Con ciencias progresamos (II), por Rafael A. Sanabria Martínez
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Hay fuertes obstáculos materiales y de actitudes, para la formación científica en el país, muchos de los cuales enumeré anteriormente. Necesitamos que nuestras instituciones educativas se conviertan en talleres científicos, porque la ciencia forma parte de nuestra vida diaria, especialmente en el siglo XXI. Debemos hacer del aula lugar para ensayar ideas, ejecutar experimentos y hacer descubrimientos, de manera masiva.
Las autoridades educativas deben plantearse: 1. ¿Qué debe saber y hacer un profesor de ciencias? -2 ¿Cuál es la propuesta para consolidar un desarrollo científico? -3 ¿Es posible la ciencia al servicio de la productividad del individuo y su comunidad? -4 ¿Por qué en Venezuela la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias está en crisis?
Desde secundaria oímos expresiones como: «Esa materia es la peor», «De pana que esa materia no me entra». Afirmaciones que desvirtúan lo propuesto en los programas educativos. Las instituciones educativas en la praxis docente le están dando a las ciencias un enfoque de mal necesario, que hay que cumplir, pero no importa, que cada quien haga lo que mejor le parezca (hasta donde pueda y conozca). De allí que los proyectos educativos solo quedan en el papel. Muchos profesores de ciencias simplemente no son profesores, son profesionales prestados de otras áreas.
¿Será éste un problema capital de entre los tantos problemas de Venezuela? Es cierto que hay nuevas políticas educativas, pero se ha descuidado la formación de nuevos profesionales de las ciencias. Cabe plantearse de si (los profesores) estando bien preparados en una rama de la ciencia pueden llegar a interpretar las necesidades educativas en el aula de clases. O si estamos retrocediendo a modelos pedagógicos en los que el fin del quehacer educativo es netamente conceptual (el “caletre” por ejemplo).
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El mundo moderno nos enfrenta con frecuencia a situaciones novedosas para las que no hay recetas dadas. Esto exige la búsqueda de nuevas formas de ver y abordar lo hechos, el mantener la mente abierta y un cambio de actitud, con más creatividad. La enseñanza de las ciencias y su metodología para buscar la verdad, aunque no es una panacea, nos da opciones válidas para afrontar y resolver situaciones problemáticas desconocidas. Además, la correcta formación científica, desde la primaria, da al individuo, colateralmente, elementos de ética y de adaptación al contexto socio-cultural.
Un buen docente, ¿es aquel que tiene un amplio y vasto conocimiento sobre una disciplina o el que logra inferir en su práctica las necesidades de sus estudiantes? El desafío del docente de ciencias no es solo el impartir su conocimiento sino también una inquietud y ansias de conocimiento, ya que el universo conceptual en ciencias es demasiado amplio y diverso. Esto plantea un reto para todo docente frente a las necesidades que tenemos los seres humanos de perdurar como especie: La enseñanza de la ciencia debe salirse del paradigma de dominación natural para formar seres humanos capaces de reflexionar sobre su existencia dentro de la naturaleza.
Esto se resuelve cuando cada uno cambie el paradigma de la enseñanza que si bien es cierto es una manifestación de progreso también es un principio para comprendernos dentro de las leyes de la naturaleza.
Al país le urge una masiva enseñanza de la ciencia, preparar docentes e instituciones para esto, comenzando por darle el sentido de prioridad nacional (y personal, de cada uno), comprender que su conocimiento es necesario y no son materias que están allí para amargarle la vida a los estudiantes. Es necesario borrar los prejuicios cuasi medievales que desdeñan la ciencia en nuestra cultura común y el ignorante desdén de “cuando yo me gradúe, eso no me va a hacer falta”.
Todos necesitamos más y mejor formación científica.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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