Confirmazo, por Teodoro Petkoff
Después de la decisión de Acción Democrática de recoger nuevamente firmas para el RR, con base en el abierto argumento de que las del “Firmazo” no son válidas, es de suponer que la confusión que ya existía al respecto debe haber aumentado y, sobre todo, es obvio que el gobierno puede sentirse relevado de probar tal cosa (si las firmas fueren entregadas al CNE), pues le bastará con apelar a la confesión de parte. Si a lo dicho por AD se añade que otras personalidades del campo opositor han expresado dudas, también públicamente, sobre la legalidad de las firmas recolectadas en febrero, es fácil comprender que cualquier impugnación de ellas por parte del gobierno no lucirá como caprichosa sino bastante razonable, con argumentos que nacional e internacionalmente tendrán eco, en desmedro de la oposición.
Si esas firmas fuesen entregadas, el nuevo CNE será colocado, en las primeras de cambio, ante una muy difícil situación.
Si validase las firmas, cosa poco probable porque ya en la propia oposición se las ha descalificado, se desataría un engorroso proceso de impugnación ante el TSJ.
Mientras tanto el tiempo corre. Si no las validase, y la oposición decide, entonces, llevar a cabo un segundo “firmazo”, lo hará habiendo regalado previamente a su adversario tanto una preciosa victoria política como tiempo. A estas alturas, teniendo en cuenta los pasos legales necesarios para validar las firmas y para convocar el RR, este ya habrá pasado para el 2004, año que desde muy temprano estará marcado por la presión electoral derivada de la elección, a mediados de él, de alcaldes, gobernadores, concejales, parroquiales y legisladores regionales, corriéndose el riesgo de que el RR deje de ser prioritario.
Esta situación nos puede doler, pero no hay duda de que aquí lo único apropiado, para despejar la confusión y las dudas, es no entregar las firmas ya recogidas sino convocar desde ya, para una fecha muy próxima, después del 19 de agosto, un nuevo y gran “firmazo”, que mate toda objeción. Ya no se podrá argumentar que las firmas fueron recogidas con mucha anticipación ni que el texto al pie del cual se firmó no estaba correctamente redactado. No hay que dar pie para esa discusión. La opinión, lógica, de quienes firmaron en febrero, defendiendo la validez de las firmas, con todo lo respetable que es, no impedirá al gobierno la impugnación ni, con ella, la pérdida de tiempo. En cambio, quitarle ese fácil blanco al gobierno y anticiparse a las objeciones, convocando, desde ya, el Firmazo Dos, con millones de personas participando, tendría un efecto político sencillamente demoledor. Sería una gran victoria política y se habrá ganado tiempo, que es una variable fundamental. ¿Qué habrá nuevas objeciones? Sin duda, pero de lo que se trata es de anular unas que ya están avisadas, haciéndolo, además, mediante la que podría ser una movilización popular de envergadura nunca vista, con millones de personas en la calle, un mismo día, en todo el país, acudiendo a firmar. Sería el despeje casi definitivo del camino hacia el RR.