Corren o se encaraman, por Teodoro Petkoff
Hay nubes borrascosas en el horizonte. El brinco que dio la inflación en julio, que ya se llevó por delante la meta inflacionaria para este año, es una luz roja que se ha encendido en el tablero de mando de la economía. Hace rato también esta titilando la luz roja que indica una salida, ya torrencial, de divisas. Otra lucecita roja advierte que los precios el petróleo están entrando en la parte declinante del ciclo. Ahora, pues, es cuando se va a ver si los managers de la política económica tienen pericia para afrontar el tiempo nublado. Porque hasta ahora, salvo el primer semestre del 99, cuando la respuesta a la zambullida de los ingresos petroleros fue un muy ortodoxo ajuste fiscal exitosamente piloteado por Maritza Izaguirre, el team que dirige Jorge Giordani se ha contentado con administrar la vida vegetativa de la economía, sin hacer olas, más bien con prudencia, sin ninguna creatividad, manteniendo las líneas generales de la política que heredó, en particular en materia cambiaria.
Esa carencia de creatividad, la miopía ante las cambiantes condiciones del entorno económico y, por ello, la rigidez para adecuarse a sus vueltas y revueltas, nos está acercando a uno de esos momentos dilemáticos en la vida de los gobiernos, en los cuales el destino los coloca ante una disyuntiva dramática: cambiar o colapsar, correr o encaramarse. Algunas de las pocas mentes lúcidas y conocedoras que se ocupan de economía en el universo chavista están comenzando a dar señales de preocupación. Uno de ellos es Alejandro Armas, el ponderado presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, quien el domingo pasado publicó un largo artículo en El Nacional, sintomáticamente titulado «Signos de alerta». Por su parte, Francisco Rodríguez, jefe de la oficina de asesoría económica del parlamento, también ha llamado la atención sobre los peligros que comienzan a asomar su fea trompa en el horizonte. Felipe Pérez ha escrito en el mismo sentido, en una nada eufemística «carta» al presidente, en la cual terminaba sugiriendo la pronta sustitución de Giordani.
La situación, desde luego, podría ser manejable, si no se la deja pudrirse. Con 13 mil millones de dólares de reservas internacionales y 6 mil y pico en el FIEM, existe un apreciable margen de maniobra. Pero si a la inacción contemplativa se continúan sumando torpezas como la declaración de Chávez sobre la situación cambiaria («les tengo el ojo puesto»), que ayer sacudió a los mercados, provocando una estampida hacia el dólar, entonces la evolución de las cosas podría ser altamente indeseable