Con nombre de mujer, por Jorge Francisco Sambrano
La prosa ha hecho un viraje, pues quiso hacer una pequeña parada para expresar agradecimiento, quitarse el sombrero y hacer una reverencia al sinónimo de constancia, ternura y amor. A la más exquisita combinación entre lo magnífico y lo inigualable. La excepción a la regla, lo más cercano que tenemos en este plano terrenal a perfección. Quizás de existir una puntuación sería el más claro ejemplo de la mejor creación del Supremo Autor en este Universo. Un millar de virtudes para tan solo cinco letras: MUJER.
Gracias porque increíblemente, convierten en un Oasis cada desértico día que nos toca pasar en nuestras vidas. La luminancia de su esencia fulgurante y especial hacen transformar, de una manera tan peculiar, las noches más oscuras y temibles, en un paraíso hecho realidad, afrontando con guaramo y temple las vicisitudes más férreas y adversas que posiblemente nos vayan a tocar. Eso, es digno de admirar.
Cada Beethoven tiene su sinfonía, todo Romeo tiene su Julieta, y hasta Jesús tuvo a María. Ustedes. son ese poema jamás escrito, ese sentimiento jamás sentido, esa melodía jamás compuesta, el misterio jamás descubierto, la más pura esencia de terciopelo que colorea nuestro amanecer y nuestro ocaso que jamás volveremos a conocer. Ustedes. son la más sensual fascinación hecha alma, cuerpo y corazón. ¡Ustedes. lo son todo!
El ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un regalo y hoy, gracias les doy porque mujer puede ser la mejor amiga, la madre más abnegada, la consejera más fiel, la compañera más vigorosa, y un sinfín de cualidades que palabras faltarían en mi diccionario para describirlas. Gracias damas de acero, deidades terrenales, la obra Celestial más sublime otorgadas para hacer este mundo un sitio maravilloso. Sin ustedes. la vida no sería vida porque esa es su misión.
Hermanos caballeros, podemos por un instante cerrar nuestros ojos y detenernos a escuchar el ligero y más bello silbido de algún recuerdo que divague por nuestra mente y allí vamos a encontrar la presencia indudable de alguna damisela. ¿Por qué? ¡Porque sin ellas no podemos vivir!, ¡Sin ellas no podemos respirar!, ¡Sin ellas el cielo de queda sin estrellas y el mar sin su azul peculiar! Ellas, que son nuestro todo debemos quererlas, adorarlas, admirarlas, respetarlas, vanagloriarlas, y si se les va a matar, que sea con una «sobredosis de ternura» como dijo El Potrillo.
El honor más grande que podemos poseer es haber venido de su vientre y tener su apellido en nuestro gentilicio. Hoy esa mujer que nos vio nacer tiene lágrimas de sangre en su territorio, clama clemencia y a su vez nos alienta a seguir luchando. Hoy más que ayer debemos seguir luchando con la gallarda heroicidad que nos ha concedido. Sin importar la raza o la religión, de Oriente a Occidente, de norte a sur, debemos seguir hasta vencer y recobrar el sitial que de merece nuestra nación porque Venezuela, tiene nombre de mujer.
#RendirseNoEsUnaOpcion