza del sistema político Chino radica en su capacidad de accionar políticas públicas concretas y competentes de largo alcance, sin que estas sean socavadas por pugnas ideológicas, incentivos por el control político, cambios políticos o grupos de interés. Por otro lado, está la identidad cultural de una civilización que conecta al Estado con el interés de progreso de su población.
La democracia no debe reducirse a un evento electoral que no garantiza que nuestros países estarán en mejores condiciones. Las elecciones ya no legitiman al sistema si esto no viene acompañado de reformas que favorezcan el empleo, una mejor distribución de la riqueza, mejoras en el entorno macroeconómico y políticas de desarrollo a largo plazo. En Latinoamérica y otros países, las elecciones se están convirtiendo más bien en un mecanismo para la deslegitimación del sistema y de castigo a las élites políticas; lo cual representa una oportunidad para los regímenes populistas de alcanzar el control político.
La democracia es parte de nuestro legado histórico, sin embargo la transición política en democracia sería una limitación sin que nuestros líderes pongan de primero al país y no a sus intereses individuales, partidistas, ideológicos, corporativos y de corto plazo. Y allí está la esencia, ¿que tanto nos conecta moralmente con el progreso de nuestro país y nuestra gente para procurar hacer las cosas bien?