Con calma que estoy de prisa, por Alberto Lovera
Porque la situación es urgente es por lo que hay que actuar con paso firme. Sin pausa, pero haciendo en cada momento lo que tiene resultados efectivos. Un cálculo estratégico difícil midiendo cómo lograr que la restitución de la democracia pueda lograrse.
Tenemos una ruta marcada por tres elementos que se combinan: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Cada una a su ritmo.
No hay que perder los pasos que se fueron dando para que esta estrategia pudiera germinar.
Es una estrategia paciente labrada. Ella fue posible porque se logró mostrar que la correlación de fuerzas política y social había cambiado. Fue la victoria de las fuerzas democráticas en la Asamblea Nacional, que algunos olvidan cuánto hubo que batallar para que esa elección se produjera.
Tras muchos desvaríos por pensar que ya el mandado estaba hecho y menospreciar al adversario, tuvimos que pasar por una larga travesía por el desierto de la desesperanza. Todavía había que recorrer un prolongado y escabroso camino para mostrar cómo el régimen estaba desmontando paso a paso lo que quedaba de la maltrecha institucionalidad democrática: represión, presos políticos, exilados, inhabilitaciones, anulación de registro de partidos, declaración en desacato a la AN, siembra de dudas sobre los dirigentes democráticos, y pare de contar.
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No se pudo impedir la instalación de la írrita ANC y creyeron que ante el desconcierto y las desavenencias entre las fuerzas democráticas podían imponerse con unas elecciones adelantadas y sin las más mínimas garantías de equidad. Aunque las realizaron, su ilegitimidad quedo al descubierto. La mayoría las consideró inválidas y se abstuvo. Hasta quienes participaron en ellas, descubrieron que habían sido fraudulentas. Buena parte de la comunidad internacional las consideró igualmente como una mascarada.
Creían que habían logrado imponer un régimen ilegítimo, pero aceptado a regañadientes en el escenario nacional e internacional. Se equivocaron. Cuando escucharon al canciller español decir, el 10 de enero termina la legitimidad del gobierno venezolano, era la percepción de una parte significativa de la comunidad internacional. También de buena parte de los ciudadanos venezolanos.
Cuando el Frente Amplio Venezuela Libre y otras corrientes llamaron a la abstención a las elecciones presidenciales adelantadas surgieron muchas dudas, con el plan que seguiría a ello, más allá que en ese entonces era claro que no había ni las condiciones para una elecciones libres, ni el ánimo colectivo para transformarlas en una herramienta de resistencia.
Lo que muchos no sabían era que se estaba diseñando un plan para convertir esa postura en una oportunidad. Sin mucho ruido se estaba labrando una rearticulación de las fuerzas democráticas.
El momento en que se hizo evidente fue en la elección de la nueva directiva de la AN. Se respetó el acuerdo y se anunció una hoja de ruta. La que había ido acordando en ese mundo diverso que es la alternativa democrática al autoritarismo imperante.
Este acuerdo sólo ha sido posible gracias a muchos esfuerzos confluyentes. Más allá de la contribución de uno u otro dirigente, es el resultado de una articulación de partidos políticos y organizaciones sociales que han puesto su empeño en encontrar el terreno común para diseñar una ruta para el rescate de la democracia. De otra forma no se podría entender la unanimidad que la acompaña en la AN.
Y esa es otra pieza clave. La AN, que muchos menospreciaron y hasta satanizaron. La única institución con legitimidad democrática que queda en nuestro país. Ella resistió y tomó iniciativas que ahora cristalizan.
Cada proceso de transición del autoritarismo a la democracia es diferente. No se había visto uno liderado por un parlamento y su presidente. Este es nuestro caso
Estamos viviendo un proceso de lucha para restituir la democracia en Venezuela. No es fácil. Es un asunto complejo. Este elenco del poder es una mixtura particular entre una fraseología de justicia social con negocios turbios La ruta de salida es mucho más compleja que en otros casos.
Aunque hay indicios que los procesos se aceleran, hay que actuar el entendiendo que la única manera de que sea más breve es que asumamos que el entramado es complicado, donde la fiera herida todavía cuenta con recursos para alargar su sobrevivencia. Y por estar herida es peligrosa.
Todavía estamos por lograr el cese de la usurpación, el primer paso. Vendrá el trabajoso paso de construir un gobierno de unidad nacional, cuya composición no será del gusto de los manager de tribuna sino de lo que sea posible para hacerlo viable y efectivo, tras su ejercicio podremos encaminarnos para colocar la definición final en unas elecciones libres, cuando se construyan las condiciones para que el soberano decida.
Cuando escribimos estas líneas aún no sabemos cómo se desenvolverán los procesos de los próximos días. Pueden acelerarse, pero seguimos pensando que un buen consejo sigue siendo: con calma que estoy de prisa. Son muchos los elementos que tenemos que anudar para restituir la democracia en nuestro país, Estamos urgidos, pero hay que actuar con pie de plomo.
Como han dicho una y otra vez nuestros dirigentes de la AN y Juan Guaidó. Este es un proceso, no un acto, ni una fecha. Cada día estamos más cerca de lograrlo, pero hay que actuar para que esta vez logremos rematar con éxito nuestra tarea. Y para ello hay que seguir la hoja de ruta, haciendo cada día lo que toca, pero sabiendo que quedan asuntos pendientes que hay que atender cuando toque con asertividad.