Conciencia ciudadana en tiempo de cuarentena, por Rafael A. Sanabria M.
En estos momentos en que Venezuela se encuentra amenazada por el covid-19, es propicio poner en práctica la conciencia ciudadana, uno de los más excelsos valores de los pueblos. Sin un grado sólido de ella, es difícil que éstos puedan realizarse dentro de un marco de realidades concretas y positivas.
Esta premisa es la base fundamental de la filosofía del programa educativo, pedagógico, didáctico, que vienen ejecutando la Organización Mundial de la Salud (OMS), especialistas, autoridades de diversos países, medios de comunicación a nivel mundial, a través de medidas preventivas, para reducir la proliferación del virus. Ya esta pandemia ha cobrando muchas vidas en diversos países del mundo.
A cada instante los medios de comunicación cumplen la loable tarea de llevar información fresca y veraz a los ciudadanos, para que éstos tengan una noción clara y precisa de la alta responsabilidad que les toca ejercer para prevenir el covid-19, por lo que no se debe tomar a la ligera esta situación, pues somos corresponsables de prevenir la propagación de este virus.
Es el tema que está en boga, es el día a día, la población anda alarmada, generándose hasta enfermedades emocionales, pero tenemos las medidas preventivas en nuestras manos, si las acatamos saldremos airosos de este mal que aqueja al mundo.
Como dice la psiquiatra Eva Salas “los seres humanos somos lo que pensamos”. Entonces si pensamos seriamente en seguir las instrucciones emitidas por las autoridades sanitarias, cultivaremos las raíces de lo beneficioso: lucidez, generosidad y amor.
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Como ciudadanos tenemos el compromiso de cultivar la conciencia ciudadana en una sociedad unida, no subdividida entre una que ve y la otra que piensa. Ya basta de imponer nuestro yo sobre el nosotros. Seríamos egoístas en este álgido momento histórico promover en un ciudadano una actitud que mira pero que no piensa, que ve pero no entiende. Porque como dice Giovanni Sartori “un mundo concentrado sólo en el hecho de ver, es un mundo estúpido”.
El llamamiento es a ver, pero también a pensar y entender que si me hago sordo a la voz que me dice que hay un flagelo que puede devorar sin piedad a una población, estoy siendo mezquino con otros que sí celebran la vida.
No es el momento para resaltar nuestras diferencias ideológicas, es el momento para estar por encima de nuestros pensamientos divergentes que podamos tener. Todos los hombres y mujeres compartimos una aspiración: alcanzar una existencia digna y feliz. Esta aspiración común lleva a cada uno a reconocer y ejercitar sus derechos, pero nos impone también la responsabilidad de reconocer y respetar los mismos derechos a nuestros iguales, las demás personas.
En el doble juego del querer y el deber, de los derechos y los deberes humanos radica la verdadera equidad. Sólo entre todos y con verdadera conciencia ciudadana es posible vencer la pandemia.
Es propicio recordar que es una cuarentena social, no unas vacaciones colectivas. Que no es tiempo de la usura y especulación al conciudadano que convive conmigo a diario, por alimentos, por un tapaboca, un antibacterial y hasta llegar al extremo de venderles el agua de consumo diario, que por múltiples razones no les llega por sus tuberías al hogar.
Es la hora de demostrar la solidaridad, pero en el buen sentido de la palabra, no como imagen que miente, sino una imagen que dialoga y que dice que los seres humanos somos solidarios, es decir entender que estamos fuertemente ligados unos a otros y que como dijo el gran filosofo de la antigüedad Zoon Politikon: “Somos por naturaleza animales sociales”. .
¿En qué consiste ese vinculo solidario entre las personas? ¿Cómo se expresa? Ser solidarios es estar ligados por una comunidad de intereses y responsabilidades.
Los pueblos grandes son aquellos que cultivan su conciencia ciudadana y Venezuela tiene que atender este reto, que también forma parte del desarrollo.