Creo en el hacer de Guaidó, por Alexis Andarcia
Hace tiempo, más del que quisiera, en una clase (Escuela de Sociología) de la materia Cultural II, ante mi afirmación «yo creo en el marxismo » el profesor Ray Angulo me contestó: «tu respuesta es un acto de fe, propio de la religión no de las ciencias sociales».
Como pueden ver, me quedó grabada. Con el tiempo, logré descifrar y consolidar ese aprendizaje…
Esto viene a cuento, porque hoy como pocas veces en nuestra historia, la necesidad de creer ha cobrado gran importancia. Aún cuando sea insuficiente para abordar la realidad y comprenderla. Se debe tener fe, para no desintegrarse.
No obstante, los actos de fe no resuelven por si solos un problema planteado; incluso, pueden nublar y entorpecer la solución. Yo diría, tanta fe como sea necesaria y duda siempre que sea posible.
Es difícil, pero saludable al espíritu. En gran parte, por ello estamos a esta altura del desarrollo humano. El programa de la evolución no ejerce en nuestra especie, el dominio ni dirige nuestros actos, como si lo hace con otras.
Hay quienes dicen «yo creo en Guaidó «; yo prefiero decir «creo en lo que está haciendo Guaidó «; con lo cual, despersonalizo el criterio y lo despojo del mesianismo atávico latinoamericano.
«Vamos bien» es una frase en positivo, pero también, un presente verbal de futuro próximo; a mi entender, preciso e inclusivo para el momento de nuestra lucha por la libertad y la democracia.
En ese sentido, el «acto de fe» cobra una dimensión real, cotidiana, pues coloca el acento en las acciones, siempre en movimiento.
A partir de allí «yo creo en el hacer de Guaidó» como cabeza visible, no de una orden religiosa, sino de una interpretación del país, como parte de una gran alianza, de un acuerdo, que ha logrado convocar la fe, no ya de una oposición, de toda la nación.