Creatividad y propósito, por Marta de la Vega V.
Uno de los aspectos más difíciles de la historia de la Venezuela contemporánea ha sido la dominación de Cuba desde el inicio del proyecto liderado por Hugo Chávez. El chavismo como proyecto pretendió implantar un socialismo bolivariano del siglo XXI impulsado por el teniente barinés, quien se inspiró con embeleso casi erótico en el creador de la revolución castrista en Cuba. Esta, organizada por Fidel y sus seguidores desde la Sierra Maestra inicialmente para derrocar al dictador Fulgencio Batista, tuvo primero el objetivo de desarrollar un proyecto democratizador, nacionalista y modernizador de la isla.
El viraje que Castro le dio a su movimiento desde 1961 implicó, en contra de Estados Unidos, su aliado más cercano, incluso geográficamente, para conseguir cobijo de la Unión Soviética, adoptar la ideología del socialismo stalinista, la lucha de clases, la uniformización de la población o sea la nivelación por lo bajo, el adoctrinamiento, el desarrollo de la educación y la salud como mecanismos de control social más que como medios para que la gente se superara o para enaltecer a las personas, y las prácticas para exterminar a los contrarrevolucionarios, como el paredón sin derecho a la defensa u otras formas de castigo y sometimiento al pensamiento único, es decir, el horror convertido en pesadilla cotidiana.
Pero a la vez un aparato de propaganda muy poderoso y eficaz hizo creer que se había alcanzado la panacea; la electrizante elocuencia de Fidel Castro comenzó a irradiar con sus ardides seductores su influjo en todos los países subdesarrollados de América, en África y hasta en Asia, recuérdese Vietnam, y logró penetrar en Venezuela o Bolivia con la teoría del Che Guevara del «foquismo». Así, creció la ilusión, inculcada especialmente en los jóvenes, junto con el espejismo de que había llegado la liberación de los pueblos con la «revolución cubana». No solo se habían alcanzado la redención y la justicia social sino el paraíso terrenal de las Antillas para que se expandiera a los otros países de la región.
Como ha sostenido recientemente Claudio Fantini en entrevista audiovisual en «Cuarto de Hora» del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina, CADAL, dedicado a la defensa de los derechos humanos y la solidaridad democrática en nuestro subcontinente iberoamericano, «El G2 cubano es una de las claves de la subsistencia del régimen venezolano”. Este organismo ha construido una estructura de poder basada en el aparato de inteligencia cubano que «está hecho a prueba de derrumbes» con una gran capacidad de detectar cualquier conspiración y conjurarla con enorme eficacia.
Debido a las prebendas, puestos ministeriales, concesiones petroleras, proyectos mineros, negocios ilícitos y férrea vigilancia en las fuerzas armadas, para Fantini «el régimen venezolano ha logrado que la pata militar no se fisure». Y agrega: «Mientras esto no ocurra, el régimen va a sostenerse, aunque esté más débil que nunca».
La consigna es «creatividad y propósito», para no desesperar; para mantener la confianza en el liderazgo de María Corina Machado que nos ha conducido a éxitos resonantes con un mismo propósito y claridad estratégica; que ha consolidado y fortalecido las fuerzas democráticas; para creer en la lucha moral y espiritual que nos va a llevar a la transformación del statu quo; para aumentar la presión internacional de los gobiernos democráticos y el reconocimiento de González Urrutia, para incrementar el cerco contra el régimen usurpador y desenmascarar el apoyo de las peores autocracias del planeta, Rusia, Irán, China, Turquía, basado en meros intereses económicos y quebrar el secreto del régimen, también creación del G2, como señala Fantini, de generar elementos de chantaje y extorsión que ha habido desde tiempos de Chávez y luego con Maduro por negociados muy grandes a favor de dirigencias iberoamericanas manchadas, como José Luis Rodríguez Zapatero en España por los petrodólares venezolanos, como Petro, por las alianzas del gobierno de Venezuela con las FARC y el ELN en Colombia, por los maletines de Antonini Wilson en Argentina a favor de los Kirchner, por las inversiones de Odebrecht en el Brasil de Lula Da Silva, por las componendas con López Obrador que han enganchado a Claudia Sheinbaum a no asumir una postura a favor de la verdad y de la democracia, aplastadas por el golpe de estado que Maduro ha consumado.
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Marta de la Vega es investigadora en las áreas de filosofía política, estética, historia. Profesora Titular en la USB y en la UCAB
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