Complicados, no desinteresados, por Félix Arellano
La agenda internacional es heterogénea, por la diversidad de actores y temas que están presentes; es dinámica, en permanente movimiento y, obviamente, compleja, todo funciona simultáneamente. En este contexto, se podría diluir o minimizar el peso de la crisis venezolana, más aun cuando un buen número de países de la región están enfrentando serios problemas de gobernabilidad, que concentran su atención. Es evidente que nuevas y difíciles prioridades están presentes, pero no podemos decir que exista indiferencia o desinterés frente a la grave situación venezolana.
Una de las consecuencias de la compleja situación que estamos enfrentando es el desafío que genera para nuestra a oposición democrática, a quien corresponde dinamizar la agenda, coordinar los esfuerzos, mantener la presión y avanzar en el objetivo de recuperar la democracia. Urge una oposición unida, creativa, flexible, que pueda coordinar la diversidad de actores, escenarios y agendas; pues desde distintos escenarios, todos participan en el objetivo común del restablecimiento de la democracia en Venezuela.
Ante la complejidad de la situación regional, donde la inestabilidad se extiende por el vecindario, resulta inexorable que el tema venezolano baja de prioridad; empero, no obstante las adversas condiciones, el Grupo de Lima se ha reunido y enfatizado sus posiciones; también está prevista una nueva reunión del grupo del TIAR; el Grupo Internacional de Contacto de la Unión Europea también se ha reunido recientemente y ha sido contundente en su declaración; incluso, el llamado mecanismo de Montevideo también ha reiterado su preocupación por la situación venezolana.
Un aspecto importante de resaltar son las implicaciones para la región, en particular para la seguridad, la estabilidad y la paz; de lo que podríamos calificar como el “efecto Venezuela”. Un elemento fundamental de efecto tiene que ver con la diáspora venezolana, que no se detiene en la medida que el proceso bolivariano mantenga su modelo autoritario y destructivo de la economía.
Nuestros pobres seguirán buscando mejores condiciones de vida. Pero el “efecto venezolano” también contempla otros elementos peligrosos pues se le vincula con negocios ilícitos, lavado de capitales, narcotráfico y relaciones no transparentes con grupos irregulares a nivel internacional.
Algunos consideran que también se debería incorporar en el llamado “efecto Venezuela”, las posibles vinculaciones del proceso bolivariano con la violencia que están enfrentando varios gobiernos democráticos de la región. Un tema complejo, pues el proceso está muy interesado en sobredimensionar su capacidad de acción internacional; empero, no es menos cierto que desde sus inicios en el poder el proceso bolivariano asignó especial importancia a la exportación del modelo y la generación de un entorno favorable en la región.
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Todo indica que el llamado “efecto Venezuela” representa una presión que no se puede superar tan fácilmente y que genera un efecto multiplicador peligroso para las democracias en el hemisferio. Conscientes que la preocupación existe y se incrementa, el reto tiene que ver con la organización de la estrategia para superarlo y, en este plano, es indispensable tener presente que, por la diversidad de actores que participan en favor de la democracia venezolana, se deben articular de forma flexible y creativa varios escenarios y eso forma parte de las tareas que corresponden a nuestra oposición democrática.
No debemos olvidar que la gran mayoría de la comunidad democrática internacional está promoviendo una salida pacífica, que está vinculada con un inexorable proceso de negociación. Incluso, los gobiernos que promueven acciones más duras como las sanciones, resaltan que representan un mecanismo de presión para llevar al proceso bolivariano a una negociación concreta.
En la medida que no se avance en una negociación con resultados efectivos, las sanciones se mantienen y se pueden incrementar. En esta línea se incluyen los países que apoyan el mecanismo del TIAR.
Pero también tenemos los actores que promueven estrategias moderadas y su aporte es muy importante, pueden contribuir en la identificación de incentivos que faciliten el proceso de negociación, y en la presión que pueden ejercer sobre los aliados al proceso bolivariano, en particular, Rusia, Cuba, Irán , Turquía, China. En los escenarios moderados se puede trabajar con varios países del Grupo de Lima, del Grupo Internacional de Contacto de la Unión Europea, del Mecanismo de Montevideo y otros países como Suiza, Japón, Corea del Sur y, especialmente el Vaticano.
Estamos conscientes que el tema de la negociación genera resistencias y que el proceso bolivariano ha demostrado un absoluto desprecio, incluso lo manipula para ganar tiempo, pero las sanciones están presentes y se pueden incrementar, evadirlas se va complicando; la opción para superar este panorama que se complica de forma creciente para el proceso bolivariano, tiene que ver con una negociación efectiva, concreta.
En este momento, significaría que el proceso bolivariano responda a la propuesta que la oposición democrática presentó en el marco de la mediación del Reino de Noruega. Sería retomar la mediación de Noruega para concluirla e iniciar la aplicación de los acuerdos, esa es la salida pacífica y democrática que aspira la comunidad internacional.