Condenados a entenderse, por Gonzalo González
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He venido coincidiendo con muchos sectores e individualidades del campo democrático nacional, aliados internacionales e incluso con el deseo expresado por la ciudadanía en la convicción dictada por la realidad, la experiencia y la necesidad de que el cambio político en Venezuela solo es posible si se conforma una amplia convergencia nacional de voluntades colectivas e individuales que recojan, representen y conduzcan unitariamente los esfuerzos en torno a ese objetivo.
En la sociedad venezolana ha comenzado un proceso, todavía incipiente, de recuperación de la esperanza en la posibilidad del cambio político mediante el aprovechamiento de la elección presidencial. Ese proceso tiene dos hitos: la decisión de seleccionar la candidatura presidencial de la oposición democrática mediante una primaria abierta, decisión la el cual han coincidido el proyecto María Corina Machado (MCM) y la Plataforma Unitaria (PU), siendo el esfuerzo político y orgánico de la Plataforma decisivo en su gestación y puesta en marcha; el mensaje y el esfuerzo enorme y sostenido de movilización de MCM para llevar hasta el último rincón del país el discurso de la esperanza.
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Es por ello que exacerbar las diferencias entre el proyecto MCM y la PU colocando a éste último sector como enemigo y no adversario coyuntural por la competencia en torno a la candidatura presidencial y al liderazgo que adquirirá quien resulte ganador de la competencia, y no un aliado estratégico en la lucha por desplazar al chavismo del poder es un error de consecuencias negativas para las posibilidades de avanzar hacia el objetivo común.
Ese error de apreciación y de cálculo proviene de dos consideraciones erradas. Primero, responsabilizar exclusivamente a los partidos integrantes de la PU de los errores y omisiones cometidos en la larga lucha contra el régimen. Segundo, creer que solo con el apoyo ciudadano se puede con la inmensa tarea ganarle a la dictadura los comicios presidenciales, cobrar la victoria, generar las condiciones para disponer de la gobernabilidad necesaria en función conducir exitosamente la transición hacia un nuevo régimen.
Quien resulte electo en la Primaria, en principio, o por otro método de consulta a la ciudadanía debe convertirse en un integrador amplio de todas las voluntades partidarias del cambio político.
El país necesita de un liderazgo fuerte, esa fortaleza en sentido positivo solo puede provenir de un liderazgo colectivo fiel reflejo de la diversidad del conglomerado democrático. Por supuesto, en ese liderazgo colectivo quien ejerza de candidato tiene un rol primordial, decisivo. En otras palabras, debe ser un Primus Inter Pares; no un nuevo autócrata.
En definitiva, el proyecto MCM y la PU están condenados a entenderse si de verdad comparten el objetivo de desplazar del poder a la dictadura, dar paso a una transición sostenible hacia un régimen de libertades facilitador del progreso, la justicia, la solidaridad y la seguridad de la sociedad venezolana.
Gonzalo González es politólogo. Fue diputado al Congreso Nacional.
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