¿Cuál de los Lula está de vuelta?, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Después del resultado del 31 de octubre quedan en el ambiente preguntas, pero las que más resuenan para este observador de turno son dos: ¿cuál de los Luiz Inácio Lula da Silva está de vuelta? ¿Tendrá idea de lo que le tocará enfrentar como presidente por tercera vez? Son las más contundentes, a mi manera de ver. Son 217 millones de habitantes que han quedado divididos de una manera decisiva y el resultado electoral así lo demuestra.
Toda la región suramericana y el mundo entero se han enfocado en el regreso del exobrero brasileño que hizo próspera a Brasil, pero que también la dejó caracterizada por la corrupción. No obstante, los ciudadanos del país más grande del sur de América quieren ver al líder que logre disminuir —casi que a velocidad meteórica— la gran desigualdad enfatizada por la presencia de la pandemia del covid-19 y que llevaron a unos 10 millones de persona a estar por debajo de la línea de la pobreza, y que además logre recuperar el sistema escolarizado, para así frenar la caída de la alfabetización, que precisamente se había conseguido en su segundo mandato.
Por supuesto, el nuevo presidente de Brasil tendrá la difícil tarea de reconciliar al país después de un periodo de divisiones recrudecidas durante la campaña electoral. Por lo que, la misma noche de haberse conocido el resultado que le dio como vencedor, Lula dijo: «Estoy aquí para gobernar un país con una situación muy difícil. Mas, yo tengo fe que con la ayuda del pueblo encontraremos una salida para que este país vuelva a ser democrática, armónica y pacíficamente para restablecer la paz entre las familias». Esperemos que no olvide esas palabras.
Por otra parte, otros han visto en Lula la llegada de la izquierda oscura que trata de atrapar a toda la región. Incluso algunos analistas y otros que no lo son tanto, ven en él el retorno de la versión Lula y Hugo Chávez. Versión que trajo los problemas por los cuales atravesó el mismo Luis Inácio y su gestión, de la mano de la marca Odebrecht y su corrupción internacional. Es el Lula que todos ven de vuelta, quizás con un deseo muy oculto de advertir con un te lo dije, más que con un análisis concienzudo y fuera de las pasiones desbordadas.
En cuanto a qué le espera, solo con echar un ojo a todo el periplo electoral recorrido por Brasil queda claro el panorama político, social, ambiental y económico de ese enorme país, muy roto y llevado al extremo por dos posiciones que se odian entre sí, porque tanto Lula como Bolsonaro, uno más que otro, fueron los grandes contribuyentes a ese odio que ha quedado sembrado entre los brasileños.
Mientras los candidatos se encargaban de diseminar tormentas, la violencia entre sus partidarios fue muy evidente. Ambos se acusaban, tanto de corrupción como de incompetencia. Bolsonaro, acusaba a Lula de ser «el mayor ladrón en la historia de Brasil», este señalaba que el primero era un gran populista y embustero. Aunque, en un momento de reflexión, Lula pedía detener el odio, la destrucción y la mentira, pero ya era tarde, todo andaba andando entre los brasileños.
Más de uno pudo presenciar las imágenes de choques violentos entre los seguidores de los dos principales candidatos, siendo lo más impactante las imágenes de una diputada partidaria de Jair Bolsonaro, cuando, con un arma desenfundada, seguía hasta un local comercial para dar caza al adversario, esta vez con —de ser posible— un balazo. Brasil, país violento de por sí, estaba viviendo los momentos ocurridos en aquella Venezuela del 2002 en adelante, donde se quebraron las familias, amistades y alguna diferencia política era preferible resolverla a palos o a tiros, según y sea el nivel. Era el Brasil que sembraba la agresión verbal y mentiras de uno de los candidatos, que Lula trataba de calmar sin demasiado éxito.
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Más allá del eco generalizado por parte de muchos venezolanos y de alguno estudiosos y analistas de las tendencias o inclinaciones en América Latina, quien suscribe continúa en la línea de la posibilidad del resurgimiento de una izquierda diferente, no la complaciente que con razón se merece toda la crítica y la condena, sino una que abra más caminos democráticos en el continente y que por sobre todas las cosas establezca las bases fundacionales para que definitivamente desaparezcan las desigualdades en la región, junto a las dictaduras de nuevo cuño, encabezadas por Nicolás Maduro y Daniel Ortega.
Luis Inácio Lula da Silva tiene la brillante posibilidad de liderar la recuperación de la izquierda crítica y solidaria con los pueblos oprimidos por las tiranías modernas que se han enquistado —y hacemos énfasis— en Venezuela y Nicaragua. Aludimos a Lula, porque el turno se va perdiendo para Gustavo Petro con su plan para resolver el tema del país que se mueve en la frontera y a Gabriel Boric no le alcanza su escasa experiencia política. Por lo que esperamos que el Lula que está de vuelta sea la solución para los problemas de su país, pero también el vocero de la libertad para millones de latinoamericanos que claman por libertad.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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