Covid-19, la sociedad, la economía y el deporte, por Gustavo Franco
El martes 17 de marzo se confirmó lo que era secreto a voces: la Eurocopa del 2020 queda aplazada un año. El coronavirus conocido como covid-19 se ha convertido en una pandemia mundial, y la única forma de contener el contagio es que todas las personas se aíslen. Los grandes eventos debían ser los primeros en quedar suspendidos para evitar las aglomeraciones de personas.
Las grandes ligas de fútbol (inglesa, española, alemana e italiana) ya han sido suspendidas hasta nuevo aviso, por lo que el aplazamiento de la Eurocopa permite que estas ligas puedan concluir cuando las medidas más restrictivas sean levantadas (siempre que la tasa de contagios lo permita).
Esta nueva forma de coronavirus (recordemos que en el año 2003 hubo un brote de este tipo de virus llamado SARS en países asiáticos, y en el año 2012, el MERS, en países árabes) ha sido tan difícil de contener que se han tenido que recurrir a medidas sin precedente por lo restrictivas y extremas que son.
Ha sido necesario dañar la economía para proteger la salud, ya que si no se protege la salud, la economía se resiente de igual forma.
Otra cosa que no tenía precedente es el nivel de responsabilidad que recae sobre los ciudadanos para evitar el contagio y así proteger a los sistemas de salud pública de un colapso. Y la responsabilidad es básicamente la de evitar salir a la calle, y practicar el llamado “distanciamiento social”. Las autoridades ponen las restricciones y comunican el nivel de la gravedad de la situación, pero también está en manos de las personas colaborar para salir de la crisis lo más rápido posible.
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Las medidas son necesarias. Pero ello no significa que los daños no se van a sentir. Y aquí es donde volvemos con el tema del fútbol, que es lo que ocupa a esta columna. En España, el fútbol representa un 1,37% del producto interno bruto (PIB) y aporta 185.000 empleos. La Premier League de Inglaterra (es decir, sólo la primera división del fútbol inglés) genera un valor agregado de 7,6 mil millones de libras esterlinas. La importancia económica del fútbol es similar en aquellos países donde el fútbol es el deporte más visto. La pérdida a nivel de recaudación de impuestos y a nivel de trabajos no debe ser subestimada.
Y con todo esto, habrá quien se pregunte si es exagerado cancelar eventos que suponen tanto dinero. Y la respuesta será que no es en absoluto exagerado. Las medidas son necesarias. En esta crisis, es necesario tomar medidas que causarán daños económicos.
Ya la Eurocopa 2020 será jugada el próximo año, lo cual trae consigo la pérdida de un nada despreciable impulso económico para las sedes del evento.
La Conmebol, buscando unificar calendarios con el fútbol europeo, también anunció el aplazamiento de este torneo para junio y julio de 2021. Los Juegos Olímpicos de Tokyo siguen en pie, pero hay mucha incertidumbre.
Cuando se supere la etapa de propagación exponencial del covid-19, quedará mucho por hacer para recomponer el daño. A nivel económico, está claro que los efectos en materia de pérdida de valor y de trabajo serán notables en todas las industrias. A nivel social, está el reto de poner al día los sistemas de salud y que estén a la altura del reto que hoy enfrenta todo el mundo.
Y a nivel deportivo, queda por ver como se resolverán las temporadas que han iniciado y que han quedado suspendidas. Resolver quien gana los campeonatos, quien disputa las competiciones continentales (en el caso de Europa dan una enorme cantidad de recursos económicos que permiten algunas veces la viabilidad de un proyecto a futuro), así como también quien tendrá que descender de categoría y perder una cantidad de dinero sumamente importante.
Los compromisos con anunciantes también deben ser considerados, y las empresas que han pagado para hacerse con los derechos televisivos también forman parte de esta ecuación que permite la operatividad del fútbol a la escala masiva en la que opera.