Coraje para el equipo de salud que enfrentará el coronavirus, por Beltrán Vallejo
La llegada del coronavirus a Venezuela significa un reto y se expresa como un gran campo de batalla. En la primera línea de combate, en las primeras trincheras, a la vanguardia, se encontrará un contingente de profesionales, hombres y mujeres, que son los médicos, enfermeras, paramédicos, personal sanitario y demás recurso humano que todavía hay en hospitales, y que estarán expuestos a las ráfagas de ametralladora del contagio por el virus, que sí es letal, que sí es serio, que no es una simple “gripilla”.
Pues para esos trabajadores de la salud, que les tocará afrontar un gran reto como profesionales y como patriotas, vengan estas palabras de un humilde articulista, unas palabras de apoyo moral, de respeto, de reconocimiento porque al final ustedes serán unos héroes; por supuesto, acompañada esa heroicidad con la disciplina social y el talante solidario que muestre el pueblo venezolano ante la llegada de la pandemia.
Vean pues que llega el coronavirus a un país con un sistema público de salud destartalado y con un sistema privado de clínicas en bancarrota y con insuficiencias derivadas de la crisis económica y la falta de insumos.
Pero sobre todo, llega el coronavirus a Venezuela y se encontrará con los pocos profesionales de la salud que quedan en el país, ya que muchos de ellos se fueron de aquí buscando otros rumbos de calidad de vida, de buena paga, de mejores expectativas; y por lo que se oye, y por lo que se sabe, lo están haciendo muy bien; se tiene conocimiento de que los médicos venezolanos en países como Chile, hasta en España, hasta en EEUU, son apreciados por sus conocimientos y por sus competencias de alto nivel.
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Pues así estamos hoy en Venezuela; estamos echando de menos, ahora con el coronavirus, a todos esos médicos que se fueron, y a todas las enfermeras de la diáspora, y a los radiólogos que cruzaron las fronteras, y a los bioanalistas que ya no están aquí, y a los farmaceutas idos, y a los camilleros y su loable trabajo en hospitales y ambulatorios, pero que ahora están lejos de nosotros.
A los profesionales de la salud que están en Venezuela y que verán al monstruo de frente, a los que atenderán a los contagiados de manera directa, sólo le pedimos que se cuiden también y que asuman su rol como profesionales íntegros; les pedimos que se protejan, que se equipen, que estén alertas con ustedes mismos, que protejan su salud y la de su familia; les pedimos que se entrenen suficientemente, que estudien los casos con sapiencia, con curiosidad científica; les pedimos que no desmayen, ya que la salud y la vida de muchos en Venezuela dependerá de su trabajo, de su técnica, de su capacidad humana y profesional.
Van a salvar vidas, será envidiable su lucha; serán salvadores; serán la luz de muchos; serán la esperanza de un incontable número de personas; ustedes serán la tabla de salvación que no permitirá que el náufrago se ahogue; ustedes salvarán al que va a caer en la emboscada; ustedes acudirán como bomberos a extinguir el incendio y salvar la casa.
Finalmente, les pido a mis conciudadanos que les brindemos nuestro apoyo a los guerreros de los “hospitales centinelas”, y que la mejor ayuda para ellos de parte nuestra es que nos quedemos en nuestras casas, que nos lavemos bien las manos y que cumplamos todas las directrices de las autoridades.
A esos guerreros de la salud, ¡Dios los bendiga!