Con calma, que estoy de prisa, por Alberto Lovera
Hay un nuevo clima emocional del país. La esperanza del cambio está retomando fuerza, pero no hay que menospreciar la fuerza que siguen teniendo quienes ejercen el poder. Aunque sea un ejercicio usurpado e ilegítimo no dejan de tener recursos para ejercerlo.
Como en otros eventos del pasado reciente donde se pusieron en evidencia las debilidades de la cúpula gobernante, hay que recorrer la ruta del rescate de la democracia haciendo uso de todos los tableros constitucionales disponibles. Ya deberíamos haber aprendido que esta es una lucha compleja y llena de obstáculos, que no hay fórmulas mágicas, que la acumulación de fuerzas es un proceso, no tiene fecha fija y es un blanco móvil.
La Asamblea Nacional, el único poder legítimo en nuestro país, ha tomado la iniciativa para proponernos una ruta para restituir la democracia. Un camino lleno de dificultades que hay que vencer con mucha inteligencia estratégica
No valen los apuros. Se entiende que haya desespero por ponerle fin a tantas situaciones dramáticas que se viven día a día en nuestro país, pero no por madrugar amanece más temprano. Hay que construir un desenlace paso a paso.
Estamos en una coyuntura que empieza abrir posibilidades, pero que requiere de ponderar cada paso para no errar.
De nuevo hay que estar alertas para no menospreciar los recursos con los que todavía cuenta nuestro adversario. Siempre será mejor sobreestimar sus posibilidades de surfear la situación, que pensar que está ayuno de ellas. Ello permitirá que cada paso se dé con consistencia.
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La Asamblea Nacional ha dado pasos importantes tanto para poner al descubierto la usurpación del poder, como para tenderle la mano a quienes estén dispuestos a contribuir a la defensa de la Constitución y a facilitar la restitución de la democracia.
También la Asamblea Nacional nos ha convocado a los ciudadanos para activarnos y organizarnos en cabildos abiertos y en la movilización del 23 de enero. Son pasos indispensables para conjugar la lucha institucional desde el parlamento con la ejercida por la ciudadanía y por la presión internacional.
Lo que nos estamos jugando es demasiado importante como para dejarnos arrastrar por la comprensible indignación frente a la destrucción de nuestro país. Es la hora de la sindéresis. Como alguien dijo, corazón ardiente, pero con cabeza fría. No dejar de hacer nada de lo que sea necesario para acercar la restitución de la democracia, pero con inteligencia y tino.
La situación está cambiando a favor de las fuerzas democráticas, pero evitemos esta vez generar expectativas exageradas de un desenlace inmediato. El 23 de enero con la movilización ciudadana es un paso más en este camino lleno de obstáculos para alcanzar la meta de la restitución de la democracia
Porque es urgente que logremos un nuevo amanecer democrático para nuestro país, tenemos que actuar con tesón y prudencia para vencer a un adversario que aún cuenta con recursos para resistir, a pesar de la presión nacional e internacional. Por eso debemos mantener la presión con consistencia, tenacidad y midiendo cada paso, recordando el dicho: con calma, que estoy de prisa.