Puntos rojos, desierto y alcohol: el cierre de jornada electoral en 23 de Enero
La participación en la mayoría de los centros de votación visitados por el equipo de TalCual en la populosa zona del 23 de Enero, rondaba el 45% a casi la hora del cierre
La parroquia 23 de Enero, una zona popular del Distrito Capital conocida como bastión del chavismo, lució este domingo igual que el resto del país: desolada y sin ambiente electoral, pese a que este 20 de mayo se decide la Presidencia de Venezuela.
A eso de las cinco de la tarde, el centro educativo Manuel Palacio Fajardo, donde votaba el fallecido Hugo Chávez, contaba con la participación de 40%, en una institución donde el número de electores es de 3.328. En la entrada abundaban militares y milicianos, pero nada de electores. Un motorizado que se encontraba cerca, recordaba que en años anteriores «allí no cabía la gente».
Más adelante, en la Biblioteca Pública La Cañada, la situación no variaba. En las adyacencias la música se imponía, un grupo como de cinco personas, jugaba dominó mientras bebían algo que podía pasar por ron o whisky, pese a que en el país existe ley seca que prohíbe el expendio y consumo de bebidas alcohólicas con motivo de las elecciones.
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A pesar de la música, no había alegría y el alcohol parecía ser el combustible que daría la fuerza para más adelante escuchar los resultados. El venezolano se caracteriza por ser afable y aunque allí todos fueron extremadamente amables al indicar dónde quedaba cada centro y cuántos votantes habían participado, la fiesta democrática y tricolor no se sentía.
A pocos metros, en el bloque 17, se encontraba un punto rojo, a menos de 200 metros de la Escuela Básica Nacional Bolivariana Departamento Vargas, en la que sufragan 650 personas, y en la que hasta las 5:30 de la tarde el número de votantes era de 374. En el tarantín con imágenes del candidato a la reelección, un hombre llamaba a votar por el micrófono, además informaba que elegir al candidato garantizaría la comida a la comunidad.
La basura prolifera en el centro educativo, así como la propaganda política.
Muy cerca, otro punto rojo con unas cuatro personas dentro también invitaba a votar. En la avenida principal de Catia otro de estos puestos ideados por el Gobierno mantenía entretenidos a los organizadores con una partida de ajedrez. Las calles completamente desoladas no daban señales de un evento electoral. San Martín, Capitolio y el Liceo Fermín Toro se sumaban a esa realidad.
En el Fermín Toro una miembro de mesa se negó a ofrecer información. Al indicarle que veníamos de cuatro centros donde sin ningún problema los habían ofrecido, la mujer azuzó con reportarlos y pidió los nombres. Sin embargo, uno de sus compañeros explicó que la participación allí, a las seis de la tarde, rondaba el 40%.
En el centro de la Biblioteca Pública La Cañada al preguntarle a una testigo de mesa qué partido representaba, la mujer se mostró atónita y recurrió al acta que la acreditaba para finalmente decir que estaba por Avanzada Progresista. La situación se repitió en otros centros donde se supone que cada testigo debe pertenecer a una ideología contraria para garantizar imparcialidad.
Una aglomeración de motorizados aguardaba en los alrededores de San Martín, poco tiempo después se disiparon, el Distribuidor Plaza Venezuela también alojaba a unos diez más y las fuerzas de seguridad del Estado custodiaban los accesos al abasto Bicentenario, aledaño a la autopista.
No había tensión en las calles como en procesos electorales anteriores, la gente se guardó en sus casas. Hoy Caracas dio un grito extraño y tal vez esperado: el silencio.