Contradicciones en materia comercial, por Félix Arellano
Uno de los elementos que ha caracterizado el discurso bolivariano en política exterior, ha sido su rechazo y satanización del libre comercio y de las instituciones que lo promueven, discurso coherente con los grupos radicales como el Foro de San Pablo, que acusan, desproporcionadamente, al liberalismo económico de ser la causa fundamental de los graves problemas sociales de la región. En este contexto, utilizar en la práctica tanto el libre comercio, como lo ha hecho en el marco de la ALBA y, más aun, utilizar los instrumentos de la principal institución comercial la Organización Mundial del Comercio (OMC), como lo acaba de hacer al presentar demandas contra Estados Unidos y Colombia, confirma el falso e irresponsable comportamiento del proceso bolivariano.
El discurso que sataniza al libre comercio son palabras para atraer ingenuos, pues no se corresponden con la actuación práctica. Al respecto, cabe destacar que al iniciar una relación más estrecha con los nuevos aliados ideológicos, el proceso incorporó el libre comercio, seguramente por sus beneficios para la generación de bienestar, pero nunca lo ha reconocido y, para mantener la farsa del discurso, le cambio el nombre, de tal forma que en el marco de la ALBA ha utilizado el libre comercio, bajo el eufemístico nombre de comercio de los pueblos y así ha suscrito acuerdos comerciales con Cuba e Irán.
Pero las contradicciones son mayores y, al negociar tales acuerdos y establecer el programa de liberación que permite la progresiva desgravación de los aranceles, no desarrolló las normativas complementarias, seguramente por considerarlas instrumentos del imperialismo. Entonces tenemos unos acuerdos de libre comercio muy frágiles, ya que carecen de la normativa indispensable para su funcionamiento eficiente.
En ese falso discurso satanizador del comercio, la OMC no ha sido la excepción y, en varias oportunidades, ha sido descalificada sin mayor fundamentación.
No podemos decir que la OMC es la panacea, pero tampoco asumir un discurso cuestionador sin conocer la institución, ni apreciar sus beneficios. Al respecto cabe destacar que para el comunista gobierno chino, la incorporación en la OMC resultaba tan importante, que tardó casi una década en negociaciones para su ingreso
Del proceso bolivariano siempre ha llamado la atención que, en su permanente improvisación, no se haya retirado de la organización, utilizando el anacrónico y falso discurso revolucionario. Con ese discurso justificó su retiro de la Comunidad Andina, empero se mantuvo en el banco de la integración: la CAF; también se retiró del Acuerdo del Grupo de los Tres con México. Si ha sorprendido la permanencia del proceso bolivariano dentro de la OMC, más ha sorprendido que en el marco de la grave crisis que está enfrentando, haya decidido utilizar uno de los instrumentos más importantes de la OMC como lo es el mecanismo de solución de diferencias (MSD), introduciendo demandas contra los gobiernos de Estados Unidos y de Colombia.
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Sobre tales casos, que se encuentran en la fase inicial de consultas, cabe destacar, en lo que respecta a los Estados Unidos, la solicitud fue presentado el 28 de diciembre del 2018, denunciando: “medidas impuestas por este país respecto de lo siguiente: bienes de origen venezolano, importaciones de oro de Venezuela, liquidez de la deuda pública de Venezuela, transacciones en moneda digital venezolana, y prestación y recepción de servicios de determinados nacionales venezolanos (por ejemplo la Lista de Nacionales Especialmente Designados y de Personas Bloqueadas)”. A su criterio tales medidas se presentan incompatibles con el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) de 1994 y el Acuerdo General de Servicios (AGS).
La solicitud contra Colombia fue introducida el 09 de enero del presente año y el proceso bolivariano alega: “que las medidas de distribución y otorgamiento de licencias, recargos a productos, acceso a los mercados y políticas de cotización aplicables en relación con los combustibles líquidos”. A su criterio tales medidas se presentan incompatibles con el Acuerdo General sobre Aranceles Aduanero y Comercio (GATT) de 1994
En el marco de la profunda crisis que estamos viviendo tales acciones han resultado desapercibidas, pero además al proceso bolivariano no le resulta conveniente explicar que utiliza el mecanismo de la OMC por la eficiencia que ha demostrado en su funcionamiento, pues chocaría con su falso discurso
En efecto, la Secretaría de la OMC informa que: desde 1995 se han sometido más de 535 diferencias, de las cuales 135 han pasado a la fase del panel o grupo especial arbitral, la gran mayoría se han resuelto en la fase de consultas directas. Por otra parte, tampoco le conviene al proceso que se haga pública su precaria actuación dentro de la organización, ni su deficiente cumplimiento de los compromisos, como se puede apreciar, entre otros, en postergar sin fecha su presentación en el marco del examen de política comercial, pendiente desde hace varios años.
De nuevo nos encontramos con otra decisión adoptada sin la evaluación, ni las consultas, ni la participación; bajo el esquema de la discreción autoritaria que ha caracterizado al proceso bolivariano y que tanto daño le ha generado al país. En tales condiciones, no es factible esperar resultados positivos, lo que contribuirá a deteriorar aún más la imagen del país en el contexto internacional.