Crisis, por Carlos M. Montenegro
Crisis es esa desagradable sensación tan familiar con la que amanecemos cada día desde hace casi dos décadas al comprobar que estamos en 2018 y en Venezuela. El mundo ha pasado a lo largo de la historia por innumerables crisis: religiosas, sociales, financieras, políticas, bélicas, sanitarias y humanitarias.
Asimismo, históricamente se han capeado innumerables crisis de diversas causas, y la economía mundial se las ha ingeniado para encontrar la mejor solución posible, aunque a veces hay quienes no pueden, especialmente si las crisis han sido causadas por ellos. Hoy entre tantas crisis a lo largo de tantos siglos me he fijado en tres bastante conocidas:
Una fue la hiperinflación alemana que tuvo lugar entre 1921 y 1923 en la República de Weimar, nombre con el que se identifica a la Alemania del período entre las 2 guerras mundiales. No fue la primera ni la más fuerte de la serie de crisis que azotaron Europa y que desembocaría en el crack del ‘29, pero es el caso más mencionado, ya que en ella confluyeron diversas situaciones como: alza incontrolada de los precios y de las tasas de interés, bruscas alteraciones en el tipo de cambio y abandono de la moneda como unidad de intercambio. La principal causa imputable a tal hecho fue la necesidad que tenía la República de Weimar de hacer frente a las indemnizaciones fijadas por los vencedores de la Gran Guerra en el tratado de Versalles, sin encontrar la forma.
La mayor parte de los pagos se efectuaron emitiendo dinero sin límite. En 1923 franceses y belgas invadieron el Ruhr, una de las zonas más industrializadas de Alemania como medida de presión para que ésta reiniciase los pagos por reparaciones de guerra que había interrumpido unilateralmente. El gobierno alemán incitó a la resistencia pasiva y compensó a los industriales alemanes que se habían visto obligados a paralizar su producción, emitiendo gran cantidad de moneda.
Los billetes puestos en circulación por el Estado hicieron subir los precios y la moneda incrementó su valor nominal sin la menor correspondencia con su poder de compra real. En 1923 se llegaron a emitir billetes con un valor facial de millones de marcos. Aunque la inflación remitió a partir de 1924, la ruina de los pequeños ahorradores, el empobrecimiento de los asalariados y el desempleo, provocaron serios problemas sociales desconfianza y el descrédito de la República de Weimar que Hitler supo utilizar bien para alcanzar el poder.
Otra fue la crisis argentina del “corralito” en los años ochenta del siglo pasado, un período sumamente difícil para el país de Martín Fierro provocado por la dictadura, la guerra de las Malvinas, el colapso económico y una masiva inflación. Su deuda creció a lo largo de la década de los 90, y todo esto unido a la gran corrupción existente en este país, produjo una gran recesión en el año 1999.
Como era de esperar, los inversores perdieron la confianza en las empresas de este país, lo cual llevó al gobierno a congelar las cuentas bancarias durante un año, (el “corralito”) permitiendo retirar dinero de ellas, solo con cuentagotas, para evitar la fuga de capitales. Esto acarreó numerosas protestas y manifestaciones, seguidas de grandes disturbios, lo cual llevó a la caída del gobierno de Fernando De la Rúa.
La distancia que da el tiempo, permite examinar los hechos de manera más objetiva, pero tal vez muy temprano aún para entender la verdadera dimensión de los cambios que se produjeron cuando De la Rúa renunció. Pero es cierto que la Argentina de entonces era un país muy diferente al de hoy día. En aquella oportunidad los argentinos vivieron durante 11 años el espejismo de la paridad del austral, luego peso convertible, con el dólar durante el gobierno Carlos Menen en 1991. Según muchos analistas, se trató de una situación artificial que contribuyó en gran medida a forjar la crisis.
El “Efecto Tequila” fue la crisis económica de México de 1994 que tuvo repercusiones mundiales. Fue provocada por la falta de reservas internacionales, causando la devaluación del Peso durante los primeros días de la presidencia de Ernesto Zedillo. A unas semanas del inicio del proceso de devaluación de la moneda mexicana, Bill Clinton, el entonces presidente de los EEUU, solicitó al Congreso de su país la autorización de una línea de crédito por $20 mil millones de la época, para el Gobierno mexicano que le permitieran garantizar a sus acreedores el cabal cumplimiento de los compromisos financieros adquiridos en dólares.
