Cruzar el Darién deja marcas físicas y psicológicas a los migrantes venezolanos
La travesía del Darién es una de las rutas migratorias más inseguras y exigentes de la región, al igual que los pasos del altiplano boliviano y la zona desértica de Chile. Los venezolanos que cruzan la selva se exponen a diversas enfermedades, que varían en los niños, además de secuelas psicológicas debido a situaciones traumáticas, como los robos masivos y violaciones
Foto de portada: Santiago Valenzuela | MSF
«Ahí la vida no vale nada, ni siquiera la de los niños», le dijo Gabriela, una venezolana de 40 años, a los oficiales de Médicos Sin Fronteras (MSF) tras cruzar la selva del Darién, el peligroso paso que comunica Colombia y Panamá y que este año repuntó como una de las rutas más usadas por los migrantes venezolanos para llegar a Estados Unidos.
La ruta del tapón del Darién —como también se conoce— dura entre cinco y 10 días dependiendo del ritmo de la persona. Variaciones climáticas extremas, robos, violencia sexual, secuestros y falta de alimentos son algunos de los peligros que encuentran los migrantes en la selva.
El esfuerzo físico no es solo el trayecto de la selva. La mayoría empieza su viaje a pie desde Venezuela (77%), pero también se registran migrantes venezolanos caminando hacia EEUU desde Colombia (7%), Ecuador (6%) y Perú (3%).
En la selva, a Gabriela y su grupo les robaron todo el dinero que traían consigo, los amenazaron con violarlos y además fueron obligados a ver cómo desnudaban a varios asiáticos.
«No se atrevan a cruzar por aquí y si se atreven sepan que hay riesgos de violación, secuestro y robo. Hay peligro de muerte. Si tienen niños, no lo hagan porque es exponer a sus hijos a la muerte», reiteró la mujer, quien cruzó rumbo a Estados Unidos.
Liliana Carrizo, infectóloga y coordinadora de actividades médicas de MSF en Proyecto Darién, explica a TalCual que «lo que pasa con los migrantes cuando pasan el Darién tiene un impacto en la salud tremenda. Por ejemplo, la mayoría llega con problemas respiratorios, accidentes, violencias y se prioriza atención en violencia sexual. Se hace un triaje, pero se prioriza la atención de los casos más urgentes».
Dependiendo de la llegada de migrantes, pueden atender entre 300 y 1.000 personas diarias con diversos problemas de salud.
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La infectóloga insiste en que su salud se condiciona por el tipo de ruta, debido a que las personas pasan «muchas situaciones difíciles» por el entorno geográfico.
«Hay mucha gente que viene con dermatitis en los pies y piernas, pero también en el cuerpo por mosquitos, pies destrozados de tanta caminata, pasar por barro y sin higienizarse, eccemas (enrojecimiento y picazón), infecciones en la piel, heridas en la entrepierna».. detalla.
Otro problema común dentro de los migrantes son las diarreas, debido a que no tienen suficiente acceso a agua potable, sobre todo los niños, y toman del río. La deshidratación también está siempre porque no llegan a tener la suficiente ingesta de líquido.
Entre las familias que transitan por estas rutas, también hay personas de la tercera edad con enfermedades crónicas que priorizan continuar su viaje a recibir asistencia médica durante el tránsito.
Niños y embarazadas en el Darién
Se estima que la mujeres representan un 25% de los migrantes en tránsito por la selva, la niñez un 15%. Los más de 5.000 niños y niñas que han hecho la travesía para cruzar a Panamá entre enero y mayo de este año se enfrentan a un mayor riesgo de ahogarse, trata de personas y explotación, según el reporte de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (Plataforma R4V).
La infectóloga Liliana Carrizo destaca que los niños y niñas evaluados presentan más infecciones respiratorias altas, otitis y conjuntivitis. MSF no tiene certezas si llegan con su esquema de vacunación, debido a que «algunos saben decirnos u otros no».
Esto no significa que no presenten problemas en la piel, la misma deshidratación o diarreas que los adultos con los que cruzan.
Uno de los problemas que han identificado agencias de Naciones Unidas y ONG es el creciente aumento de niños, niñas y adolescentes que cruzan solos o con personas que no son sus representantes, por lo que se dificulta saber si tienen enfermedades previas que deban ser monitoreadas.
En cuanto a las embarazadas, la mayoría sufre de traumatismos debido a caídas, además del resto de problemas que padecen los adultos, dice Carrizo.
En Necoclí (Colombia), la ruta de inicio del Darién, se identificó que una de cada 10 mujeres estaba embarazada o en periodo de lactancia.
«Lo primero que hacen es pasar a la consulta para ver si el bebé todavía está bien, el problema es como el resto de los migrantes, pero mucho más significativo. Se han algunos perdido bebés, pero la mayoría se refieren. Se han podido resolver la mayoría de las situaciones siempre con la colaboración de Migración», señala.
Salud mental
Las exigencias a quienes cruzan no son solo físicas. Diversas ONG, entre ellas Médicos Sin Fronteras, que está apostado en la estación migratoria de San Vicente (Panamá), han solicitado mayor atención, especialmente psicológica y hacia víctimas de violaciones sexuales.
Entre enero y mayo de 2022 han atendido al menos 100 consultas por violencia sexual en la estación de San Vicente. En 2021 se realizaron 328 consultas por esa causa.
A pesar de que el Ministerio de Salud de Panamá tomó recomendaciones de sus exigencias, «aún falta un camino por hacer, no es suficiente», asevera Carrizo. Por ello considera necesario tomarse y abarcar más migrantes antes de que pasen 72 horas del evento y se pueda tomar profilaxis.
«Ahora hay equipos médicos en algunas zonas estratégicas. Estamos trabajando conjuntamente con MINSA y nosotros para mejorarlo», señala la representante de MSF.
Respecto a la atención en salud mental, Médicos Sin Fronteras en lo que va del año ha atendido, en promedio, a siete pacientes cada día por problemas asociados con ansiedad, depresión y estrés agudo.
«El impacto psicológico es inmenso y es una de las cosas que hacemos hincapié en el abordaje», refiere la infectóloga. A pesar de que muchos migrantes solo pasan máximo 48 horas en la estación San Vicente, en MSF dan oportunidades de tratamiento, lo que incluye psicoterapias breves a los que se quedan más tiempo.
Con el resto se hacen consultas únicas «que los ayuden a sobrellevar eso que han vivido», dice Carrizo.