Creación de un batallón realista en Venezuela, por Ángel R. Lombardi Boscán
Los reemplazos desde la península cada vez tardaban más en tocar el suelo de Venezuela, ya que la recién restaurada Monarquía de Fernando VII estaba completamente quebrada. La alternativa fue la creación de batallones realistas con nuevos reclutas americanos, sostén y base del ejército español en la Costa Firme en los años sucesivos de la guerra.
Dejemos que sea el testimonio del capitán Sevilla el que nos ilustre sobre el procedimiento que en ese entonces se seguía para la formación de un batallón:
«En el pueblo del Rosario encontramos a Calzada. Nos tenía preparados unos seiscientos reclutas, que parecían una manada de carneros; pasaban lista sentados en el suelo. Carmona en seguida empezó su tarea, eligiendo para la primera compañía, que debía ser la de preferencia, a los soldados viejos que habían servido con Morales y Calzada, los de mayor estatura, los europeos del fijo de Puerto Rico y los restos del regimiento Granada que había pasado a dicha isla, distribuyendo los sargentos en las compañías, creando cabos y formando un taller para hacer vestuarios, zapatos, morriones, mochilas y cartucheras. Yo fui el comisionado para organizar y dirigir este taller y para instruir a los sargentos y cabos. Nunca estuve más ocupado que entonces; a fuerza de oficiar a los alcaldes conseguí lienzos, suelas, cueros, materias primas indispensables. En menos de un mes ya estaba el batallón equipado y organizado. Así se levantaban los batallones en América».
La “americanización” de las fuerzas expedicionarias de Morillo fue un proceso constante que la realidad le impuso y que al final de la guerra fue el sostén de los partidarios del realismo.
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Aunado a las bajas producidas por las enfermedades, el otro gran reto que tuvo que enfrentar Morillo y la oficialidad realista fue el espinoso asunto de las deserciones, que cada vez se producían con más frecuencia. En agosto del año 1816 Morillo junto con su jefe de Estado Mayor, Pascual Enrile, habían hecho público para conocimiento de todos los soldados de su ejército un draconiano documento sobre la disciplina que debía regir entre sus hombres. El artículo primero recoge lo esencial de todo el reglamento que aspiró a sancionar el delito de las deserciones siguiendo un procedimiento judicial verbal, llevado a cabo por los oficiales de cada cuerpo o regimiento.
Art. I. El delito de deserción, muerte y heridas de soldado a soldado, robo en cuartel o acantonamiento, faltas de subordinación y contra la disciplina, se juzgarán en juicio verbal, dentro de las veinticuatro horas, contadas desde que el culpado fuere aprehendido y encargado a su cuerpo.
Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