El 19 de diciembre de 1994, apenas tres semanas después de que Ernesto Zedillo tomara posesión como presidente, en la residencia presidencial de Los Pinos tuvo lugar una reunión nocturna de un grupo de dirigentes de organizaciones sindicales y empresariales, llamado entonces el Pacto de Solidaridad Económica. En aquella reunión se tomó la determinación de “ampliar la banda de flotación” del peso de un techo de 3.50 a cuatro pesos por dólar.
Esa medida equivalía a una devaluación de casi un 15%. Pero el peso aguantó sólo dos días en su nuevo nivel motivando que el Banco de México tuviera que retirarse definitivamente del mercado cambiario ya que el peso se desmoronaba.
Al tratar de limitar la depreciación a 15 por ciento, el gobierno dejó el peso sujeto a presiones especulativas. Los especialistas aseguran que habría sido mucho mejor sacar al Banco de México desde un principio del mercado cambiario, dejando que el pánico corriera hasta que después de cierto tiempo el peso adquiriera su verdadero valor de mercado, pero por supuesto, es fácil opinar viendo los toros desde la barrera.
Se dijo que unos cuantos empresarios y líderes sindicales que participaron en la reunión del 19 de diciembre aprovecharon la información de lo acordado para realizar compras de dólares y beneficiarse de la devaluación vendiéndolos al nuevo precio.
No obstantes las compras masivas de dólares que se realizaron el 20 y el 21 de aquel diciembre, también pudo ser debido en parte al pánico generado por la intempestiva devaluación del peso
El hecho de que la devaluación pudo haber sido mal realizada, sin embargo, no aclaró bien toda la crisis del 95. El déficit de cuenta corriente, que en 1994 alcanzó los 29 mil millones de dólares (8% del PIB) ya era muy elevado. La maniobra también abrió paso a una fuga intermitente de capitales que redujo las reservas internacionales de $29 mil millones a $10.500 millones, casi un tercio, ese 19 de diciembre.
Si bien hasta febrero de 1994 este déficit se había financiado sanamente con flujos de capital del crédito Clinton, el Pacto de Solidaridad Económica, que en su momento debió haber sido un eficaz instrumento para darle estabilidad a la economía mexicana, al final de cuentas cayeron en el mismo error que Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de La Madrid cometieron antes de las devaluaciones de sus respectivos mandatos 1976, 1982 y 1988: tratando de oponerse a la tendencia primordial del mercado lo que generaron fue más déficit, más deuda, más burocracia y más gasto público.
Esos desequilibrios del sector público, alcahuetes de la corrupción, suelen traducirse en más pobreza para la gente común. Hubo responsabilidad de lo ocurrido en el Gobierno de Salinas y también en el de Zedillo, aunque lograron reducir notablemente la inflación.
Pero también quedaron enseñanzas positivas. El hecho de que el peso se mantuviera desde entonces en una libre flotación fue al parecer efectivo para la economía. A fuerza de golpes los políticos debieran entender que nadie, ni siquiera el poder omnímodo, a la larga puede evadir las crisis, y mucho menos resolverlas enfrentando por la fuerza a las leyes del mercado.
No es mi idea enseñar a resolver crisis, no poseo ese talento, pero pienso que entre tantos eruditos del asunto algunos podrían estudiar a los que vadearon con éxito sus respectivas crisis, debe haber muchos, y que asesores los acompañaron. Yo si fuera político empezaría por Ludwig Erhard.
Todo esto viene a cuento de que buscando el auténtico significado de palabras que continuamente repetimos y a veces sin saber de qué van, me he topado con que el DRAE define la palabra crisis con diversas acepciones, y si me permiten voy a transcribirlas de forma textual:
Crisis. (Del lat. crisis, y este del gr. κρίσις). II 1. f. Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente. || 2. Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales. || 3. Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese. || 4. Momento decisivo de un ejercicio grave y de consecuencias importantes. || 5. Juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente. || 6. Escasez, carestía. || 7. Situación dificultosa o complicada. || 8. ministerial. f. Situación en que se encuentra un ministerio desde el momento en que uno o varios de sus individuos han presentado la dimisión de sus cargos, hasta aquel en que se nombran las personas que han de sustituirlos.
Si el DRAE pusiera una foto para ilustrar cada palabra, no hay duda que en las ediciones de los últimos 20 años, estaría el mapa de Venezuela, dado que cumplimos a cabalidad con cada una de las 8 acepciones. ¿o no?
Y eso que está extraída de su publicación más resumida.