¿Con qué se come el Cesppa?, por Teodoro Petkoff
Cesppa: Parece el nombre de una medicina, pero es la sigla de un ente llamado, no sin pomposidad, Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria, concebido para sustituir en sus atribuciones y funciones a otro organismo denominado Cesna, que fuera creado por Chávez, y tenía exactamente las mismas atribuciones y funciones. Según el decreto que lo crea, dictado por Maduro pero visiblemente elaborado en el Ministerio de la Defensa, el Cesppa «solicitará, organizará, integrará y evaluará las informaciones de interés para el nivel estratégico de la nación…» con el objetivo «de unificar el flujo informativo» sobre aquellas informaciones, que sean «sensibles» para la seguridad del Estado. Para decirlo por la calle del medio, se ocupará de ejercer censura sobre las informaciones que, a su juicio, no plazcan al Gobierno.
En otras palabras, sin querer queriendo, se ha creado una Junta de Censura, que tendrá las atribuciones de decidir cómo, de qué manera y en qué oportunidades seremos informados los venezolanos por los medios de comunicación. Solo les falta intervenir Internet. Tratarán, qué duda cabe.
Es el propio Gobierno, desde luego, el que definirá esas informaciones «sensibles», pagándose y dándose el vuelto. El término es tan vago que «sensible» puede ser cualquier cosa. De hecho, así será. De modo que ha sido violentado y violado el artículo 58 de la Constitución, según el cual, «Toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, SIN CENSURA…». Este artículo es claro y sin matices. Fue el fruto, en 1999, de la preocupación de los constituyentistas por superar las consecuencias, en el espíritu de la nación, de los largos años, en los siglos XIX y XX, durante los cuales se ejerció censura, por distintos gobiernos, sobre las informaciones y opiniones que los medios podían hacer públicas. Maduro ha dado un largo salto atrás. De hoy en adelante, si el país se lo permite y no retruca, el Gobierno, por ahora dirigido por Nicolás Maduro, discrecional y, tal vez, impunemente, «filtrará» las informaciones, que a su juicio, los venezolanos podemos recibir.
Valga la ocasión para recordar aquello que dijera José Vicente Rangel de que prefería medios que incluso mintieran a aquellos censurados por el gobierno. No sabemos si todavía piensa igual, pero debería decir algo al respecto, frente a esta enésima embestida del poder contra la libertad de expresión. Entre el poder y los medios, y sin excluir a países solidamente democráticos, siempre ha habido relaciones conflictivas y preñadas de tensión.
Por supuesto que nuestro país no ha sido una excepción. Por el contrario, ya lo hemos dicho, ni siquiera durante los cuarenta años seguidos de vida democrática nos salvamos de restricciones ocasionales y a veces relativamente prolongadas, a la libertad de expresión. Esto no excusa a Maduro. Por el contrario, permite, solo para efectos del testimonio sobre una época, que la «revolución bonita» pretenda afirmar la hegemonía comunicacional que ha montado, hasta el punto de proponerse la supresión de todo medio de comunicación independiente.